Dijo que el gobierno retiró el proyecto debido a la ira popular y no merece elogios

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Leonel Fernández., durante su exposición.

SANTO DOMINGO.- El expresidente y presidente del partido Fuerza del Pueblo, Leonel Fernández, consideró acertado que el gobierno retirara del Congreso Nacional el proyecto de ley sobre trata de personas, explotación y tráfico de migrantes.

Sin embargo, opinó que esta disposición no merece reconocimiento ni elogios, porque “jamás debió haber introducido una ley de esta naturaleza que, además de ser una monstruosidad jurídica, constituye una grave amenaza a nuestra soberanía nacional”.

Fernández, quien ha sido presidente durante tres periodos y aspira a volver a encabezar el Estado, asentó su posición en un video comunicado que envió a ALMOMENTO.NET la tarde de este lunes, cuyo texto es el siguiente:

“Minutos después de que hiciera un llamado público al presidente Luis Abinader para que retirara el nefasto proyecto de Ley de Trata, Explotación y Tráfico Ilícito de Migrantes que había enviado al Congreso Nacional y que previamente había sido exigido airadamente por diferentes sectores de la vida nacional, el gobierno ha respondido. positivamente, indicando que así lo hará.

Nos parece razonable que pudiera haber reaccionado de esta manera, ante el enfado popular, pero por ello no merece reconocimiento ni elogios.

El gobierno nunca debió presentar un proyecto de ley de esta naturaleza que, además de ser un disparate y una monstruosidad jurídica, constituye una grave amenaza a nuestra soberanía nacional.

La impresión que tenemos es que no se leyó bien lo que se envió al órgano legislativo nacional, o que se subestimó la capacidad de reacción de la opinión pública nacional.

Lo que debe entenderse es que desde hace algún tiempo la República Dominicana ha sido objeto de una intensa presión internacional para otorgar la nacionalidad dominicana a todos los nacidos en nuestro territorio, incluso a los padres en situación migratoria irregular; y en caso de incumplimiento, acusarnos de apatridia.

Estamos bajo presión para no expulsar a quienes ingresan ilegalmente a nuestro territorio; y más recientemente se nos pide aceptar como refugiados a quienes huyen de la violencia en su país para trasladarla al nuestro.

Hasta ahora, con mucho orgullo, habíamos resistido. Como Estado nacional, no habíamos suscrito el Pacto Mundial para las Migraciones de Naciones Unidas ni el Pacto Mundial para los Refugiados, porque percibíamos que contenía cláusulas que, por nuestra particular situación geopolítica, como países que compartimos una misma isla, iban en detrimento de la interés nacional.

La Declaración de Los Ángeles tampoco fue firmada, en el marco de la última Cumbre de las Américas, por las mismas razones que contenía conceptos y establecía compromisos que nos afectaban de manera diferente a otros países del hemisferio.

Pero ahora lo que hemos visto con preocupación es que el proyecto de ley enviado al Congreso Nacional incorpora aquellos valores y principios que antes, con toda justicia y razón, nos habíamos negado a suscribir por atentar contra nuestra Constitución y nuestra razón. por ser ciudadanos de la patria de Duarte, Sánchez y Mella.

El espíritu de estos instrumentos internacionales se refleja en el lenguaje de la disposición legal transmitida al Senado de la República.

¿Cómo aceptar el principio de no devolución, es decir, que las víctimas de la trata de personas o los inmigrantes ilegales no puedan ser repatriados a su país de origen?

¿Cómo integrarlos en todos los servicios sociales del Estado y permitir que todos sus familiares vengan a reunirse en nuestro territorio?

¿A quién se le ocurrió la idea de establecer una contribución obligatoria especial, es decir, una carga tributaria, un impuesto, a cargo de todas las personas y entidades jurídicas del país, para apoyar a todos aquellos que no quieren regresar a su país?

¿Quién pensaría? ¿Cómo pudo pasar esto?

Por todo esto, con razón, el pueblo está profundamente indignado.

Me tomé el tiempo para intervenir en este debate. No quería apresurarme y ser víctima de las emociones. Preferí hacer una revisión profunda y detallada de la situación antes de compartir mis perspectivas y opiniones.

Sin embargo, como el resto de la mayoría del país, creo que lo que pasó es grave; y lo explico por una de dos razones.

El primero, por imprevisibilidad y negligencia; y el segundo, por presión externa.

Bajo ninguna circunstancia, inexcusable.

Afortunadamente, al menos, al final, se escuchó el grito del pueblo: señor presidente, retire este proyecto. Por favor, no lo vuelvas a presentar».

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