Maestro (2023) opinión: un biopic más académico de lo que aparenta, con Bradley Cooper volviendo a explorar el amor dentro de la creatividad y la celebridad


Todos los años de cara a los Oscars nos encontramos una serie de biopics mayormente orientados a tener su espacio en premios de esa índole. Este año, sin embargo, nos estamos topando con muchas exploraciones de grandes figuras realizadas por voces autorales fuertes, con punto de vista e intenciones que van más allá del reconocimiento o incluso enaltecer la figura en cuestión, como son los casos de ‘Oppenheimer’ de Christopher Nolan o ‘Napoleón’ de Ridley Scott. Incluso Martin Scorsese toma un enfoque muy marcado en una historia real con ‘Los asesinos de la luna’.

Quizá no muchos de los que lo veían apareciendo como secundario en comedias de diversa índole o como el amigo simpático en ‘Alias’ predijeran que Bradley Cooper se iba a sumar a la lista de autores con visión que iban a afrontar de manera personal un biopic. Pero así ha decidido hacerlo con ‘Maestro’, su segundo film como director, guionista y protagonista tras el sensacional remake de ‘Ha nacido una estrella’, que ya se puede ver en cines (en Netflix se verá el 20 de diciembre). Su debut, que sabía darle pulso moderno a una historia muy clásica, daba esperanzas de cara a abordar una personalidad inmensa como la de Leonard Bernstein (de hecho Steven Spielberg quedó tan asombrado en una proyección que le dio los derechos para adaptar la vida del músico, que estaban en su posesión).

El maestro en acción

Bernstein es una de las figuras más importantes de la música del siglo XX, siendo un director de orquesta, compositor y divulgador de música clásica de inmenso calado e influencia. Cooper y su co-guionista Josh Singer optan sin embargo en explorar más profundamente su vida personal, sus compromisos para triunfar como hombre judío y bisexual en el armario, y sobre todo su compleja relación con esposa Felicia Montealegre Cohn, interpretada por una luminosa Carey Mulligan.

Aquí no hay mucho detenimiento en los grandes episodios de su currículum, salvo una notable excepción que da una de las escenas más eléctricas de la película. Igualmente, las creaciones de Bernstein tienen una importancia capital. Cooper toma la interesante decisión no sólo de emplear su música como la banda sonora de la película, sino emplear las piezas para estructurar los diferentes momentos de la historia que decide contar. Los monumentales sonidos de películas como ‘La ley del silencio’ o ‘West Side Story’, así como sus sinfonías y su misa terminan siendo un esqueleto que intenta conectar su creatividad con lo personal.

Esa es una de las decisiones formales más interesantes que toma en ‘Maestro’ junto al puro aspecto visual. Con su ya habitual director de fotografía Matthew Libatique crea una hermosa experiencia donde los 35mm, tanto en blanco y negro como en color, y la relación de aspecto acompañan las limitaciones que nuestro protagonista experimento en su camino a la grandeza y a la realización personal. Sólo este aspecto ya merece todos los reconocimientos posibles (y va siendo hora, Libatique sólo ha sido nominado dos veces y no ha ganado ninguna a pesar de sus increíbles trabajos).

Todos estos aspectos ayudan a que ‘Maestro’ no parezca un biopic convencional, buscando además trazar una discreta similitud con ‘Lenny’ de Bob Fosse. Cooper quiere poner el foco en el matrimonio Bernstein, en los problemas afrontados al dedicarse ambos al espectáculo creativo y al volverse figuras públicas sometidas al escrutinio. Algo que afecta especialmente a Leonard, dado su afán en mantener en el ámbito privado su sexualidad, que le llevaba a múltiples aventuras extramatrimoniales que eran principalmente consentidas siempre que se mantuvieran en la discreción.

‘Maestro’: en el ojo público

Maestro 2023 Bradley Cooper Carey Mulligan
Maestro 2023 Bradley Cooper Carey Mulligan

Desde luego es una decisión poner toda la dedicación en ese aspecto de la vida de Bernstein, dejando su importante obra de fondo o creando ambientación, pero es una que parece querer hablar más del propio Cooper que de su protagonista. Desde el inicio el cineasta nos deja claro que prefiere dejar más preguntas que respuestas sobre Leonard, pero teniendo en cuenta lo prominente que era y su personalidad que contenía multitudes lo que termina dejando claro es que no termina de cogerle pulso al hombre que quiere retratar, porque sigue pasando por episodios de su vida de una manera lineal y convencional en lo dramático.

Su decisión obliga además a poner buena parte del peso del alma de la cinta en el personaje de Felicia que, a pesar del formidable trabajo de Mulligan, se queda más en lo indefinido que en lo inescrutable. La relación termina tomando buena parte de la atención del director, intentando plasmar las dificultades de mantener la intimidad del amor dentro de la celebridad (algo que manejaba mejor en ‘Ha nacido una estrella’), pero ellos individualmente tienen motivaciones y humanidad que no son debidamente exploradas. Su uso de las elipsis, que ya resultaban irregulares en su debut, deja también unos huecos que no comunican lo que deberían. A ratos todo pide un enfoque más de melodrama cincuentero que lo que termina ofreciendo.

Esto, junto con un tercer acto que deriva en otra clase de drama plagado de clichés que tienen mucho de anzuelo para Oscars, plaga de sombras una película a la que no le faltan luces. Secuencias como la inicial son deslumbrantes en lo cinematográfico, con todas las decisiones estéticas funcionando para cautivar al espectador y meterlo en la historia, y hasta tiene un par de secuencias de humor agradecidas (especialmente la aparición de R.E.M.). Cooper, sin embargo, termina demasiado ensimismado para hacer una película que realmente hable al público, y va a ser interesante estudiar la reacción cuando se estrene masivamente en streaming.

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