Le preguntaron al mejor ajedrecista del mundo cuánto alcohol tendría que beber para perder una partida. Hemos hecho números


«¿Cuántas cervezas tendrías que beber para que yo te gane a una partida de ajedrez clásico?». La pregunta se la hicieron a Magnus Carlsen (gran maestro y actual número uno del ajedrez mundial) hace un par de semanas. Y no se lo hizo un cualquiera: se la hizo Levy Rozman, maestro internacional y el youtuber ajedrecístico más importante del momento.

Carlsen sonrió y dijo: «probablemente empezaría con 20 y seguiría a partir de ahí».

«Vale, vale». Dudando si la respuesta era en serio o se trataba de una broma, Rozman cambió de tema algo desconcertado. Sin embargo, el tema es muy interesante. ¿Hasta qué punto afecta el alcohol a las habilidades cognitivas?

Carlsen vs Rozman. La pregunta es especialmente interesante en ajedrez porque este deporte tiene un sistema que permite estimar la probabilidad de que un jugador pierda con otro: el Elo. Cuando se hizo la entrevista, Magnus tenía un elo de 2830 puntos y Levy uno de 2322. 508 puntos de diferencia: es decir, en condiciones normales, Levy Rozman tenía un 4% de posibilidades de ganar una partida.

Pero lo cierto es que Carlsen es una bestia parda. Lleva 16 años sin perder en ajedrez clásico ante alguien de menos de 2400 puntos. Su peor derrota fue en 2008, cuando perdió contra un jugador con un elo de 2512 (pero, según explicó él mismo, se puso nervioso porque su contrincante llevaba reloj — algo que está prohibido por las normas de la FIDE).

Según este sistema, si la diferencia está por encima de los 735 puntos, no hay posibilidades de que el jugador más débil gane.

Y aquí entraría el alcohol… El sistema Elo, desgraciadamente, no viene con una tabla sobre los efectos del alcohol en ella, pero sabemos que no son menores. En 2009, el gran maestro Vladislav Tkachiev fue incapaz de acabar una partida porque, borracho como una cuba, se quedó dormido después de 11 jugadas.

¿Qué le hace el alcohol a nuestra capacidad cognitiva? El alcohol es el «hábito tóxico más extendido del mundo» y eso hace que todo el mundo esté al corriente de sus efectos cognitivos más importantes. Son muchos; pero, para lo que nos interesa, hay algunos especialmente críticos.

Consumir alcohol afecta a funciones ejecutivas (pdf) como la flexibilidad cognitiva, la fluidez verbal fonológica, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento. También tiene un efecto perjudicial en la toma de decisiones. Esto serían problemas.

Además, el alcohol también pone en problemas la psicomotricidad y otros procesos físicos.

Un estilo más agresivo. Sin embargo, el alcohol también tiene efectos que podrían ser útiles en las partidas. Puede generar una falsa seguridad, llevarnos a asumir más riesgos y disminuir nuestro sentido de la prudencia. JustGettingThisOffMyChess analizaba en Chess.com el estilo de juego de algunos ajedrecistas con conocidos problemas con el alcohol y sus conclusiones son, de hecho, que eran muy agresivos.

En el ajedrez contemporáneo, sorprender es importante. Así que esto podría ser una baza.

Si no te gusta el ajedrez tradicional, aquí tienes 17 "forks" del juego que conquista a medio mundo

¿20 cervezas son suficientes para frenar a la bestia nórdica? Carlsen es el mejor jugador del mundo en activo y, sinceramente, cuesta trabajo imaginarlo perder contra un jugador como Rozman aunque, como Tkachiev, se durmiera en mitad de la partida.

Antes de 2019, Carlsen bebía mucho alcohol y, de hecho, era famoso por jugar online mientras consumía. No obstante, como él mismo explico, algunas malas experiencias había dejado de beber. 

Eso solo refuerza la idea de que las «20 cervezas» eran una broma. Siendo realistas, a partir de cuatro cervezas — una concentración de 0,08 alcohol en sangre — las capacidades cognitivas decaen rapidísimamente. Y a partir de la quinta, los errores empezarían a acumularse hasta hacerse insostenibles un poco después.

Imagen | Andreas Kontokanis

En Xataka | El mundo del ajedrez se enfrenta a su peor amenaza en años: las acusaciones de trampas



Fuente