‘Fumar provoca tos’ (2023), crítica: Demuestra que Quentin Dupieux sigue teniendo ideas magníficas que no sabe cómo desarrollar


El cine paródico está en horas bajas desde que las sucesivas «movies» (en la que podemos meter bodrios como ‘Casi 300’ o ‘Híncame el diente’) lo mataron de manera muy poco solemne. Ahora cuando una parodia nos llega ya no es de forma directa: el cine no señala con el dedo a la cultura popular del momento para reírse de ella, como en ‘Aterriza como puedas’ o ‘Hot Shots’, sino como tergiversación de lo que asumimos como tópicos propios de un género. Como prueba, Quentin Dupieux, que lo ha entendido a la perfección y lo ha sublimado en ese chiste constante del género sentai que es ‘Fumar provoca tos’.

Go, go, Patrulla Tabaquera

Dupieux vuelve a adolecer aquí de lo mismo que en la mayoría de sus películas: una idea brillante, estratosférica y fantástica con la que es capaz de rellenar veinte minutos de metraje y una incapacidad notoria para evolucionar a partir de ahí. Le pasaba en ‘Increíble pero cierto’, ‘Rubber’ y, en cierta manera, en ‘Mandíbulas’: está tan enamorado de un argumento disruptivo que no se preocupa de que el resto de la cinta esté a la altura.

‘Fumar provoca tos’ empieza por todo lo alto, con una parodia fascinante del género sentai (para entendernos, ‘Power Rangers’), un enemigo de tres al cuarto y mucha, muchísima sangre del todo a cien. Es una parodia con la que uno no puede evitar evadirse y no poder reprimir una mezcla de carcajada y desconcierto que solo va a más cuando descubrimos quién es su jefe y qué es lo que vamos a ver el resto de la película. Es, de verdad, brillante, una preparación única para una nadería sin igual.

Como un chiste de Chiquito de la Calzada, lo importante no está en el qué, sino en el cómo. Si el cómico favorito de una generación endulzaba los chascarrillos de toda la vida con un mix perfecto de expresiones propias hasta hacerlos propios, Dupieux hace lo mismo para tratar de convencernos de que lo que estamos viendo es una película bien razonada y no una sucesión de cortometrajes unidos por un endeble hilo argumental que, una vez pasado el shock inicial, no da más de sí.

Contemos historias de miedo

Cuando la trama no puede avanzar más pero aún tiene que llegar a la hora y veinte, el director hace que los participantes de la Patrulla Tabaquera cuenten diferentes historias de miedo que funcionan como pequeños cortometrajes donde Dupieux brilla, pero también deja claro que al final sus argumentos maravillosos solo pueden serlo en el formato más corto. Cuando el mago pasa demasiado tiempo encima del escenario, los niños acaban adivinando sus trucos.

Puede que no me haya apasionado lo último de Dupieux, efectivamente, pero en su próxima cinta (‘Yannick’) volveré a fichar. Y es que en un tiempo casi sin comedias ni argumentos que se atrevan a ir más allá del abecedario dictado por las productoras, es de agradecer que alguien tense el hilo, aunque se pase y al final acabe rompiéndolo. Es un atrevimiento imperfecto y un dislate repetitivo, pero es inevitable no quedarse atrapado por este mundo de barracudas parlantes, cascos que te permiten pensar y patrullas con el poder del tabaco que jamás han fumado.

Si no sabes lo que vas a ver y te pilla por sorpresa, ‘Fumar provoca tos’ puede resultarte una película iconoclasta que rompe directamente con cualquier expectativa que tengas puesta en ella. Pero si sabes a lo que te enfrentas, es posible que el chiste repetido cinco veces de Dupieux acabe cargándote y la magia de sus historias frenéticas con planteamientos imposibles te supongan una carga más que un divertimento inocuo. Al final, hasta el chicle más delicioso y diferente acaba quedándose sin sabor a base de mascarlo. Y es que la originalidad sin control tristemente, no sirve de nada.

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