En una guerra con drones y misiles hipersónicos, Rusia ha recurrido a una tecnología de hace más de 150 años: el morse


La guerra moderna se hará con drones, sistemas de superioridad informática e inteligencia artificial. Hace unos años ya vimos un avance, con el despliegue de armas y sistemas en el campo de batalla que no se habían visto a esa escala hasta entonces. Actualmente, estamos hablando de submarinos autónomos, drones que pueden simular ser una flota de barcos para confundir a los radares, armas láser y la mismísima guerra espacial.

Sin embargo, en la guerra de Ucrania, Rusia sigue utilizando algo tan arcaico como el código Morse. Y en medio de la guerra tecnológica, tiene sentido.

Rebobinando al siglo XIX. En el primer cuarto del siglo XIX se produjeron avances en la telegrafía electromagnética que permitieron enviar pulsos de corriente eléctrica a lo largo de cables. En estas primeras máquinas, los operadores tenían que estar pendientes a los impulsos eléctricos reflejados en el sistema, pero también tenían que escribir el mensaje. En 1837, el pintor Samuel Morse, el físico Joseph Henry y el ingeniero Alfred Vail desarrollaron un telégrafo eléctrico que dibujaba un sistema de rayas y puntos en una cinta.

Este sistema se utilizó durante unos años hasta que se dieron cuenta de que el aparato receptor hacía un sonido a medida que marcaba la cinta y se bautizó los pulsos cortos como ‘dit’ y los largos o guiones como ‘dah’. Además, se percataron de que los operadores sabía decodificar mejor el código cuando era sonoro que cuando era escrito y se optimizó el lenguaje.

Segunda Guerra Mundial. La radiotelegrafía era (y es) un sistema tremendamente versátil y que requiere muy poca energía para funcionar a largas distancias, por lo que ha sido muy empleado desde su concepción. Sin embargo, el bautismo de fuego, y donde resultó crucial, fue tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial. Principalmente, se utilizó para enviar mensajes entre las bases navales y los buques de guerra, pero también entre barcos.

La comunicación de radio era arcaica y no estaba protegida, por lo que el código Morse se convirtió en protagonista al poderse enviar mensajes encriptados. Y, además de entre barcos, también se utilizó en mensajes con aviones de largo alcance. A las puertas del siglo XXI, el Morse cayó en desuso, pero aún hay quien lo utiliza de forma oficial y se siguen otorgando licencias.

Rusia en Ucrania. Así, llegamos a la guerra actual, la guerra más tecnológica que está viviendo varios frentes en diferentes partes del mundo. Uno de ellos es el que se da en el este de Europa tras la invasión rusa a Ucrania. Y se ha descubierto que en esta época hipertecnológica, aún se utiliza el Morse en un conflicto.

Concretamente, los bombarderos rusos o los barcos de la Flota del Báltico que transmiten a sus centros de control y cuarteles generales en tierra. Es algo que puede contrastar cuando estamos hablando de que se están utilizando vehículos autónomos en esta guerra, pero que al final demuestra que las soluciones ‘tradicionales’, si funcionan, se pueden seguir usando. Se ha cazado gracias a un mensaje que indicaba las condiciones meteorológicas a todos los barcos rusos en el Mar Báltico.

Eficiente y seguro. Algo importante para comprender el motivo por el que Rusia sigue usando el Morse es que, a lo largo de los años, ha quedado patente que es mucho más similar a la transmisión de un idioma hablado que a la de la transmisión escrita, por lo que los operarios entrenados pueden desentrañar con facilidad los mensajes. Otro punto muy importante es que la cantidad de energía que necesita para funcionar es ínfima. Además, utiliza un ancho de banda muy estrecho y es fácil de encriptar.

Todos estos aspectos permiten que este sistema de comunicación, con más de 150 años a sus espaldas y que ha sido sustituido por tecnologías más modernas en todos los ámbitos, siga estando presente en un conflicto bélico actual.

Imagen | Ezel

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