cómo el streaming mató a HBO y acabó con la Edad de Oro de las series


La transformación de HBO Max en Max a secas es algo más que un cambio de branding: no ha supuesto la muerte de HBO, como se ha oído decir, ya que la marca sigue perfectamente definida dentro de ese paraguas que es Max y que incluye desde las series clásicas de la plataforma a realities de citas en porretas. Sin embargo, HBO lleva un tiempo renqueando por otros motivos, y no es precisamente el nacimiento de Max, sino la muerte de una forma de hacer televisión.

Qué es la Peak TV. Peak TV, o Prestige TV o, ejem, La Edad de Oro de la Televisión, es una etapa larga y reciente de la producción televisiva caracterizada por la alta calidad de sus series, de forma más o menos consensuada. Sus límites, como siempre en estos casos, son difusos, pero podemos fijar un principio tan bueno como cualquier otro en 1999, con el estreno de ‘Los Soprano’. ¿Otros ejemplos? ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ (1999), ‘The Wire’ (2002), ‘Lost’ (2004), ‘Battlestar Galactica’ (2004), ‘Mad Men’ (2007), ‘Breaking Bad’ (2008), ‘The Walking Dead’ (2010), ‘Juego de tronos’ (2011) o ‘House of Cards’ (2013).

La importancia de HBO. Como se puede ver con un rápido vistazo a esa lista, HBO (o incluso, más allá, el «estilo HBO», que empapa a series que no eran de la plataforma por cable, como ‘Breaking Bad’) tuvo una importancia capital en este sello. Sin embargo, llegó a un punto en el que empezó a decaer. Y hay cifras: por ejemplo, en 2023 se estrenaron 516 series originales, lo que supuso una caída de un 14% con respecto al año anterior. De hecho, esta fase de caída ya llevaba prediciéndose desde hace años, con analistas hablando de la decadencia de la Peak TV para 2016 o 2017… pero no contaron con la explosión del streaming, que insufló un balón de oxígeno a la producción de series.

Malos tiempos para el estilo HBO. El volantazo que dio HBO, con el nacimiento del nuevo siglo y con series como ‘Los Soprano’ o ‘The Wire’, fue en términos de ritmo. Al plantear la necesidad de contar una historia que precisaba de de diez horas o más para ser narrada, se impusieron ritmos lentos, a menudo introspectivos, que chocaban con el estilo febril de la televisión clásica. Sin embargo, ese estilo está revertiendo porque se han impuesto los códigos del streaming, especialmente los procedentes de Netflix, que con sus estrenos simultáneos de temporadas completas favorecen los atracones y, por tanto, episodios más ligeros y que impidan que los espectadores se aburran.

2023 anno horribilis. La etapa de caída que vive actualmente la Peak TV coincide con una serie de circunstancias que han generado una crisis que va más allá de HBO: dos huelgas de creadores que han puesto en jaque la industria; un actor tan poderoso como Warner dando el pistoletazo de salida a recortes y restricciones que empezó en HBO Max y ha acabado contagiando a otras plataformas, como Disney+; Netflix anunciando pérdidas vertiginosas de suscriptores en 2022 que, aunque se trataba de un bache que ya ha sido superado, inauguró también en el gigante del streaming una época de recortes… todo ello ha impactado en esa televisión de calidad, muy cara de producir, que ahora está en franca recesión.

Una nueva era para la televisión. Toda subida tiene su caída, es obvio, y ya no se trata de que la Peak TV tenía que acabar en algún momento. Es que en 2020, tras la pandemia, y como explicaba Variety en este informe, se produjo un incremento nunca antes visto de producciones para streaming como fruto del estallido de las plataformas que generaron las restricciones emparejadas al COVID. Esa producción extraordinaria era insostenible y ahora estamos viviendo la recesión: la resaca del tsunami se ha llevado por delante el ritmo de producción enloquecido del streaming, pero también ha impuesto unos códigos visuales y presupuestarios muy lejanos a los de la HBO de principios de siglo.

Tele barata. Además de todas estas restricciones que conlleva una época de recesión como la actual, Netflix ha impuesto unos códigos visuales y presupuestarios que se alejan del estilo lujoso de la Peak TV: menos inversión económica, estética más televisiva y menos cinematográfica, profusión de CGI, textura digital que se intenta camuflar con colores chillones… el 44% de lo que se produce en streaming procede de Netflix, como contabilizaba el mencionado informe de Variety, así que es normal que la plataforma haya impuesto su estilo y sus códigos. Ha terminado la era en la que la televisión era más que televisión.

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