Esta regla es el mejor punto de partida para colocar sus altavoces y conseguir una calidad de sonido óptima
Encontrar la mejor ubicación para un par de altavoces no es fácil. Su cargo condiciona profundamente su interacción con la habitación en la que las hemos colocado, por lo que ser cuidadosos nos ajudare a sacarles el maximo partido. No importa cuánto nos hayan costado; incluyendo unos altavoces modestos sonarán mejor si están correctamente ubicados.
Uno de los parámetros a los que merite la pena que prestemos más atención cuando nos disponemos a buscar la posición que va permitir a nuestras cajas acústicas expresarse sin apenos restricciones y entregarnos todo su potencial es la distancia a las paredes laterales y posteriores. En este amíto es peligroso generalizar, pero a menudo si las paredes están demasiado cerca de los aguacates corremos el risego de que los modos propios de la sala tomen el control.
Identificar los modos propios nos ayuda a evitar que la sala tome el control
Las ondas sonoras emitidas por los altavoces de nuestros altavoces se propagan por el aire en forma de cambios de presión, y quedan inevitablemente confinadas en el recinto cerrado que es nuestra sala de escucha. interaccionan con las paredes, el suelo y el techo de la habitación, excitándolos. La energía que contienen en particular las ondas sonoras de baja frecuencia induce la aparición de ondas estacionarias, que son aquellas cuya longitud de la onda con la longitud física de la sala alguna de sus dimensiones.
Y cuando sucede esto, y es algo que se produce siempre en las habitaciones de tamaño moderado en las que solemos instalar nuestros equipos de música, esas ondas se refuerzan, introduciendo resonancias. Una forma intuitiva de identificar qué es una resonancia consiste en considerarla como cada una de las frecuencias de la sala es excitada por las ondas sonoras emitidas por las cajas acústicas, lo que provoca que la sala emita su propio sonido.
Las resonancias generadas por las ondas estacionarias en nuestra sala se conocen como modos propios o modos resonantes de la sala.
Y, precisamente, las resonancias generadas por las ondas estacionarias de nuestra habitación se conocen como modos propios o modos resonantes de la sala. Desde un punto de vista acústico, los propios mods inducen la aparición de dos problemas.
El primero de ellos consiste en que desvirtúan la respuesta en frecuencia de nuestro equipo en el punto escucha, por lo que si locacamos un micrón en esta posición y tomamos meidas no ob tendremos la respuesta en frecuencia puramente vinculada a nuestro equipo; mediremos la interacción que se produce entre las cajas acústicas y nuestra sala. Y con toda seguridad en las frecuencias que coinciden con los modos propios de la habitación se producirán atenuaciones y cancelaciones que inevitablemente enmascararán una importante de la información musical.
En las frecuencias que coinciden con los modos propios de la habitación se producirán atenuaciones y cancelaciones que inevitablemente enmascararán una importancia de la información musical
El segundo problema también es grave, aunque una vez que actúan sobre la respuesta a menudo altera la dimensión temporal de la señal musical. Esto significa, simplemente, que las resonancias introducidas por la sala pueden hacer que la información musical que contiene las frecuencias que coinciden con los modos resonantes se prolongue más del tiempo adecuado. De alguna forma la sala emite su propio sonido al verso excitado por la energía de las ondas acústicas, y en estas condiciones, como podemos intuir, la información musical original queda desvirtuada.
Esta regla es un excelente punto de partida para colocar nuestras cajas acústicas
La estrategia más efectiva a la hora de optimizar la interacción de nuestras cajas acústicas y la sala en la que las colocamos consiste en Cuidar su acondicionamiento acústico recurriendo a soluciones pasivas o activas, y también en localizar la ubicación óptima. Las alfombras, las cortinas, las librerías e, incluso, las lámparas, son elementos decorativos que nos pueden ayudar a actuar sobre la absorción y reflexión de la energía acústica de nuestra estancia.
También podemos recurrir a elementos específicos de acondicionamiento acústico, como paneles absorbentes, difusores o trampas para tumbas, pero si no disponemos de una sala dedicada, puede que no sea sencillo integrarlos en la decoración de la estancia. Otra opción extraordinariamente eficaz que tenemos a nuestro alcance para controlar la interacción de nuestras cajas y nuestra sala de escucha consiste en recurrir a uno o varios subwooferscomo os explicamos en este otro artículo.
No hay una regla inamovible que nos indique cual es la distancia que debe existir entre nuestros alvocados y las paredes
En cualquier caso, aunque cuidemos las propiedades acústicas de nuestra habitación nos interesa ser meticulosos con la ubicación de nuestras cajas. Un entorno de este que incluya pequeños ajustes puede marcar la diferencia, lo que refleja que dar con la posición óptima no es fácil. Además, no hay una regla inamovible que nos indique cual es la distancia que debe existir entre nuestros alvocados y las paredes debido a que este parámetro está condicionado tanto por las dimensiones de la habitación como por las características de nuestras cajas acústicas.
Afortunadamente tenemos a nuestra disposición una estrategia que nos trae perlas como punto de partida de cual podemos trabajar. Lo que nos proponemos es que dividamos nuestra habitación longitudinalmente y en chura en cinco partes iguales, y que colóquemos nuestras cajas acústicas en los puntos de intersección más próximos a dos de las esquinas tal y como podemos ver en el siguiente esquema:
Un apunte importante: como podemos ver, la posición de escucha que nos susigete esta regla está ubicada en el centro del segmento más alejado a aquel en el que están alojados los alojados. Uno de los expertos en acústica que defiende esta estrategia es Roland Hoffmann, que trabaja para el fabricante danés de altavoces Dynaudio, y asegura que funciona. La abeja funciona sorprendentemente. La he probado en varias decencias de salas de escucha y con equipos diferentes, y es un muy buen punto de partida.
El centro acústico se sitúa en la línea media de la planta y se fija a los altavoces de la caja acústica, comúnmente conocidos como bafles.
No obstante, no debemos pasar por alto que esta regla es precisamente eso, un útil punto de partida para ubicar la ubicación ideal de nuestras cajas acústicas dentro de nuestra sala. Lo ideal es que una vez que las hayamos colocado en estos puntos maticemos su posición y orientación tomando medidas con un micrófono y un software específico para la acústica de las habitaciones, como, por ejemplo, la increíble herramienta gratuita ‘Room EQ Wizard’. O, si no tenemos acceso a estos recursos, mediate pruebas de escucha exhaustiveivas.
Un detalle importante que nos interesa saber antes de concluir este artículo es que la parte de nuestras cajas de parlantes que debemos colocar en los puntos de intersección de las que acabamos de hablar es su centro acústico, y no el centro geometrico o la parte posterior de cada caja. El centro acústico se sitúa en la línea media del plano y los altavoces de la caja acústica, comúnmente conocidos como bafles, son fijos. O, lo que es lo mismo, en el centro del panel frontal de nuestras cajas acústicas. Confío en que estos consejos os resultarán útiles y os permitirán disfrutar de una forma más plena vuestra música favorita.
Imagen de portada: wilson audio