Seguimos sabiendo muy poco de su civilización


2024 está siendo un buen año para los amantes de las civilizaciones de la antigüedad. Hace unas semanas, en Egipto se encontraron varios tesoros y restos momificados en una tumba excavada en roca. Unos miles de kilómetros al oeste, los protagonistas son los mayas. El motivo es que, debido a las obras de construcción del ambicioso Tren Maya, se han encontrado millones de bienes materiales y hasta palacios pertenecientes a esta civilización.

Y es algo que puede ser crucial para entender un poco más a esta civilización mesopotámica de la que aún quedan muchos misterios por resolver.

El Tren Maya. El objetivo del Gobierno es que el Tren Maya sea la nueva espina dorsal de México. Atravesará los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo y está previsto que se use de día como tren de pasajeros y de noche como tren de mercancías.

Tendrá 15 estaciones y cuenta con varios tramos para un total de 1.525 kilómetros. Lo bueno es que en el 95% del recorrido se usará infraestructura ya desplegada. Y en las nuevas obras, los arqueólogos están encontrando auténticos tesoros de los mayas.

Colosal. Que los mayas son fascinantes no es un secreto. Eran una de las culturas más desarrolladas de la antigüedad, con más de 3.500 años de historia cuando su imperio empezó a decaer. Eran maestros en muchos ámbitos, pero sobre todo en el de las matemáticas, agricultura, escritura y astronomía.

Durante las obras de la infraestructura del Tren Maya, los arqueólogos del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia de México) fueron descubriendo varios restos del pasado, como una gargantilla de la época prehispánica o una canoa de la que se han enviado muestras al Louvre para su estudio. También se hallaron varios restos óseos pertenecientes a humanos y animales. Los números totales son asombrosos.

Diego Prieto Hernández, director del INAH, afirmó en enero de este año que se han descubierto «más de 1,4 millones de fragmentos de cerámica, más de 50.000 bienes muebles e inmuebles, como palacios y estructuras, constituyendo el mayor tesoro arqueológico encontrado en las últimas décadas en México». Literalmente, descubrieron una pirámide de 25 metros de alto en una acrópolis de 80 metros de largo.

Luz sobre el pasado. Según Diego, aprovechar las obras del Tren Maya supone el «el proyecto de investigación más importante que se haya llevado a cabo en la región maya de México». Y no es para menos, ya que el trayecto se compone de varios tramos y en todos se están encontrando elementos de gran valor pertenecientes a los mayas.

Uno de ellos es una urna con la imagen del dios del maíz. Se trata de una olla de barro crudo que contiene los restos mortales de una persona y cuenta con varias inscripciones por el cuerpo, siendo una el símbolo maya ik que alude al viento y el aliento divino. Además, está la figura del propio dios del maíz en su representación de mazorca en etapa de crecimiento.

El maíz es una parte fundamental de la mitología maya, puesto que los dioses crearon a los hombres con lodo, madera y masa de maíz, sobreviviendo sólo estos últimos. Además, la vasija estaba junto a otra con ornamentación en los costados que simula las espinas de una ceiba, un árbol sagrado tanto para los mayas de la antigüedad como para algunos nativos de la actualidad.

Todo esto ayuda a los investigadores a crear conexiones con el pasado. Por ejemplo, pueden teorizar sobre que la zona en la que se encontró la gargantilla podría ser un importante foco político debido a que esos objetos de lujo eran utilizados en intercambios diplomáticos. Y un disco solar en Chichén Itzá sugiere que se trataba de un centro religioso o de estudio.

Polémicas. Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Aparte de las polémicas originadas por el sistema de votación de los indígenas y el impacto medioambiental, con protestas de Greenpeace atándose a la maquinaria para detener la deforestación de una de las zonas, The Washington Post publicó un artículo llamado ‘Destruyendo tesoros mayas para construir un tren turístico’.

En él se refleja la contradicción del proyecto, ya que es algo político (el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere que se finalice este año) y hay arqueólogos destinados a este proyecto que se maravillan con cada descubrimiento sin tener en cuenta que sólo están ahí por obligación y que las vías se desplegarán encuentren lo que encuentren.

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Y defensas. El INAH se defendió de este artículo afirmando que se está protegiendo el patrimonio del país, pero la misma institución entregó cartas en 2020 y 2021 en las que afirmaban que se había destruido «un número indeterminado de bienes nacionales». Esa línea es la que también sostiene el antropólogo Juan Manuel Sandoval, que cargó contra sus colegas en un documento de 75 páginas en 2022.

Más allá de todo esto, el INAH afirma que tiene intención de preservar estos tesoros, que se exhibirán en museos como el Museo Arqueológico del Puuc, así como el de Historia de Yucatán que se inaugurará próximamente. Y Diego afirma que la intención máxima del Instituto es la de «conservar los materiales y sitios arqueológicos para las futuras generaciones».

Imágenes | INAH TV

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