El secreto para dormir mejor es tan sencillo como puterse un antifaz (y la ciencia lo avala)


Cuando Viviana Greco se mudó a Gales, vivió una experiencia que muchos conocemos de primera mano: las casas no contaban con persianas, y eso repercutía en la calidad de su sueño. Pero el campo de investigación de Greco fue precisamente el sueño, por lo que su problema se convirtió en inspiración y decidió resolver una duda que le había surgido: ¿Ayudan las máscaras de noche a nuestro sueño?

Ponerse un faz nocturno, de los que tapan nuestros ojos para que la luz de nuestro entorno no nos afecte al dormir, puede mejorar la calidad de nuestro sueño y así ayudarnos a un mejor rendimiento en diversas tareas al día siguiente, según los experimentos realizados por Greco y su equipo.

A través de dos experimentos, los investigadores analizaron los efectos de dormir con mascarilla y observaron que cuando los participantes de sus experimentos dormían con mascarillas dempenaban mejor algunas tareas propuestas por los investigadores a la jornada siguiente. Estas tareas tienen una capacidad mediana de aprendizaje en un ejercicio de asociación de palabras; y un test de vigilancia psicomotriz con el que se analizó la capacidad de atención y alerta.

Los investigadores observaron esta mejora en ambos experimentos, pero en el segundo incluyeron un análisis más exhaustivo del sueño de los participantes utilizando fotómetros en las habitaciones y electroencefalogramas que permitieron estudiar con mayor precisión las fases del sueño. Los estudios del detalle han sido recientes publicados en forma de artículo en la revista Dormir.

Gracias a esto, los investigadores lograron comprender la mejor razón posible detrás de la asociación entre el uso de antifaz y el mejor rendimiento posterior. Los participantes que utilizaron antifaz no durmieron durante más tiempo, la clave estaba en la fase mas profunda del sueño.

Gracias a esto, los investigadores lograron comprender la mejor razón posible detrás de la asociación entre el uso de antifaz y el mejor rendimiento posterior. Los participantes que utilizaron antifaz no dormían durante más tiempo, la clave estaba en la fase más profunda del sueño.

Si bien el uso del antifaz no hacía que los participantes durmieran durante más tiempo sí lograba prolongar la fase de sueño de ondas lentas o fase No-REM 3. Esta fase del sueño suele asociarse con el crecimiento, memoria e incluso con la función correcta del sistema inmune. También es una fase en la que podemos soñaraunque los sueños se asocian más a la fase de movimiento ocular rápido (REM).

El resultado no es del todo sorprendente. Sabemos que la luz es uno de los factores clave de nuestro “reloj biológico”, que controla nuestros ciclos diarios de sueño y sueño. La luz que recibimos está relacionada con el momento del día en el que empezamos a segregar melatonina, una hormona que nos prepara para dormir.

Por supuesto, echar la persiana puede evitarnos tener que recurrir a los antifaces, al menos en la mayoría de los casos. Ni siquiera las persianas o elementos similares a las contraventanas permiten siempre una oscuridad plena, más aún en presencia de dispositivos electrónicos y otras fuentes de luz que pueden estar presentes en nuestros dormitorios. Es por eso que la posibilidad de usar un antifaz puede llegar a ser utilis incluido ai where las persianas son la norma.

Imagen | Victoria_Acuarela



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