Cuba, 1 de enero de 1959

Cuba, 1 de enero de 1959


Por: Miguel Mejía

Los habitantes de La Habana despertaron el 1 de enero de 1959 con la magnífica noticia de que el tirano Fulgencio Batista, responsable directo del asesinato de más de 20,000 cubanos, corrupto y ladrón, había huido hacia República Dominicana para ponerse bajo el amparo de su socio Rafael Leónidas Trujillo Molina.

El fin de la tiranía de Batista, déspota protegido del imperialismo norteamericano, no se debió a un milagro, sino que fue obra de la lucha denodada del pueblo cubano, y especialmente de sus jóvenes, iniciada el 26 de julio de 1953, al año siguiente del golpe de Estado que lo llevó al poder, cuando Fidel Castro, un joven abogado, asaltó el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, al frente de un puñado de hombres mal armados.

De la derrota militar de aquella acción, emergió una victoria moral y política que estremeció a la población. El desaliento, el conformismo y la resignación ante la fuerza bruta del régimen, dio paso a la movilización y la incorporación a la lucha de amplios sectores del país. Este movimiento provocó que el régimen se viese obligado a decretar una amnistía en 1955, que permitió la salida de la cárcel de los moncadistas y el inicio de una nueva etapa de enfrentamiento a la dictadura.

Cerradas todas las vías de la lucha democrática por el restablecimiento de la constitución pisoteada por los golpistas del 10 de marzo de 1952, y ante la posibilidad de que Fidel pudiese ser asesinado, los moncadistas partieron al exilio en México, entrenándose para regresar en una expedición armada al país, con el objetivo de derrocar al tirano mediante las armas.

El 2 de diciembre de 1956, por la costa sur de la provincia de Oriente, se produce el desembarco de los expedicionarios del yate Granma, con Fidel Castro al frente. Habían comunicado a la opinión pública que “en 1956 seremos libre, o mártires”. Perseguidos por las fuerzas del régimen, fueron cercados en el combate de Alegría de Pío, el 5 de diciembre de ese mismo año, pudiendo romper el cerco apenas 12 de los 82 expedicionarios iniciales, con siete fusiles.

Lejos de desalentarse con esa nueva derrota, Fidel Castro se internó en las montañas de la Sierra Maestra, dando inicio a la lucha guerrillera, que se extendería por dos años a otras serranías de la isla. El naciente Ejército Rebelde enfrentó a más de 80 mil soldados batistianos, a los embates de la aviación abastecida por el gobierno de los Estados Unidos y al apoyo en armamento, logística e inteligencia de Trujillo, el sátrapa dominicano.

El 1 de enero de 1959 huía Batista, derrotado y desmoralizado, junto a un grupo numeroso de sus más cercanos cómplices. Las fuerzas rebeldes comenzaron a ocupar la capital cubana, y otras ciudades del país. Comenzaba otra etapa de luchas y sacrificios que se extiende hasta el presente, a 65 años de aquel triunfo histórico.

Con la Revolución cubana, el resto de los pueblos de América y su lucha por la segunda y definitiva liberación, entraron en la historia. El imperialismo norteamericano y las oligarquías reaccionarias nacionales apelaron, y apelan, a todos los métodos para frustrar el logro de esos objetivos.

A pesar del bloqueo, las agresiones, los atentados, planes terroristas y las campañas de descrédito y mentiras, la Revolución cubana mantiene su rumbo y no ha podido ser derrotada, demostrando que sí se puede desafiar a las fuerzas enemigas del progreso, la libertad, la soberanía y la independencia de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Eso es lo que el imperialismo no perdona y eso es lo que ha levantado, desde el 1 de enero de 1959, una ola de solidaridad mundial, y muy especialmente latinoamericana y caribeña, que ha contribuido a impedir que triunfen los planes imperialistas de revancha.

El pueblo dominicano es actor de primera línea de esa solidaridad militante con la Revolución cubana y lo seguirá siendo, como corresponde a un pueblo hermano de los cubanos. No hay aquí espacio para el cansancio o el desaliento.



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