Violencia machista: “En Colombia se ha vuelto normal que maten a las mujeres” | Sociedad


Yamile Roncancio (en el centro) durante una actividad de la Fundación Feminicidios Colombia.

Mariela Moncada fue asesinada la madrugada del 31 de diciembre en Santander, en el oriente de Colombia. Sus vecinos creían que el ruido que los hizo levantarse de la cama era el sonido de la pólvora, pero al día siguiente descubrieron que habían sido varios disparos. A pocas casas de distancia, un hombre mató a tiros a su esposa y luego se suicidó. Pocas horas después, otras dos mujeres fueron asesinadas, también por sus parejas, pero esta vez apuñaladas. Yamile Roncancio, directora de la Fundación Feminicidios Colombia, cree que el país no reacciona lo suficiente cuando una mujer es víctima de violencia machista. Según el observatorio bajo su dirección, que toma cifras de la policía y reportes de prensa, en 2021 hubo al menos 267 feminicidios. Puede haber más, pero su organización solo habla de casos que, tras un análisis de los hechos y según la jurisprudencia, entran en esta categoría. Hay tantos en una lista en los que trabajan para la confirmación.

“Hay una mala narrativa de los feminicidios y por eso la sociedad no mide la gravedad. La prensa sigue titulando: ‘la mató por un ataque de celos’, ‘porque ella lo había dejado’, ‘cuestiona Roncancio. Además de llevar un registro de cada muerte, “el conteo que nadie quiere hacer”, dice, representa legalmente a los sobrevivientes o a las familias de las víctimas. La fundación, que cuenta con el apoyo de la Embajada de Austria en Colombia, también acompaña a niños que quedan huérfanos tras el asesinato de sus madres. “Les ofrecemos ayuda en todo, si tenemos que demandar al Estado, si tenemos que hacer una tutela para que presten servicios de salud”. A cambio de la ayuda, las familias aceptan no hablar con la prensa. La cobertura mediática de los casos y su exposición en redes casi siempre los revictimiza.

“En Colombia se ha vuelto normal que las mujeres sean asesinadas. no reacciona, incluso cuando se trata de feminicidios de niñas. Ante esta noticia, la gente sigue normal. Cuando matan a una mujer no pasa nada”, dice Roncancio. A pesar de que esta abogada es sobreviviente de abuso sexual, no fue su caso lo que la animó a llevar un registro de la violencia machista en el país. “Cuando leí una noticia en la que el femicida llamaba a la madre de la víctima y le decía: ‘Señora, yo maté a su hija’ no entendía cómo alguien podía ser tan despiadado y cómo nadie salía a protestar, pero claro, es que aquí está el pan de cada día…”, dice recordando el caso que en 2018 la impulsó a crear el observatorio. En los tres años que lleva en marcha se ha dedicado a limpiar los números de la policía, que no suele tipificar cuando se trata de feminicidios.

“Si en todos los casos en los que muere una mujer se dice que es feminicidio, entonces ninguno lo es”, dice Roncancio para explicar por qué solo hasta que estudien caso por caso y tengan la forma de probar que fue un delito machista. esto entra en sus registros.

Según la Fiscalía General de la Nación, de enero a agosto pasado, al menos 600 mujeres fueron asesinadas. Aunque no todos los casos fueron sobre feminicidios, la misma entidad ha lamentado la desprotección de las mujeres en un país cuya violencia generalizada también las ataca. Según la misma entidad, en los últimos tres años, el inicio de la pandemia, 2020, había sido el más letal para las mujeres. “Las medidas adoptadas durante la pandemia, sobre todo en el confinamiento, imposibilitaron denunciar las agresiones cometidas en los domicilios y obligaron a las víctimas a convivir con sus victimarios”, denunció entonces Carlos Camargo, el Defensor del Pueblo. La pandemia se extendió y los números aumentaron. En 2020 hubo 136 feminicidios, el año pasado cerró con más de 200 y este año, en las primeras horas de enero, ya eran dos.

“Cuatro años de observación y no es un día de cambio. Las cifras no cambian mucho, pero son constantes”, lamenta Roncancio. Los agresores están en la mayoría de los casos bajo el mismo techo que las víctimas. “La pandemia visibilizó y profundizó las barreras que enfrentan las mujeres para acceder a sus derechos y a una vida libre de violencia. Para algunas mujeres, el lugar más inseguro es su propia casa”, afirmó la Defensoría del Pueblo.

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