Teresa, bebé robada: «Si volviera a nacer me gustaría tener la misma vida pero quiero conocer mis orígenes»

ARACELI GUEDE / DAVID YAGÜE

Bebés robados

Cuando los padres de Teresa la adoptaron en noviembre de 1982 en la madrileña clínica de La Milagrosa recibieron una clara indicación: «Si algún día pregunta, dadle esta carta». Bajo el título No llores que vas a ser feliz, la misiva, mecanografiada, venía firmada por la madre biológica y en ella exponía que no quería al ser que estaba creciendo en su vientre. La pareja regresó a su casa de Navarra pensando que había realizado una adopción legal y así lo creyó durante los dieciséis años siguientes.

Aquella pequeña siempre supo que era adoptada. «Mis padres intentaban explicármelo. Me decían que no habían podido tener hijos y que habían ido a Madrid a buscarme. Pero yo no fui realmente consciente de ello hasta que, con cuatro o cinco años, una niña en el colegio me dijo que ellos no eran mis padres», relata hoy ya como adulta ante la mirada de Neus Roig. Teresa ha decidido acompañar a la antropóloga en la promoción de su libro sobre el tráfico de bebés en España entre 1936 y 1996 «para que se vea lo que pasó, para ayudar a todas las víctimas y para que se haga algo al respecto».

Teresa, bebé robadaEsta joven inició la búsqueda de sus orígenes en 2008, cuando aún apenas se hablaba de la trama de los bebés robados. «Está todo en el Registro Civil», les habían dicho a sus adoptantes. Pero no era verdad. No encontró nada sobre su prohijamiento ni allí, ni en el Instituto del Menor ni en los archivos de la Comunidad de Madrid. Tampoco en la clínica hay documentación sobre su nacimiento.

Un abogado le explicó entonces que había indicios de que su adopción no hubiese sido legal y decidió colgar en Facebook  la carta con la que supuestamente su progenitora había renunciado a ella. «Neus la vio y me dijo que era imposible que la hubiera escrito una madre», recuerda. Las sospechas de que se trata de un texto tipo que les ponían delante  a las mujeres embarazadas se agravaron al aparecer cuatro cartas más, fechadas en tres décadas diferentes —los 60, 70 y 80— pero exactamente iguales.

«Hay una trama organizada que viene desde hace muchos años, que fue evolucionando, pero no se le quiere meter mano ni a la Iglesia ni al Gobierno y la justicia no está haciendo nada», denuncia esta víctima, cuyo caso es uno de los 2.000 que han sido archivados por falta de pruebas o porque los delitos han prescrito. Este lunes se conocerá la sentencia del único que ha llegado a juicio: el de Inés Madrigal contra el doctor Eduardo Vela.

Teresa, bebé robadaEl sobreseimiento impide que se pueda avanzar en la investigación y de esa forma es imposible saber por ejemplo por qué aquel matrimonio navarro tuvo que hacer el pago por la adopción en cuentas de dos bancos distintos, uno en Badajoz y otro en Madrid. Pero pese a los obstáculos, Teresa no se rinde: «Intento pensar en otras vías de las que tirar. En 2008 lo cogí con mucha energía. Inviertes mucho tiempo y muchas horas y conforme pasa el tiempo te vas cansando pero es ahora cuando tengo que luchar porque, cuanto más tiempo pase, más se va a perder el rastro».

«Yo no solo quiero descubrir quiénes son mis padres biológicos, sino además poder ayudar a todas las víctimas. Me he sentido muy arropada desde el principio porque fui de los primeros adoptados que empezó a indagar y para los padres que están buscando a sus hijos era un hilo de esperanza saber que estos también podrían estar buscándoles a ellos», cuenta y anima a los adoptados en su misma situación a perseverar, sin miedo a lo que puedan encontrar.

Ella, sin duda, prefiere  saber la verdad: «Mucha gente me dice que para que voy a buscar si tengo a mis padres. Ellos también se sienten engañados y quieren saber qué pasó y  sí, tengo los padres que quiero y si volviera a nacer me gustaría tener la misma vida, pero quiero conocer mis orígenes, saber si tengo hermanos… No buscamos dinero sino saber de dónde venimos».

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