“Vamos a contar unas cuantas mentiras”, comenta jocoso mientras se sienta, y a continuación empieza a conversar haciendo gala de lo que aparenta ser una franqueza total y absoluta. Aunque, claro, con los actores nunca se sabe, especialmente con los que tienen tanta experiencia como él. Lleva 40 de sus 66 años trabajando como actor, y en ese tiempo ha trabajado con directores como Oliver Stone, Francis Ford Coppola, Ridley Scott, Christopher Nolan, David Fincher y Steven Soderbergh, ha reventado taquillas a bordo de la saga de Harry Potter y de la del Caballero Oscuro, y ha encarnado personajes tan icónicos como Sid Vicious, Lee Harvey Oswald, Dracula, Winston Churchill -gracias a ese papel ganó el Oscar- y Harry Truman. Y vuelve a encarnar a una figura histórica, el escritor estadounidense John Cheever, en el puñado de escenas que protagoniza en la nueva película del italiano Paolo Sorrentino, una oda a la ciudad de Nápoles llamada ‘Parthenope’. Estos días se estrena en España.
¿Cómo se gestó su presencia en el reparto de ‘Parthenope’?
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Fue un caso de admiración mutua. Yo me encontraba de visita en un festival de cine en Italia, en concreto en la costa Amalfitana, y un periodista me preguntó si hay algún director en concreto con quien me gustaría trabajar. “Paolo Sorrentino”, respondí yo sin dudar; me encantan todas sus películas. Poco después, recibí un email de Paolo. “He oído que eres un seguidor de mi trabajo, y yo lo soy del tuyo”, me decía en él. “Estoy trabajando en mi nueva película, ¿te gustaría interpretar un papel pequeño en ella?”. Le contesté que sí, claro. Habría interpretado cualquier personaje para él, hasta una estatua, o un perro. Cualquiera.
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¿No es una forma algo arriesgada de seleccionar papeles?
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Existen muchos motivos que pueden llevar a un actor a aceptar un papel, y varios de ellos no tienen que ver con criterios artísticos. A lo largo de mi carrera he participado en películas horribles, todos mis compañeros y compañeras de profesión lo han hecho alguna vez; hay que pagar las facturas, y es difícil mantener la integridad y la dignidad. En un momento de mi carrera, yo decidí que ya estaba cansado de dar vida a villanos, y que no iba a aceptar más papeles de ese tipo. Ahora bien, habría seguido haciéndolo de ser necesario. No sería la primera vez en mi carrera que me contradigo.
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¿Cuál fue la primera?
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Han habido muchas. Hace tiempo, cuando alcancé cierto estatus profesional, me dije que no volvería a trabajar en series de televisión. Por aquel entonces, o eras un actor de cine o lo eras de televisión, y los actores de cine miraban a los actores de televisión miraban a los de televisión por encima del hombro, igual que los de teatro miraban por encima del hombro a los de cine. Hoy, en cambio, todos mis colegas quieren trabajar en televisión.
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Usted mismo lleva cuatro temporadas al frente de la serie de espías ‘Slow Horses’, y tiene previsto rodar dos temporadas más…
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Soy muy afortunado, porque ‘Slow Horses’ me está proporcionando un dinero más que suficiente para jubilarme. Y lo cierto es que me encanta la serie. Resulta muy liberador dar vida a un tipo al que casi nada le importa un carajo, que no se calla, que no cuida su salud y se pasea por la vida hecho un cerdo; así es mi personaje. Parte de mi proceso de preparación fue imaginarme su olor corporal, una mezcla de cigarrillos, alcohol y sudor. Durante los rodajes, hasta solemos discutir el sonido y la contundencia de sus flatulencias. Me divierto mucho, y divertirse haciendo este trabajo es importante, aunque a veces imposible.
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¿Recuerda algún momento de su carrera en el que no se divirtiera?
