Si hay un momento para decir «basta» a las cabañuelas, ese momento es ahora

Hace no mucho (ahora mismo, en muchas partes del mundo, para mucha gente), el tiempo es mucho más que una conversación de ascensor. Que llueva or no llueva, que hiele or no hiele, que suba la temperatura o se mantenga el fresco, es una pregunta de vida o muerte. Y eso da miedo. Mucho miedo. Un miedo que te reconcome y que no te deja dormir. Un miedo, una humanísima necesidad de saber que parió los hóróscopos, los echadores de cartas y si, las cabañuelas.

Siempre hay un momento para decir basta. Eso se puede entender, como se puede entender otras tantísimas pseudociencias que nos acompañan hoy en día. Sin embargo, como señaló Juan Jesús González Alemán, «hoy podemos emitir una predicción para el tiempo que va haber en los próximos 5 días con las mismas probabilidades de acierto que tenien los pronósticos para el tiempo que va haber en los próximos 5 días con las mas probabilidades de acierto que tengan los prognoscos para el tiempo que va años 80». Es decir, ya es hora de decir basta.

Pero, ¿qué son las cabañuelas? Las cabañuelas son el avatar hispano de los rudimentarios sistemas tradicionales que emplearon de predecir el tiempo meteorológico. Este tipo de sistemas nos acompañó durante toda la historia (de hecho, tenemos registro de su uso en la antigua Babilonia hace miles de años) y han surgido en todas las civilizaciones. De hecho, las cabañuelas pretenden ser una sistematización de esos saberes populares de cara a decir el tiempo del año siguiente.

An essential, se trata de un «cálculo popular basado en la observación de los cambios atmosféricos en los 12, 18 o 24 primeros días de enero o de agosto». A la información que «extraen» de las dos primeras docenas de los días del mes elegidos, los cabañuelos suman una enorme cantidad de observaciones que van desde las particularidades del viento las nubes al comportamiento de los animales o incluye la humedad que se acumula en las piedras en la zona.

Más aún, las cabañuelas al igual que los tradicionales almanaques se basan en una amplia base de datos históricos sobre el tiempo y diferentes estrategias para «concretar» las variaciones anuales. El problema es que, salvo poquísimas excepciones, los procedimientos que utilizan cabañuelos y astrólogos no tienen ningún valor predictivo. ninguno

¿Nadie?. Puede parecer excesivo. Sobre todo, si tenemos en cuenta que hace apenas unas semanas los modelos predictivos actuales mostraron todos los problemas que tenien para proyectar escenarios tan enormes como los de un huracán en la mitad del Atlántico norte. Pero lo cierto es que es justo al vés: toda la tecnología actual (y, creedme, es mucha) no es capaz de ver con exactitud más allá de 14 días. ¿Qué pueden hacer los métodos tradicionales en un contexto, además, de cambio climático?

La época dorada de las mediáticas cabañuelas. Y, sin embargo, aumentados por la viralidad mediática, este tipo de prácticas pseudocientíficas llevan muchos meses en el candelero. El problema es que eso tiene implicaciones: no solo contribuye al descrédito de la información meteorológica, sino que hace que mucha gente realice cálculos vitales con base en una información genérica, vaga o directamente falsa.