Señores no se engañen, que el pueblo no es tan pendejo

Santo Domingo. Los opinadores al servicio del retroceso pretenden desacreditar la gestión del presidente Danilo Medina, intentando desconocer las múltiples realizaciones de su gestión, creyendo poder reducir las visitas semanales que realiza el presidente a la simple expresión de que va a “saltar charquitos” a las comunidades.

Pero resulta imposible deslucir las acciones de un presidente que llevan soluciones a problemas puntuales de la gente pobre y de sus comunidades. Pretender invalidar todo lo que el presidente Medina le ha aportado mediante las Visitas Sorpresa al campo dominicano, es un solemne despropósito, que no lograrán. Pues, aun no siendo una gestión perfecta, la del presidente Medina (ninguna lo es), está más que demostrado que ha logrado de la forma más directa, persistente y dedicada posible, impactar la calidad de vida de la gente.

Estoy consciente que lo mejor que pueden hacer los opositores de Medina, dentro y  fuera de su partido, es trabajar para hacer una oferta electoral convincente y veraz, porque con visitas ocasionales o circunstanciales, de candidatos oportunistas y de gente que tienen años no se ” grajeaban” con la gente del pueblo, que quieren aparecer hoy como mesías y predestinados celestiales, o como  dioses del Olimpo  salvadores de la patria, pueden estar seguros que pierden su tiempo, porque no van a engañar  a este pueblo. Ya este pueblo se convence con hechos, no con palabras.

No tienen forma de competir ni ganarle espacio electoral a un hombre que, durante todo su tiempo en el poder, por casi siete años, le ha llevado cada domingo, soluciones a los campesinos y a la gente pobre del país, siendo ejemplo de trabajo, puntualidad, responsabilidad, conducta y respeto por los pobres, que cree en el desarrollo a escala humana, que tiene un sentido claro de lo que es el compromiso, la palabra empeñada, que cumple y hace cumplir a sus funcionarios: ese es Danilo Medina.

Decía Lenin que “del radicalismo político al oportunismo político, no hay más que un paso” y, es cierto, los que se han empeñado en impedir salidas democráticas y abiertas en los partidos, que unidos a los que  no han podido realizar convincentemente, las primarias hacia lo interno de estos instrumentos de la democracia, hoy  se radicalizan en defender posiciones que a todas luces son anti-democráticas y que se prestan a la perversidad, al contubernio  y al señalamiento de dedos en esos partidos, cosas estas que vulnera los derechos de los votantes y de los miembros de esos partidos.  Pero esos oportunistas que quieren recoger frutos de árboles que nunca sembraron, no pasarán.

 ¿Acaso creen que, “pegando” una frasecita, como eslogan de campaña, podrán vencer la realidad de las acciones que cada día ejecuta un hombre esforzado permanentemente en resolver necesidades sentidas de la gente humilde?  ¿Creen que el que ha recibido un título de propiedad definitivo, un préstamo que transformó su economía familiar, o se beneficia de que sus hijos reciban alimentos y educación de calidad gratuita en las escuelas, o se alfabetizó en los programas estatales, para solo mencionar algunos hechos, cambiarán de precepción por una frase? Se equivocan, el pueblo sabe más que lo que ellos creen y, al pueblo no lo vuelven a engañar con retóricas huecas, con palabras bonitas y discursos falaces, que, por demás, ya nadie cree.

En el país dominicano de hoy, no hay espacio para la arrogancia, el desapego, la mentira, el desinterés y el desamparo de los pobres, que es lo que recuerdan del pasado reciente los dominicanos y, que es justamente lo que representan algunos candidatos y precandidatos que pretenden volver a dirigir el país.

Creen que, como plantea Jonathan Swift, en su libro el Arte de la mentira política, “solo tienen que mentir bien y conseguir que haya siempre un punto de verdad que esconda la mentira”. Pero no, ya que como dice ese el mismo autor “La mentira crea desconfianza, distanciamiento, desasosiego. Un mentiroso en política hace un daño gravísimo, pierde credibilidad y pierde votos”. Así que, no estén tan confiados, porque resulta un desatino, pensar que le van a creer siempre.

Los que el pueblo conoce como los que buscan el beneficio para sus adeptos y los de sectores económicos poderosos, olvidándose desde que ponen un pie en el palacio de los que los llevaron al poder, dejando de lado el presente colectivo, el interés general y las generaciones futuras, no tienen espacio hoy en la política dominicana.

Por lo que, cualquier presidente que tengamos en lo adelante no podrá darse el lujo, como en otros tiempos de ignorar a los pobres y a los campesinos, ya que Danilo nos enseñó que un presidente puede detenerse a orinar en un destacamento policial de camino, saltar charcos, cruzar empalizadas, hablar con los pobres, abrazar semanalmente los ancianos de manera sincera y franca y no solo en campaña, que un presidente es un humano no un Dios.  Danilo parece ser de la escuela del apóstol José Martí, que decía: “Con los pobres de la tierra, quiero yo mi suerte echar: El arroyo de la sierra, me complace más que el mar”.

Así que, los perfumados de nuevo cuño, que ahora se quieren pasar de simpáticos, que se creen estar más vivos de la cuenta, «que no se unten, que no van», porque el pueblo no es tan pendejo.

 

Por: Natanael de los Santos