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Fui alcohólico durante muchos años, y fue una época horrible. Llevo sobrio casi tres décadas, y si en su día no me hubiera propuesto dejarlo no estaría aquí, habría muerto hace tiempo. Fue un periodo muy autodestructivo, lleno de noches pasadas en compañía del minibar de una habitación de hotel.
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¿En algún momento le ayudó el alcohol a meterse en la piel de un personaje?
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Hay artistas que tienen una visión romántica de la bebida y las drogas, y que dicen trabajar mejor bajo su influencia. A mí el alcohol me convirtió en alguien horrible. En mi opinión, eso son patrañas. Recuerdo que, poco antes de rehabilitarme, rodé junto a Demi Moore una película llamada ‘La letra escarlata’ (1995), y por entonces estaba muy deprimido. En una ocasión, rodé una escena junto a Demi después de excederme con la bebida durante el almuerzo, y no salió bien. “Lo siento mucho, espero que no me odies”, le dije al día siguiente. Y ella me contestó: “No te odio, es solo que estoy decepcionada”. Me dolió muchísimo, porque no soporto decepcionar.
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Después de todo este tiempo, ¿le cuesta mantenerse lejos de la bebida?
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Para nada. No me fijo en las vallas publicitarias que anuncian vodka, y en las cenas especiales puedo servir vino a todos los demás comensales sin sentir la necesidad de dar un trago a la botella. Soy muy feliz.
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¿Incluso después de desatar la furia de los fans de la saga ‘Harry Potter’ al hablar de su trabajo en ella hace unos meses?
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Fue un terrible malentendido. Yo dije que, a mi parecer, mi trabajo en la saga había sido mediocre porque participé en ella sin haber leído los libros, y los fans entendieron mis palabras como una señal de desprecio. Lo cierto es que, cuando empecé a filmar mis escenas, JK Rowling seguía trabajando en los libros, y todo lo referente a ellos estaba envuelto de secretismo. No pude leer toda la historia de mi personaje, y por eso no pude preparármelo como habría querido. A eso me refería. Dicho esto, mi papel en ‘Harry Potter’ es una de las cosas que me han pasado en la vida por las que siento más gratitud.
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¿Cuál es el motivo?
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Francamente, porque tanto mi participación tanto en la saga ‘Harry Potter como mi trabajo junto a Christopher Nolan en las películas de Batman me permitieron ganar una buena suma de dinero a cambio de pocas horas de trabajo, y por tanto dispuse de mucho tiempo libre para cuidar de mis hijos pequeños. Me había divorciado y tenía su custodia, y en aquella época muchas películas se rodaban en lugares como Praga o Budapest, por lo que rechacé muchas ofertas; no podía trabajar tan lejos. Decidí no ser para mis hijos pequeños el padre ausente que no había sido para mi hijo mayor.
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En 1997 dirigió ‘Los golpes de la vida’. ¿Tiene previsto volver a ponerse detrás de la cámara?
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Tengo un proyecto de largometraje centrado en los inicios del cine, y necesito 30 millones de dólares para ponerlo en pie. El problema es que de momento solo me ofrecen como mucho la mitad de ese dinero para rodarlo. Como actor, en el pasado he trabajado en rodajes cuyos directores tuvieron que hacer malabarismos para acabar la película porque el dinero era insuficiente, y sé cuánto se sufre. Ya estoy mayor para ponerme en ese tipo de situaciones.
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Hace un momento ha hablado de jubilarse. ¿Lo ha pensado seriamente?
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Por supuesto, y algún día lo haré. Me gusta lo que hago, pero también me gusta la fotografía, por ejemplo. Como digo, ha habido épocas en las que mi profesión no era nada gratificante, y en las que trabajaba solo para poner comida sobre la mesa y pagar la hipoteca, y perdí el interés. Hoy, afortunadamente, me siento mucho mejor, pero no sé si quiero morir rodando. Me faltan muchos libros que leer y muchas otras cosas que hacer antes de irme a la tumba.