CSIC: Por dentro del laboratorio español en busca de la vacuna definitiva para la covid | Sociedad


El despacho de Luis Enjuanes, uno de los mayores expertos en coronavirus del mundo, no tiene más de cinco metros cuadrados. En la segunda planta del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC, en Tres Cantos (Madrid), tiene un equipo de 16 personas trabajando en el laboratorio al otro lado de su puerta que lleva casi dos años buscando un vacuna esterilizante contra el coronavirus que evita que las personas se contagien y se infecten.

Si algo no les gusta a los científicos, es responder una pregunta que a los periodistas les encanta hacer: «¿Cuándo podría estar terminado (en este caso, la vacuna)?» Hay tantos factores que influyen en el éxito de una investigación que predecirla a menudo conduce a errores. Al principio, su equipo pensó que podría tener el medicamento para ese momento. Pero los obstáculos en la investigación la han ido retrasando. Ahora, «si todo sale bien», Enjuanes se da un año más. “Afortunadamente, las vacunas ya no son tan urgentes como al comienzo de la pandemia”, dice.

Equipo de investigación de vacunas. De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Ezequiel González, José Manuel Honrubia, Carlos Sánchez y Ricardo Requena en primera fila. Diego Muñoz, Ana Esteban, Isabel Sola, Sonia Zúñiga y Jesús Hurtado en el segundo. Li Wang, Marga González, Luis Enjuanes, Melisa Bello y Jorge Ripoll en el tercero. Agachados, Alejandro Sanz y Javier Gutiérrez.Bernardo Pérez

Para que el tuyo tenga valor, Enjuanes supone que tiene que aportar alguna característica de la que carecen los existentes. Y lo más valioso puede ser algo que ninguno de los actuales ha conseguido: la esterilización, que quien la recibe no se infecte ni contagie a otros. Para conseguirlo trabajan con una aplicación nasal. “Si lo pinchas por vía intramuscular, ya sea en el brazo, el muslo o el trasero, proporciona una inmunidad interna sistémica que dura 20, 40, 60 años y es muy buena con una sola dosis. Sin embargo, no es lo que necesitamos ahora. Ahora necesitamos una inmunidad que proteja las mucosas”, razona.

El problema de las vacunas intranasales es que su aprobación es mucho más complicada. Los entes reguladores los someten a fuertes medidas de seguridad, pues temen que algún componente del fármaco atraviese la barrera hematoencefálica, que protege al cerebro de sustancias nocivas, y provoque efectos secundarios no deseados.

Enjuagues asegura que esta posibilidad es mínima y que existen otros medicamentos que se aplican por la nariz sin este resultado. Pero como no es «el método preferido por las autoridades sanitarias», trabajan en dos versiones de la vacuna con ambos tipos de aplicación cada una: intranasal y muscular. “Estoy convencido de que si pudieran administrar la misma vacuna de Pfizer o Moderna por vía intranasal, no necesitarían dos dosis. Y las personas que lo recibieron no contraerían el virus. Y si entraba no lo replicarían ni lo transmitirían a otras personas”, asegura.

En la carrera por lanzar las primeras vacunas efectivas, ganaron estas marcas y algunas otras, como AstraZeneca. Janssen, que llegó un poco más tarde, tuvo que añadir un valor que otros no tenían: no requería frío extremo para su conservación y, además, requería (a priori) una sola dosis. Las vacunas contra la covid seguirán evolucionando y adaptándose, aportando mejoras, pero sin la urgencia de frenar una pandemia en plena explosión con la población sin inmunizar.

existe más de 300 vacunas contra el coronavirus en estudio. De estos, 135 han llegado al ensayo clínico (con humanos). De la media docena que se investiga en España, sólo uno ha llegado a esta fase: el desarrollado por la farmacéutica Hipra afronta la fase II-B del ensayo clínico con el reclutamiento de mil voluntarios para comprobar la seguridad y eficacia del suero como dosis de refuerzo.

Enjuanes y su equipo aspiran a probarlos en personas a principios del próximo año. «El primero y el segundo [fases clínicas] son económicamente muy viables incluso para nuestras economías, nuestro laboratorio y nuestra institución, el CSIC, porque eso lo puedes cubrir con cuatro o cinco millones de euros. Pero la fase 3, que involucra hasta 60.000 personas, son muchos millones. Y eso solo lo puedes hacer si cuentas con la colaboración de una empresa importante. Estamos en conversaciones con una de esas empresas con mucha experiencia científica y gran potencial”, subraya el investigador, que estaría jubilado si no fuera por la pandemia.

Tres niveles de seguridad

El equipo utiliza las instalaciones de la CNB, lo que les permite trabajar en laboratorios con tres niveles de seguridad. El del nivel 1 se distingue por su puerta amarilla. Con poco espacio de separación entre los investigadores que trabajan construyendo mutantes del coronavirus en los que eliminan genes que atenúan su virulencia para construir así futuras vacunas. En un plato, Enjuanes muestra cómo las células infectadas por el virus desaparecen y las que quedan quedan visibles, señal de que hay una respuesta inmune.

El laboratorio de seguridad media tiene puertas naranjas. En él, los investigadores trabajan con microorganismos que no tendrían la capacidad de infectar a los humanos aunque escaparan. A pesar de ello, para entrar hay que pasar por una cerradura y ponerse una bata que no sale de la habitación.

Laboratorio de máxima seguridad (3+) del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.
Laboratorio de máxima seguridad (3+) del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.Bernardo Pérez

Y la joya de la corona es el laboratorio de seguridad 3+ (solo hay un nivel más en los estándares internacionales, el 4). La puerta es roja y se parece más a la de un submarino. Antes de entrar, una cámara vigila para controlar todos los movimientos: quién entra y quién sale. En su interior se manipulan peligrosos patógenos y se extreman las medidas para evitar que se escapen.

En primer lugar, la presión es negativa: cuando se abre la puerta el aire entra, pero no sale. Todos los que acceden deben llevar ropa hermética por la que respiran a través de un filtro: esto es lo que les diferencia del nivel 4, que tiene suministro de oxígeno a través de una bombona. Dentro del laboratorio, el aire, a su vez, se filtra. Pero hay una medida más de seguridad: dentro del recinto, al que solo se puede acceder con autorización expresa, cada investigador utiliza un cubículo aislado de los demás.

“Aquí, por ejemplo, hacemos la evaluación de ratones cuando los hemos sometido a una dosis letal del virus. Si por ejemplo sobreviven los ratones que estaban vacunados frente a los no vacunados”, explica Enjuanes a las puertas del recinto.

Por el momento, su preparación solo se puede utilizar con animales. Si la muestra de seguridad en los macacos es buena, intentarán dar el salto a la fase clínica. Pero tendrán un arduo camino por delante: más del 85% de los medicamentos que llegan a la fase 1 quedan en el camino. La buena noticia es que las vacunas contra enfermedades infecciosas tienen mejor pronóstico: un tercio de las que llegan a experimentos con humanos acaban siendo aprobadas. La mala noticia es que la mayoría no lo hace.



Fuente