La moral dominicana

Es indiscutible que los dominicanos somos, entre todo, politólogos. No sabemos qué es o qué hace un diputado, senador, síndico, etc., pero sabemos cuál va a ganar y/o perder y por qué. De ahí la moral dominicana, se define.

Ahora bien, en las contiendas presidenciales esto es más agudo, somos más vehementes y radicales que los mismos candidatos. Somos capaces, no sólo de ofendernos o agredirnos sino de hasta matarnos entre familiares por nuestras diferencias partidarias, escuche bien, partidarias, porque a fin de cuentas, no importa quién o qué sea “el candidato” de nuestro partido, el simple hecho de que sea de mi partido lo hace el mejor del mundo.

No importa si me agrede, me ofende, se burla, me engaña, si roba, si robó, sencillamente… es menos malo que el del partido contrario.

No se toma en cuenta la moral del candidato, sino al partido que pertenece. No se toman en cuenta las propuestas que haga sino cómo se tripea al otro candidato. No importa la preparación que tenga para dirigirnos, lo que importa es que ganó el mío.

El problema no está en que el gobierno que desempeñe sea corrupto, sino que el problema es que no me toca una tajada de dicha corrupción.

El candidato que yo apoyo no es el que mejor propuesta tenga, el que mejor moral haya demostrado tener, el que mejor desempeño en labor político-social vaya a desempeñar en pro de la población general, Claro que no!. El candidato mío es que me de los RD$200 pal pote en un bonche, la pelota de basquet pal equipo del barrio, los RD$1000 por mi cédula para que vaya y le vote en las elecciones.

Y aunque parezca mentira y hasta irrisorio, no estoy hablando de la ”doble moral” que comúnmente definiría esta forma de ser, no; estoy hablando la nueva moral dominicana. Una moral que lo que está mal, no es lo que perjudica a la sociedad, ni al individuo. Esto es, que si un funcionario público se enriquece ilícitamente, me merece respeto, puesto que se resolvió la vida, como han hecho otros, si no lo hace, es un ”pendejo”. La otra variante es, que si se enriquece y yo no le sacó provecho personal a esa manejo corrupto que tuvo que hacer este funcionario para lograrlo, como a mí como individuo no me convino, entonces es malo, de lo contrario, es el mejor funcionario público de la historia.

En conclusión, lo malo no es que roben, es que no me den una parte de lo que se roban. La mejor opción para un cargo público, no es el que esté mejor capacitado, tenga mejor propuesta y una moral apropiada para que llegue a buen término una administración pública. Sino, que mi mejor opción es, el que me de lo mío, y como al fin y al cabo, los que se van a beneficiar de la administración pública no es el público, los políticos disputan estas posiciones a punta de $$$$, el mejor postor gana.

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