Implicaciones geopolíticas de la Cumbre del G-20 | Opinión

EL PAÍS

En días recientes tuvo lugar la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G-20, el principal foro de cooperación económica internacional, en el que participan los 19 países económicamente más importantes del mundo, más la Unión Europea. Cabe recordar que este foro aglutina a países y economías que representan dos terceras partes de la población mundial, tres cuartas partes del comercio total y 85% del PIB mundial.

Esta Cumbre fue la décima octava en la historia de la organización y tuvo lugar en Nueva Delhi, India. En México, a pesar de ser parte del G-20, la reunión pasó prácticamente desapercibida. Esto se debe en buena medida a la ausencia del Jefe de Estado Mexicano que, como se sabe, suele evitar este tipo de reuniones y prefiere delegar la participación del país en algún representante a nivel de gabinete. En la Cumbre ocurrieron algunas situaciones interesantes desde el punto de vista de la geopolítica mundial que vale la pena analizar y comentar.

En primer lugar, se destacó la ausencia del Presidente de China, Xi Jinping, quien recientemente había asistido a otra Cumbre, la de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Esta ausencia, muy notoria por ser la primera durante su gestión, se interpretó de dos formas diferentes: por un lado, podría ser una cierta incomodidad con el país anfitrión, con quien históricamente China ha tenido algunas diferencias; por el otro, más bien podría ser una señal del presidente chino de sus preferencias sobre el terreno en el que desea hacer política internacional, sugiriendo así que prefiere, o al menos se siente más cómodo, en una reunión como la de los BRICS, en la que es uno de los países líderes y en la cual puede hacer política internacional con el así llamado Sur Global.

Otro resultado interesante, por inesperado, fue el anuncio, al margen de la reunión, de la creación de un importante corredor comercial entre la India, Oriente Medio y Europa. Este acuerdo, impulsado por India, Estados Unidos, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y la Unión Europea, consiste en un ambicioso proyecto de inversión en las comunicaciones terrestres y marítimas entre estas regiones. La primera parte del proyecto comunicará a la India con Oriente Medio, con importantes inversiones que permitirán vincular a la India por vía marítima con Emiratos Árabes Unidos y de ahí por vía terrestre a través de territorio saudí, árabe y de Jordania hasta llegar a Israel. La segunda parte conectará a Medio Oriente con Europa por vía marítima desde Israel a Grecia y de ahí a toda la Unión Europea.

Este gran proyecto de infraestructura ferroviaria y portuaria es sin duda alguna la alternativa occidental a la propuesta china de una nueva ruta de la seda (la llamada Belt and Road Initiative, BRI, por sus siglas en inglés). De prosperar el proyecto del corredor entre la India y Europa, esto representará un gran golpe económico y político para China, ya que limitará no solo el alcance de su iniciativa, sino también su influencia mundial a través del comercio y de las multimillonarias inversiones que habría realizado como parte de su iniciativa.

De hecho, este no fue el único golpe que recibieron China y su gran proyecto en el marco de la Cumbre del G-20, ya que, en dicha reunión, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, anunció el retiro de su país de la Belt and Road Initiative. El retiro de Italia de este proyecto no es menor, debido a que este país era el único miembro del G-7 que le había dado su aval. Recordemos que el G-7 aglutina a Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón, como países que comparten los principios de una democracia liberal. En ese sentido, el retiro del apoyo de Italia a la BRI es una señal del realineamiento político que ha venido ocurriendo en los últimos años a raíz, entre otras cosas, de la invasión de Rusia a Ucrania.

Otra forma de ver en qué medida la Cumbre del G-20 fue una derrota política para China es el hecho de que dos de los nuevos países que habían sido admitidos como parte de los BRICS+ apenas el mes pasado, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, están jugando en realidad una parte estratégica en la alternativa comercial del Corredor India-Medio Oriente-Europa. Así, la alternativa BRICS que parece favorecer China en el tablero geopolítico mundial, no parece estar del todo alineada con sus propios intereses.

Además, la India, un miembro fundador de los BRICS está en el corazón de toda esta disputa por las redes comerciales mundiales del futuro y, con el anuncio del nuevo corredor, parece haber optado por acercarse más a Occidente. Es posible que todas estas situaciones que hemos descrito ayuden a entender mejor el porqué de la ausencia del líder chino en la Cumbre del G-20. Hacia adelante, México y los países de América Latina deberán valorar cuidadosamente sus pasos a seguir en un mundo tan complejo como el actual.

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