Barry Sharpless estaba convencido de que los químicos llevarían siglos complicándose demasiado. Su Nobel le da la razon


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Barry Sharpless tenia la vida resuelta. Empezaban los años 2000 y acababan de dar el premio Nobel; Tenía 60 años y un puestazo en el Scripps Research Institute de California. Cualquier otra persona, se hubiera puesto comodo y hubiera disfrutado de la fama. Pero Sharpless no era alguien cualquiera: se le había metido entre ceja y ceja que los quimicos llevaban desde el siglo XVIII complicando la vida y habia una forma mas facil de hacer las cosas.

Y, a fine, tenía razón.

La obsesión por la naturaleza.

Desde ese siglo XVIII, los químicos utilizaron la naturaleza como modelo a seguir. Tiene sentido: la vida es una catedral de asombrosa complejidad química y sus estructuras moleculares están siempre un paso más allá de lo que la imaginación humana puede alcanzar. Por eso mismo, la imitación de moléculas naturales ha constituido una parte fundamental en el desarrollo de nuestra comprensión de la realidad. Gracias a esas moleculas complejas, hemos podido hacer cosas dignas de la ciencia ficcion.

Sin embargo, somos unos meros aprendices en esto de la ingeniería química. Cuanto más compleja es una molecula, mas pasos necessitamos y cada uno de esos pasos crea subproductos no deseados. Avanzar en la síntez de una molecula compleja conlleva eliminar todos los subproductos no deseados; es decir, las «construcciones exigentes» (construcciones que ahora mismo son fundamentales en biomedicina) require mucho tiempo y recursos, y muchos desechos para llegar a buen puerto.

Eso era lo que preocupaba a Barry Sharpless. No ya a nivel tecnologico, ni productivo. A Sharpless le mosqueaba que la idea de que las cosas que tenien que ser así (pesadas, lentas, repititivas) estuvia tan metida en el tuétano de la química contemporánea que nadie buscara otra forma de hacerlo. Hola, en 2001 acuñó la idea de «química de click»: la idea de que podíamos llegar a moléculas complejas no de una manera «genealógica» como hasta ese momento, sino de una forma «funcional»: como si las partículas se encontraran conjuntos de bloques constructivos que se puedieren ensamblar de forma rápida y eficiente.

El minimalismo de Sharpless reivindicaba que era hora de que los químicos dejaran de imitar a la naturaleza y empezaran a pensar por libre. Imitar a la naturaleza los llevaban normalme a callejones sin salida; pero si se paraban a pensarlo… nada exigía que siguieran ese camino. Sharpless propuso a sus colegas que, en lugar de tratar de construir moléculas complejas desde cero, usaran otras moléculas más pequeñas como piezas de un rompecabezas y las encajaran entre sí.

Una revolución que cambió el mundo. Literalmente

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Y boom. La «Química Clic» no solo ahorró a los productos químicos de trabajo para desarrollar procedimientos de síntez: les horró la pérdida de material que conllevaba la aparición indeseada de aquellos subproductos que no se usaban. De repente, tenían un sistema más fácil, más económico y más ecológico para hacer química compleja. Solo hizo falta que cuando Morten Meldal y Barry Sharpless, independientemente uno del otro, descubrieron la «azida-alquino catalizada por cobre» (reacción que permitía unificar moléculas pequeñas de forma rápida y eficiente) para esta tecnología está cambiando el mundo.

Carolyn R. Bertozzi, Morten Meldal y K. Barry Sharpless se llevan el Nobel de Química en 2022

Y no estoy exagerando. Lo que ninguno de esos dos investigadores se imaginaba es que se pudiera utilizar este enfoque en seres vivos. Bertozzi, la tercera laureada con el Nobel de hoy, demostró que la química química de la célula podría usarse para alterar la química normal de la célula. En un principio, la idea era utilizarla para mapear cómo funcionan los mecanismos celulares, pero rápidamente empezaba a ser un elemento central en las nuevas vías del tratamiento y el diagnóstico del cáncer. Y este es solo el principio.

Porque, al final, el premio Nobel de química de 2022 es una «carta de amor» a cómo veces no faltan grandes descubrimientos para cambiar el mundo: a veces basta una idea simple y bien implementada.

Imagen | Eli Burakian



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