Karen Abudinen: No se entiende tanta tolerancia | Opinión


El presidente Iván Duque durante un discurso desde la Casa de Nariño, el 9 de mayo de 2021.Presidencia de Colombia / EFE

Como es costumbre, estalló un nuevo escándalo de corrupción en Colombia. Esta vez, estarían a punto de perder unos 70.000 millones de pesos que se entregaron a un consorcio de contratistas para instalar puntos de internet en escuelas alejadas del país. Lo dramático del asunto es que, antes de la firma del contrato, se había advertido el riesgo de firmar con contratistas que no tenían experiencia ni capacidad técnica. Incluso existía una extraña relación entre estos contratistas y quienes estaban redactando los términos del contrato.

El escándalo involucra a la ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Karen Abudinen, cercana a la Casa de char. En Colombia, se les llama Clan char; un poderoso grupo político semifamiliar que controla varios congresistas, una gobernación, varias alcaldías y que tiene importantes cuotas en el gobierno nacional. La Sra. Abudinen fue advertida de los riesgos del contrato y aún así siguió adelante. Meses después de la firma, los retrasos eran evidentes y, a partir de entonces, cada semana salía nueva información, como pólizas falsas o que gran parte del anticipo se había sacado del país.

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La Sra. Abudinen ha ido rotando de una posición a otra gracias a la Casa de char la pone en instituciones para representar el poder de esa familia. Estuvo en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) por donde pasó sin pena ni gloria. Además, seguramente será la próxima alcaldesa de Barranquilla. los Clan char Es parte del partido Cambio Radical, una estructura que tiene cuatro ministerios y que fueron los grandes vencedores de la crisis política de hace unos meses. El gobierno de Iván DuquePara mantener cierta estabilidad política, entregó la mayoría de las instituciones importantes a tres partidos, es decir, literalmente, el país murió.

El poder del Char -o la debilidad de Duque- quedó demostrado la semana pasada, cuando tras varios días de escándalo el presidente salió en defensa del ministro. La protegió y destacó lo «buena» que es. Al final, el golpe a la opinión pública volverá a ser para el presidente, que será castigado aún más de lo que ya está.

En los más de tres años de la Administración Duque hay varios ejemplos de esta tolerancia criminal. Por ejemplo, un ex embajador involucrado en un escándalo de tráfico de drogas permaneció en el cargo durante varias semanas a pesar de toda la información que surgió. Asimismo, luego de la violenta represión estatal en medio del paro nacional que dejó decenas de presuntos asesinatos, agresiones sexuales y pérdida de la vista en decenas de jóvenes, todo, presuntamente, a manos de la policía colombiana, al final no pasó nada. . Ningún coronel o general cayó, mucho menos el ministro de Defensa. La tolerancia criminal de la Administración Duque ha sido un sello distintivo del Gobierno. A partir del mandato, el presidente comenzó a repetir en todos sus discursos públicos «el que lo paga», refiriéndose a cómo sería así su comportamiento. Meses después dejó de pronunciar la frase, ya que obviamente tal frase no correspondía a las acciones del Ejecutivo.

La pregunta que atormenta a analistas y políticos es por qué el presidente Iván Duque actúa de esta manera. Habría al menos tres opciones. La primera es que no puede actuar y es prisionero de clanes políticos corruptos. La segunda posibilidad es que no le importe y tenga una alta tolerancia a la corrupción. La tercera es que no controla al Gobierno y le cuesta tomar decisiones.

Los escándalos de corrupción en materia de seguridad, narcotráfico o administración han sido el denominador común en el Gobierno del presidente Duque. La mayoría de ellos no han sido explicados y en otros hay contradicciones y mentiras abiertas. Quizás ese sea su legado.

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