¡Sé tu mejor versión! Por: Diomandy Castillo

Resulta interesante ver como cada cierre de año nos realizamos una especie de cuestionario, una auditoría o balance general de cierre, buscando dar respuesta a las preguntas existenciales propias de la llegada del fin de año. Nos cuestionamos sobre aquella meta de salud que con tantos bríos iniciamos en el mes de enero y cuya sostenibilidad perimió poco antes de la llegada del primer trimestre del año. Encontramos todas las excusas que nos sirven de defensa contundente ante el señalamiento de nuestra familia y amigos para justificar aquella meta frustrada que dejamos de lado en el uso de aquellos 365 dias.  Dado que el escrutinio se extiende hasta las cenas celebradas entre ponche, puerco asao y pasteles en hoja, tendemos a cerrar el ataque generando una promesa para el “nuevo año”.

El tiempo navideño es propicio también para valorar las cosas buenas que logramos, incluso algunas de estas alcanzadas aún sin habernos propuesto conseguirlas y que las circunstancias generosamente nos brindaron la oportunidad de obtenerlas. Para visualizar dónde estamos, qué queremos para nosotros y hacia dónde vamos.  Visualizar si el lugar en el cual me encuentro es el lugar al cual pertenezco, en el cual quisiera estar o permanecer.  Es momento de recargar energías para iniciar lo que será un nuevo viaje a través del año venidero.

Por tal motivo, he denominado este tiempo como el tiempo de renacer, de reencontrarnos, de revisarnos.  De dar una hojeada real a la inversión de tiempo que hicimos durante el año que sale y mirar que absorbió el tiempo del logro de los objetivos que dibujamos para esos 365 días y a la vez es el espacio para comprometernos con las buenas nuevas que abrazamos para el “Nuevo Año”.  Esta medida de tiempo nos hace una invitación a rediseñar los viejos hábitos improductivos, a aterrizar nuestros anhelos en un plan de trabajo a mediano, corto y largo plazo.

Lo ideal es que en tu balance general localices más positivos y neutrales que negativos y que en el escenario te presente, aun cuando olvidaste enfocarte en una o dos “metas de la lista”, una reseña positiva. Invita a la persona más importante de tu vida a dar su cien por ciento (100%) este año por sí misma y establece un plan alcanzable, metas realizables, tangibles, sobre las que puedas ir trabajando peldaño a peldaño y que al cabo de unos meses puedas exhibir los hitos conquistados hasta ese momento en cada renglón.

Tu balance debe estar basado en tus propios planes, en las cosas que tú tenias proyectado trabajar y tu nuevo plan deberá contener las cosas que ahora con tu cambio de visión y perspectiva serán traducidas en objetivos alcanzables.  El reseteo de las fiestas de esta época, el hecho de recibir un poco más de recursos y la sorpresa que envuelven unos que otros regalos te guiarán a ese proceso de renacimiento excelente para nuevos comienzos.

Te invito a renacer hoy, a dejar de cuestionar los pendientes del año que se fue, a soltar los temores que te impidieron mostrar tu grandeza, a soltar las ataduras mentales y los patrones limitantes que te gritaron que no podias, a dejar de lado las excusas que te llevaron a dejarte para después.  La invitación es un cheque abierto por 365 oportunidades para lograr paso a paso tus sueños y está en tus manos ahora para ser girado contra ese abanico de opciones que el universo te ofrece hoy. Atrévete a ir a la clase de yoga, date la oportunidad de tomar la clase que querías, y reflexiona sobre algo: hoy voy a empezar a ser todo lo grandioso que siempre he sido en mi yo reprimido y que el universo espera ver salir.  Te aseguro que no saldrás como el genio de la lámpara, pero la sensación será igual de liberadora, tal y como dice aquella canción de Nino Bravo, como si siempre hubieses estado viviendo en una pequeña prisión y hoy puedes al fin volar.