Mis padres, abuelos y familiares ya han sido vacunados y me pregunto si es seguro visitarlos: esto es lo que sabemos

889.683 personas. Esas son las personas que, a día de hoy, ya han recibido la pauta completa de la vacuna contra el coronavirus. Es decir, en pocas semanas, tendremos más de un millón de personas vacunadas en el país. Muchos de ellos, mayores que llevan meses recluidos en residencias de ancianos sin más contacto con sus seres queridos que videoconferencias, llamadas y visitas manejadas con cuentagotas. La soledad, no hace falta ni decirlo, ha sido uno de los efectos más claros del SARS-CoV-2.

Por eso, a medida que las vacunaciones avanzan y la tercera ola de la pandemia empieza a remitir, muchas personas empiezan a preguntarse si es el momento de visitar a sus padres, abuelos y familiares, si es seguro hacerlo una vez que ya estén vacunados y hayan desarrollado la inmunidad. Es una pregunta razonable y, precisamente por eso, es difícil de responder de forma general. Repasamos lo que sabemos sobre la inmunidad, las nuevas variantes y el resto de factores que intervienen en una decisión como esta.


¿Qué significa exactamente que «seas inmune»?

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La inmunidad aguanta: Quizás sea esto lo primero que tenemos que recordar. Cuando hablamos de «inmunidad» o «estar inmunizado», hablamos del proceso por el cual el sistema inmunitario es capaz de identificar un patógeno concreto y neutralizarlo antes de que pueda generar enfermedades. A veces, esa inmunidad es más «completa» y bloquea al patógeno rápidamente; otras, solo protege parcialmente y la enfermedad se puede desarrollar más tenue y menos grave; y por último, hay ocasiones en que la inmunidad no existe o es casi inexistente.

Desde el principio de la pandemia, la pregunta por la inmunidad fue una de las preocupaciones centrales de todos. El motivo más obvio es que, dentro de la gran familia de los coronavirus, tenemos algunos que generan inmunidad durante más de 15 años y otros que prácticamente no dejan huella en la memoria inmunitaria. Nadie tenía muy claro cuál sería el caso del SARS-CoV-2 y, de entrada, significaba que ni aún habiendo superado la enfermedad podíamos estar a salvo.

Aunque las reinfecciones supusieron un rompecabezas durante meses, ahora sabemos que (con las variantes conocidas) solo ocurren en un 1% de los casos y, en general, los mecanismos inmunitarios parecen bastante sólidos. Esto es una buena noticia: en términos generales, incluso si contamos el decaimiento de anticuerpos que encontramos en un amplio porcentaje de la población, la inmunidad aguanta los envites del virus.

Las vacunas son muy eficaces: Estas buenas noticias se extienden también a las vacunas. A lo largo de estas semanas hemos publicado varios análisis de todas las vacunas y la constante es los altos niveles de efectividad que tienen las que ya están en el mercado. Toda vez que la pauta está completa y se ha desarrollado la inmunidad, pueden aparecer síntomas leves, pero las enfermedades graves (y los fallecimientos) son rarísimos. En los países con mayores índices de vacunación las consecuencias de esto ya empiezan a notarse.

Eso no quiere decir que no puedan darse casos graves en el futuro. Más aún si, como creen algunos investigadores y autoridades sanitarias, hay variantes del virus que son capaces de burlar la protección de algunas vacunas. Mientras no alcancemos la inmunidad de grupo (y la aparición de variantes y cepas, en sí misma, pone en riesgo que podamos alcanzarla rápidamente) la seguridad de las vacunas es un dato que habrá que ir revisando de forma constante. De hecho, no hay que descartar que haya qe modificarlas sobre la marcha.

Ser inmunes y seguir contagiando: Sin embargo, las buenas noticias sobre la inmunidad dejan una pregunta en el tintero: ¿Qué pasa con ese 1% que, habiendo pasado la enfermedad, puede ser portadora de ella y es capaz de contagiar a otros? ¿Pueden ser vectores de contagio que hagan imposible controlar la pandemia? La respuesta corta es que, a medio-largo plazo, la cifra es tan baja que el posible riesgo quedará controlado por los efectos de la inmunidad de grupo.

La respuesta larga es que el riesgo que suponen ese 1% de recuperados susceptibles de reinfectarse cambia dependiendo de la situación epidemiológica de la sociedad. En efecto, puedes estar inmunizado, seguir contagiando y provocar un brote sin darte cuenta. Más aún en un momento como el actual cuando la inmunidad de grupo es aún un objetivo lejano en el horizonte.

Por eso no se han relajado las medidas de distanciamiento social (la mascarilla, la ventilación y los dos metros de distancia): estas restricciones son las que permiten, de hecho, que los menores de 55 que hayan pasado el covid puedan esperar seis meses para vacunarse sin que supongan un riesgo de salud pública.

¿Y los vacunados? Si os habéis fijado he sido muy cuidadoso al limitar ese «1%» a los contagiados susceptibles de reinfectarse. Solo hay un motivo para ello: que no sabemos qué ocurre con los vacunados. Hasta la fecha, pese a lo que se ha publicado en las últimas semanas, ningún laboratorio farmacéutico ha examinado con detalle hasta qué punto los vacunados son capaces de contagiar (asintomáticamente) la enfermedad a terceros.

Esta sí es una de las grandes cuestiones aún pendientes. Una cuestión en la que ni siquiera «experimentos nacionales» como Israel (estando como está en pleno confinamiento) pueden arrojar demasiada luz. No obstante, es cuestión de tiempo que tengamos datos sobre el asunto porque de esto depende buena parte de los cambios en las políticas públicas que se implementarán en los próximos meses.

¿Puedo visitar, entonces, a mis padres (ya vacunados)?

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El tema, como vemos, es complejo. Y está sometido a tantas variables como situaciones. Sobre todo, porque no solo hay que tener en cuenta lo relacionado con la efectividad de la vacuna, la peligrosidad de las nuevas variantes (estén o no en el país) e incluso el riesgo de contagio para uno mismo: hay que tener en cuenta los efectos de la soledad y el aislamiento en la salud física, psicológica y emocional, las características del lugar donde viven o la distancia que nos separa.

En este sentido y conforme mejore el pésimo estado epidemiológico del país, es posible que vivamos en uno de los momentos más seguros para los reencuentros familiares si estos se realizan con las medidas de seguridad adecuadas. La efectividad de las vacunas a las variantes que actualmente circulan por el país es alta y, esto es importante, no sabemos cuánto tiempo esto va a ser así. Esperar a la inmunidad de grupo es complicado porque ese escenario no está cercano. Ya sabíamos que era muy difícil alcanzarla este año, pero es que la aparición de las nuevas varaintes resistentes a las vacunas pueden retrasar el objetivo mucho más de lo esperado.

Eso sí, como digo, esto es una valoración general que debe confrontarse con las peculiaridades de cada caso. No es ningún secreto que, repetidamente, hemos defendido el principio de prudencia y la necesidad de tomar decisiones con el peor escenario siempre en mente. En este caso también: por ejemplo, no tiene sentido prescindir de todas las medidas de seguridad que conocemos bien. Sin embargo, la prudencia no es un sinónimo del fatalismo. Casi al contrario, para poder tomar decisiones razonables, debemos examinar todas las debilidades y fortalezas. Las de hoy en día son las que son.

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La noticia

Mis padres, abuelos y familiares ya han sido vacunados y me pregunto si es seguro visitarlos: esto es lo que sabemos

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Xataka

por
Javier Jiménez

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