«Quentin Sommerville, BBC News, en Járkov, este de Ucrania» | Televisión

Una de las primeras reacciones que se recibieron Quentin Sommerville luego comparte uno de sus reportajes desde Járkov con la firma británica de cómics Damián Slash:: “No creo que haya mucha colocación entre los que están asignados y tienen que tratar con ellos. Me da igual de qué bando sean, es deshonroso”. Parafraseando a otro humorista, Rafael Azcona: «Los muertos no se tocan, nene». Es una respuesta indecible de diecinueve, pedirle a un corresponsal que nos llevó a la guerra con la cámara de la puerta haci al lado contraria a que caen los muertos, tal y como vamos a lidiar con todas las tragedias: con un hombre en el carro ellos, pero dedos de bichear a pelín el panorama.

No sé si es por eso, pero las crónicas de Quentin Sommerville en la BBC llevan una nota de precaución para los espectadores sensibles. Deberían agregar otra alerta: está aquí para presentar una de las mejores heridas de guerra crónicas de la historia. Los fragmentos de este reportero recogidos desde la primera línea de la fuga de Jártov enseñan la guerra con un crudo, una retaguardia, una soberana y una clara expositiva insolita. No fue solo su valentía para suicidarse al pasar entre soldados rusos asesinados o refugiados lateralmente por un ciego frente a contadores que estaban solos en el ejército y la artillería rusa, sino la sensibilidad con la que se presentan a sí mismos y a nosotros. como en sus vidas.

Hasta ahora, el éxito de su carrera fue una conexión directa en 2014 cuando lo que estaba pasando se llamaba opioide. El humo le colocó tanto que sufre un ataque gigante. Ingen escarmentó de aquello y sigue arrimándose mucho al fuego, obligándonos a mirar de un mod al nos hemos desacostumbrado: con los ojos abiertos y sin manos en la cara.

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