Secuestrar la seguridad nacional para ayudar a los defraudadores fiscales | Negocios

EL PAÍS

Los historiadores de la propaganda están familiarizados con el concepto de la “gran mentira”, una afirmación tan extrema que muchas personas acaban aceptándola porque no pueden creer que las autoridades públicas inventen algo tan alejado de la realidad. Muchas veces me parece que también necesitamos un término para describir un fenómeno parecido en los debates políticos, que podríamos denominar la “gran estafa”. Me refiero a propuestas políticas tan corruptas, tan claramente diseñadas para beneficiar a unos pocos que no lo merecen a costa de todos los demás, que muchos votantes se resisten a la idea de que unos políticos aparentemente respetables defiendan realmente cosas así.

Un ejemplo que viene al caso es la actual exigencia de los republicanos en la Cámara de Representantes de que la financiación de Israel en esta época de crisis esté vinculada a recortes presupuestarios que socavarían la capacidad del Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) para tomar medidas enérgicas contra los ricos que evaden impuestos. Esto debería ser un gran escándalo, pero sospecho que muchos votantes no van a aceptar la idea de que los líderes del Partido Republicano puedan hacer algo tan grotescamente ruin.

Un poco de historia: en 2001, después del 11-S, los republicanos de la Cámara de Representantes aprobaron un proyecto de ley para responder a la emergencia… recortando el impuesto de sociedades. En aquel momento, mis fuentes me contaron que cuando los asesores políticos intentaron describir el proyecto de ley a grupos de votantes, estos se negaron a creer que estuvieran exponiendo la ley fielmente.

Una década más tarde, cuando Mitt Romney apoyó el plan presupuestario de Paul Ryan —que proponía rebajar los impuestos a las rentas altas y convertir Medicare en un sistema de cupones infrafinanciado—, un grupo focal descubrió que los votantes simplemente no estaban dispuestos a creer que esa fuera la verdadera posición de Romney.

La última propuesta del Partido Republicano es, desde cualquier punto de vista razonable, incluso peor que estas iniciativas anteriores. En serio, ¿tomar la seguridad nacional como rehén a menos que hagamos que a los ricos les resulte más fácil saltarse la ley? ¿Quién haría eso?

No obstante, sospecho que la propuesta es tan atroz que su propia atrocidad puede protegerla del escrutinio, porque los votantes se mostrarán incrédulos ante las afirmaciones de que esta idea esté siquiera sobre el tapete. Aun así, supongo que debemos hablar de la esencia de la propuesta, ante la remota posibilidad de que alguien pudiera estar prestando atención.

En primer lugar, la idea de que reducir el presupuesto del IRS contribuiría de alguna manera a pagar la ayuda a Israel es totalmente errónea. Estados Unidos registra una enorme brecha fiscal, impuestos legalmente debidos, pero no pagados. La mayor parte de esa brecha fiscal se debe seguramente a que los estadounidenses ricos no declaran todos sus ingresos, algo que pueden hacer porque el IRS carece de recursos para aplicar plenamente la ley.

Por consiguiente, recortar la financiación del IRS aumentaría de hecho el déficit al permitir una mayor evasión fiscal, una conclusión confirmada por la Oficina Presupuestaria del Congreso el miércoles en su puntuación de la propuesta de la Cámara.

Sin embargo, los republicanos afirman a menudo que las rebajas de impuestos hacen maravillas para la economía e incluso se pagan solas. No hay la menor prueba que respalde esa creencia. Aun así, privar de fondos al IRS es una especie de recorte de impuestos. ¿No pueden plantear entonces un argumento similar? No, por varias razones.

En primer lugar, aunque uno crea (equivocadamente) que los impuestos bajos para los ricos impulsan fuertemente la iniciativa empresarial o algo por el estilo, permitir que un empresario haga trampas en sus impuestos probablemente no tenga el mismo efecto incentivador que reducir su tipo impositivo legal. Es más, permitir la evasión fiscal no ayuda a todas las empresas por igual; sesga la economía hacia actividades, a menudo improductivas, en las que el fraude fiscal es relativamente fácil, como la especulación inmobiliaria. ¿He mencionado que la Organización Trump ha sido condenada por fraude fiscal?

Y hacer que resulte más fácil defraudar impuestos privando de fondos a la policía fiscal probablemente tenga efectos secundarios que van más allá del efecto adverso directo para la aplicación de la ley. Cuanto más nos convirtamos en una sociedad que recompensa a las personas que evaden sus obligaciones fiscales, más probable será que los que no hacen trampas en sus impuestos tengan la sensación de ser unos pringados y unos perdedores. Si los estadounidenses empiezan a creer, como afirmaba Leona Helmsley, que “solo la gente de a pie paga impuestos”, el daño a nuestra sociedad será seguramente moral además de fiscal.

Sin embargo, privar de fondos al IRS ha sido durante mucho tiempo una prioridad de los republicanos; lo que es nuevo es la voluntad del partido de atender esa prioridad poniendo en peligro la seguridad nacional.

¿De dónde viene esta prioridad? No pretendo tener la respuesta definitiva. Señalaré que existe desde hace tiempo una estrecha relación entre las teorías conspiratorias de la derecha y los chanchullos financieros. Y ahora que los teóricos de la conspiración se han hecho efectivamente con el control del Partido Republicano, tiene sentido que una de sus principales prioridades políticas sea privar al Gobierno de los recursos que necesita para tomar medidas enérgicas contra los estafadores y el fraude financiero.

En cualquier caso, no desconfíen de las noticias que afirman que los republicanos están dispuestos a sacrificar intereses nacionales cruciales a menos que hagamos la vida más fácil a los defraudadores fiscales. De hecho, eso es exactamente lo que está ocurriendo.

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