‘Chaos Walking’: ciencia-ficción con mensaje que no termina de encauzar su batiburrillo de géneros e ideas

Posiblemente, el detalle más decepcionante de ‘Chaos Walking’ no está en su reparto, su argumento o la sensación generalizada de estar ante una película que desaprovecha buena parte de sus propuestas, sino en la presencia de Doug Liman como director. Liman es un director capaz de rodar secuencias de acción absolutamente demoledoras, tanto en películas estupendas (‘The Bourne Identity’, ‘Sr. y Sra. Smith’, la magnífica ‘Al filo del mañana’) como en otras más irregulares pero igualmente estimables (‘Jumper’, ‘Barry Seal’).

Aquí, sin embargo, su brillantez parece sepultada bajo una producción que no termina de encontrar un tono definido, y que no se decide entre el romance adolescente, la aventura de exploración de planetas o la distopía rural. Hay algo del mejor Liman en la energía con la que se plantean muchas de las persecuciones, o en la decisión de que Tom Holland haga sus propios stunts (está claro que tiene madera de estrella de acción futura), o en planos vibrantes aquí y allá (un subjetivo de un rifle, unas persecuciones motorizadas a velocidad infernal…)

Sin embargo, falta algo en el conjunto. Posiblemente el principal culpable es el guión de Christopher Ford y Patrick Ness, basándose en una trilogía superventas de novelas young adult escritas por el segundo: los personajes no están del todo definidos, y las motivaciones de los dos héroes son enigmáticas más por tosquedad en la escritura que por decisión voluntaria de dotarlos de cierto enigma. Y sobre todo, el gimmick de la aventura (los hombres no tienen pensamientos privados) no se aprovecha a fondo.

‘Chaos Walking’ cuenta el aterrizaje accidentado de una nave en un planeta que fue colonizado décadas atrás. La única superviviente, Viola (Daisy Ridley) descubre que solo hay hombres en el planeta y que por un extraño fenómeno que solo les afecta a ellos, se pueden oir -y ver- sus pensamientos. Su presencia despierta suspicacias, así que un joven ganadero de la colonia, Todd Hewitt (Tom Holland) tendrá que encargarse de protegerla.

Caos andante, pero menos

En realidad no es extraño que la película tenga una identidad tan dubitativa, que no termine de decidirse entre el simpático drama de despertar a la edad adulta y la aventura survival levemente futurista: es un proyecto que Lionsgate lleva mareando desde hace diez años en preproducción y desde cinco con esta pareja protagonista en concreto (cuando ambos se convirtieron en estrellas juveniles).

Después fue fruto de innumerables remontajes y tuvo la mala fortuna de tropezarse con la pandemia, lo que la condenó a nuevos retrasos, hasta estrenarse en una fecha aún semi-oculta como esta semana, cuando llega a cines en España. Posiblemente debido a esos remontajes muchas preguntas quedan sin responder (aunque el metraje alcanza casi las dos horas), y dejan esa sensación de que se nos muestra un mundo enorme que se explora tan solo en la superficie.

¿Por qué unos hombres pueden controlar sus pensamientos y otros no? ¿Por qué, de hecho, a veces los vemos y otras veces son omnipresentes? ¿Qué sucede con el resto de los habitantes del planeta, tanto colonizadores como la especie nativa, sobre cuya agresividad -o no- solo se dan unas enigmáticas pinceladas? ¿Por qué desaparecieron las mujeres? ¿Qué sucede al final? Son preguntas obvias, que están en el mismo enunciado de la historia, pero sobre las que apenas se indaga.

‘Chaos Walking’ es, posiblemente, solo la primera pata de lo que Lionsgate esperaba que se convirtiera en una saga de aventuras y ciencia-ficción en la onda de ‘Los juegos del hambre’, pero los tiempos han cambiado. Y hay elementos interesantes en la película: pizcas de humor acertado, un genuino magnetismo intuitivo e inocente entre los protagonistas, el abrigo de pieles de Mads Mikkelsen, el perrete y otros detalles puntuales. Pero hasta el sugestivo mensaje feminista se queda a medio gas en una película que habría necesitado algo de la energía del mejor Liman.


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‘Chaos Walking’: ciencia-ficción con mensaje que no termina de encauzar su batiburrillo de géneros e ideas

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John Tones

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