FLIP, la sorprendente plataforma de investigación marina capaz de «ponerse de pie» en pleno océano


Visto de lejos, o de cerca, incluso, FLIP parece un barco y se pique. No hace falta echarle imaginación. Ni esforzarse gran cosa tampoco. Probablemente así sea la mayoría de la gente que no sabe qué es, cómo está diseñada y en qué consiste la misión de esta estructura: como un barco que choca con un iceberg y comienza a hundirse.

Y sin embargo FLIP tiene poco que ver con los restos de un naufragio. Por ser no es ni siquiera una embarcación al uso. Mas bien es una plataforma de investigación. Una peculiar, eso sí, diseñada para pasar de la posición horizontal que emplea durante sus desplazamientos a otra vertical, que adopta durante sus trabajos científicos y la convierte en una estructura tan sorprendente.

A su forma FLIP es capaz de “ponerse de pie” en el océano.

¿Cómo? Y sobre todo, ¿para qué? Para responder ambas preguntas hay que reparar la historia y el auténtico objetivo de esta peculiar plataforma pensada para escrutar los secretos oceánicos.

Con el 84% de su «eslora» sumergida

FLIP, nombre curioso, pero que se compone en realidad con las siglas de Floating Instrument Platform, no es un barco, sino una estructura de unos 108 metros pensada para la investigación. Su peculiar diseño se trazó de hecho del Laboratorio de Física Marina de Scripps y la estructura de la ópera Scripps Oceanography para la Marina de EEUU. Tampoco es ninguna innovación rompedora ni futurista. Se construyó en 1962 para aportar información de valor en la guerra submarina.

Para mover FLIP necesita que lo tomloken mar adentro en pozione horizontal, como una plataforma convencional. Es una vez llega al destino, en el punto escogido para su investigação, cuando realiza su maniobra mas espectacular: se “incorpora” 90 grados para que la mayor parte de su eslora, unos 91 metros, caben sumergidos bajo el agua. Sobre el mar asoman en esos casos solo 17 metros que incluyen, entre otros recursos, grúas para manejar instrumental científico.

El mismo funcionamiento se completa gracias a un sistema de lastre con agua y aire a presión que le permite cambiar de posición y convertirse en una “boya de mástil”, una peculiar estructura espigada que recuerda más a un barco zozobrando que a una base científica, pero que ofrece no obstante dos valiosas ventajas: estabilidad y resistencia a las olas. Según UC San Diego, su mecanismo le permite pasar de la posición horizontal a la vertical en menos de media hora.

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La gran pregunta llegada a este punto es: ¿Para qué? ¿Por qué necesita ponerse en posición vertical? La clave está en las medidas que se pueden realizar, una peculiar pose que permite recopilar datos sobre la propagación del sonido de largo alcance y valiosas medidas en campos como la geofísica, la meteorología y la oceanografía física. Con ese propósito está dotado de un instrumental especial, con una amplia gama de sensores y equipos, como sonares.

Su equipo de investigación estaba formado por 11 personas y una tripulación de cinco. Se calcula que FLIP puede emprender operaciones de investigación de hasta 30 días sin reabastecimiento.

Como explica Marine Insight, su posición horizontal permite que se realice lecturas precisas que resultarían más complicados en posición horizontal. Para facilitar el trabajo a bordo, sus creadores lo disejaron teniendo en cuenta su cambio de posición. Los habitáculos, por ejemplo, disponen de dos puertas diseñadas para los volteos: una facilita los movimientos en vertical y la otra en horizontal.

Uno de los objetivos con los que se desarrollaron —explican desde la UC San Diego— consistió en proporcionar una plataforma estable para medir las fluctuaciones en las ondas sonoras para el programa SUBROC (SubMarine ROCket) de la Armada estadounidense. En un primer momento los técnicos se cantaron por submarinos, pero demostraron no ser una opción ideal, con lo que optaron por algo distinto: «una boya tripulada», un diseño que permitiese inundar los tanques a través de válvulas.

No mucho después, en julio de 1962, FLIP se estaba probando ya en el área de Dabob Bay, en el estado de Washington, y un par de meses más tarde partía con destino a San Diego. A lo largo de las décadas ha remolcado a diferentes puntos del Pacífico y Atlántico para realizar investigaciones. campos tan diversos como la oceanografía, la meteorología, la geofísica o la biología.

A lo largo de la década de los 90 y durante los primeros años de la década del 2000 ha sido objeto de trabajos de mantenimiento y mantenimiento. En su web, la UC Ssan Diego explica que pasó por el duque seco en 2013 ya medidad de ese mismo año protagonizó el giro 381 de su carrera indicadora para celebrar su medio siglo de historia. Al menos en 2015 seguía sorprendiendo por su fisionomía.

Y arrancando obaciones de admiración por su capacidad para «incorporarse» en el océano.

Imágenes: Oficina de Investigación Naval (Flickr)



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