Países Bajos: A los neerlandeses les chifla la pólvora: un lucrativo (y cada vez más peligroso) negocio en fin de año | Negocios

EL PAÍS

En Nochevieja, la ciudadanía neerlandesa se divide en tres bandos: los que celebran la entrada del año nuevo con fuegos artificiales, quienes disfrutan del espectáculo a distancia, y los que soportan el estruendo que producen. Su uso compone uno de los pasatiempos más arraigados en Países Bajos por estas fechas —en 2022 se vendió pirotecnia a particulares por valor de 110 millones de euros—. En 2019, antes de la crisis de la pandemia, las ventas sumaron 77 millones de euros. Desde el punto de vista mercantil, la operación es un éxito para comerciantes e importadores. La cruz está en el consumo masivo y en la venta ilegal de dispositivos que superan el contenido de pólvora estipulado para estas actividades, y cuyo manejo puede ser muy peligroso. Todos los años hay accidentes entre niños y mayores, a veces con lesiones oculares irreversibles y hasta mutilaciones, porque explotan en la cara y las manos.

El debate no se circunscribe a la época de fiestas, sino que la contaminación, el ruido y los daños materiales causados por los fuegos de artificio —junto con los accidentes— ocupan a su vez al Congreso neerlandés. El partido ecologista Izquierda Verde (GroenLinks) y el Partido para los Animales han propuesto prohibirlos con carácter general, pero no hay mayoría para un acuerdo. De todos modos, más de 30 ayuntamientos grandes y pequeños están a favor de la abolición: desde Áms­terdam y Róterdam hasta Delft, Arnhem o Haarlem. La relación de opositores figura en un sondeo llevado a cabo este diciembre por la agencia holandesa de noticias (ANP), al que contestaron 150 de los 342 municipios nacionales. Los sindicatos policiales también prefieren una prohibición nacional “porque tanto los agentes como los bomberos y el personal de ambulancias afronta situaciones de riesgo [les lanzan petardos que pueden causar quemaduras y problemas de oído] en medio de una situación política fragmentada como la actual”, según reza un comunicado conjunto emitido este mes. En 2022 hubo “14.806 incidentes y 771 arrestos, y el Gobierno debe asegurar que policías y servicios de emergencia trabajen con la mayor seguridad posible”, escriben en la nota.

Un reguero de incendios

A finales de 2022, 12 consistorios prohibieron los fuegos artificiales, y la Asociación holandesa de Aseguradoras calculó en unos 10 millones de euros los daños causados por su uso generalizado entre la noche de San Silvestre y el 1 de enero. Si bien en su estimación figuran domicilios particu­lares, coches y motos quemados, faltaba contabilizar el alcance de algunos incendios registrados en una iglesia, una granja de aves y varias escuelas. Sin olvidar los costes médicos derivados de la atención a los heridos: 400 en los servicios de urgencia y más de 850 en las consultas de los médicos de cabecera. La mayoría presentaban quemaduras y lesiones oculares, y Veiligheid NL (Seguridad Países Bajos) estimó en 3,9 millones de euros el coste directo de los tratamientos y el absentismo laboral que ocasionaron. Según este centro, encargado de recopilar datos de accidentes para su prevención, una quinta parte de las víctimas eran menores de 12 años. De estos, la mitad habían manipulado los artefactos por su cuenta sin que sus padres se dieran cuenta.

La Inspección de Medio Ambiente Humano y Transporte requisó hace poco 18.000 kilos de dispositivos ilegales a un importador local. Se trataba de modelos de bengalas, velas romanas y petardos prohibidos en Países Bajos desde 2020. En Brabante del Norte, al sur del país, se encontraron 1.700 kilos más. Este año, los fuegos artificiales podrán utilizarse entre las seis de la tarde del 31 de diciembre y las dos de la madrugada del 1 de enero de 2024. Ojalá tengamos la fiesta en paz.

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