Miles de presas amenazan con el colapso: son demasiado viejas y ponen en peligro las poblaciones cercanas

La presa Mullaperiyar, en India, tiene varias grietas importantes. Las provocaron los seísmos de 1979 y 2011, y los expertos indican que un futuro seísmo de 6,5 grados en la escala de Richter podría hacer que se viniese totalmente abajo y amenazase la vida de los tres millones de personas que viven en las cercanías.

El problema, como indican en un estudio de Naciones Unidas, afecta a decenas de miles de presas en todo el mundo. Su ciclo de vida está llegando a su fin, y ponen en riesgo la vida de todos esos millones de personas que viven cerca de ellas.

Presas en estado de alerta

Demasiadas presas han alcanzado o sobrepasado la barrera en la que dichas construcciones comienzan a estar en riesgo. Se calcula normalmente un periodo de 50 años como ciclo de vida de estas instalaciones, pero miles en todo el mundo superan con creces esa edad e incluso se acercan a los 100 años.

A mediados del siglo XX se produjo una clara fiebre por construir grandes presas —China tiene 24.000 de ellas—, pero aunque hay planes en diversos países para construir nuevas presas, no se producirá esa «revolución» que se vivió en aquella época. El ritmo, que era de «miles de grandes presas» (aquellas con una altura superior a 15 metros) construidas al año, se ha reducido a apenas un centenar al año.

De hecho en Naciones Unidas explican que «en 2050 la mayoría de la humanidad vivirá aguas abajo de las grandes presas construidas en el s. XX«, y dichas presas «corren un riesgo cada vez mayor de fallar». Aunque no hay estadísticas que registren fallos, sí se sabe que el ritmo de problemas ha crecido de forma notable desde 2005.

En España hay algo más de 1.000 grandes presas y su edad promedio es de 56 años, y como en otros muchos casos su propósito ha sido el suministro de agua, riego, control de inundaciones y, por supuesto, la producción de energía hidroeléctrica, una opción cada vez más en segundo plano ante el avance de renovables como la energía solar o la eólica.

Muchos de quienes gestionan esas presas acaban tomando la decisión de desmantelar esas presas ya envejecidas. Esa opción es más reducido que asumir las reparaciones, pero dichas operaciones pueden afectar de forma notable la economía de países de bajos ingresos para los que la destrucción de estas estructuras es más preocupante.

Aún así el desmantelamiento es aún un proceso delicado que sobre todo se ha realizado en presas de pequeño tamaño: los ejemplos para presas de gran tamaño son escasos, y el proceso, que ya es largo y complicado para presas pequeñas, es aún más complejo en el caso de grandes instalaciones.

Tenemos un ejemplo reciente en la presa Glines Canyon en Olympic Park, Washington, que tras 87 años operativa fue desmantelada en 2014 tras dos décadas de trabajo.

Vía | Yale


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Xataka

por
Javier Pastor

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