Caballero de la reina, polemista y alérgico a los impuestos: retrato del alquimista que quiere devolver el esplendor al Manchester United | Negocios

EL PAÍS

Una llamada cambió su suerte y le hizo milmillonario. Jim Ratcliffe (Failsworth, Reino Unido, 71 años) estaba en la primavera de 2005 sentado en una roca, rodeado de ciervos, en la zona montañosa escocesa de Glen Nevis, cuando su móvil empezó a sonar. El director financiero de BP quería hacerle una propuesta. Si Ineos ponía 9.000 millones de dólares encima de la mesa el negocio petroquímico del gigante energético era suyo. Aceptó de inmediato. El acuerdo triplicaba el tamaño de la compañía que Ratcliffe había fundado en 1998 junto a dos socios más, Andy Currie y John Reece. “Fue todo surrealista. Al directivo de BP no le dije que acababa de bajarme de la bici y que estaba cubierto de barro y de mierda”, cuenta el empresario en sus memorias tituladas The Alchemists (Los alquimistas).

Polemista, negociador implacable, alérgico a los impuestos, caballero (Sir) de la Reina Isabel II y ferviente defensor del Brexit, Ratcliffe se acaba de hacer a sí mismo un mediático regalo de Navidad. La víspera de nochebuena, y tras meses de tira y afloja, cerraba el acuerdo para comprar a la familia Glazer el 25% del Manchester United, uno de los clubes de fútbol con más seguidores del mundo. Ganaba la carrera al otro pretendiente, el jeque catarí Jessim bin Hamad Al Thani, tras desembolsar 1.300 millones de dólares. El acuerdo le dará dos asientos en el consejo de administración del club y le permitirá hacerse cargo de las operaciones deportivas. Además, Ratcliffe invertirá otros 300 millones para mejorar el estadio —el mítico Old Trafford—. “Como seguidor del club de toda la vida, estoy muy contento de que hayamos podido llegar a un acuerdo”, dijo en un comunicado publicado por en la web oficial del equipo. El empresario, que ahora hace gala de su amor por los diablos rojos, fracasó hace un año en su intento por comprar el Chelsea, uno de sus grandes rivales.

Ratcliffe es la segunda persona más rica del Reino Unido —a escasa distancia del rey de las aspiradoras, James Dyson— con una fortuna valorada en 19.400 millones de euros, según Bloomberg. Sin embargo, sus orígenes son mucho más humildes. Nació en el área metropolitana de Manchester y vivió en una casa municipal durante su infancia. Se graduó en ingeniería petroquímica y sus primeros trabajos estuvieron relacionados con la energía y las finanzas. A los 40 años dio un volantazo a su carrera, hipotecó su casa y creó su primera empresa. Luego llegaría el lanzamiento de Ineos, que en sus inicios fue un auténtico depredador. La empresa trepó a base de quedarse con los activos que los gigantes de los hidrocarburos, en plena reestructuración, iban subastando. En sus 10 primeros años de vida hizo 20 adquisiciones a empresas como BP, Basf o SCI, entre otras. En la actualidad, Ineos es un pulpo con múltiples intereses, una facturación (datos de 2022) cercana a los 65.000 millones de euros (incluidos los ingresos que le aportan su intereses en diferentes joint ventures) y 26.000 empleados.

Polémica tras polémica

Ratcliffe tiene dos pasiones. La primera es el deporte —corre maratones, hace rutas en bici por la montaña y ha hecho expediciones tanto al Polo Norte como al Sur—. La segunda, meterse en todos los charcos que se le pongan delante. El pasado verano dijo que la política energética del Reino Unido era una “basura”. Es muy crítico con el Gobierno británico por prohibir el fracking “ignorando a la comunidad científica” y por disuadir las inversiones de petroleras y gasistas en el Mar del Norte con sus impuestos a la extracción.

La relación de Ratcliffe con los tributos también ha levantado más de una polvareda. Ineos llevó su sede del Reino Unido a Lausana en 2010 para ahorrar en la factura fiscal. La matriz volvió a suelo británico en 2016, pero muchas de las filiales aún tienen su sede en Suiza, según cuenta el Financial Times. Además, el empresario decidió trasladar en 2019 su residencia fiscal a Mónaco. Justificó esta decisión explicando que la tomaba a los 65 años y que por lo tanto había pagado casi toda su vida impuestos en el Reino Unido. Hermético para la prensa —apenas a concedido entrevistas—, su estilo de dirección admite pocas concesiones. La marca de la casa es reducir costes a cualquier precio para mejorar la eficiencia. En 2013 se enfrentó a una disputa laboral en el complejo que Ineos tenía en Grangemouth (Escocia). Amenazó con cerrar la planta petroquímica y dejar en la calle a sus 800 trabajadores. Acabó ganando el pulso a uno de los sindicatos más rocosos del país.

Ratcliffe, que conserva el 60% de las acciones de Ineos, ha emprendido en los últimos años una diversificación de la compañía. El grueso del flujo de caja lo sigue aportando el negocio petroquímico, pero el grupo tiene también una división de consumo donde se incluye la marca de ropa Belstaff y su proyecto automovilístico con el Grenadier 4×4, una versión moderna del mítico Range Rover, como bandera. La otra vía de crecimiento de Ineos está en el deporte. Desde hace años el grupo cuenta con uno de los mejores equipos ciclistas del mundo, tiene intereses en el mundo del rugby y la vela, es uno de los accionistas del equipo de Fórmula 1 Mercedes-AMG Petronas y es propietario de clubes de fútbol como el Lausana y el Niza.

Acostumbrado a tener éxito en casi todo lo que toca, Ratcliffe asume ahora el reto de devolver el esplendor al Manchester United. El club, en el que han jugado estrellas como Bobby Charlton, George Best, Ryan Giggs o Cristiano Ronaldo, atraviesa una sequía de títulos y de juego muy prolongada. De hecho, su última Premier League se remonta al año 2013. El hueco que dejó Alex Ferguson al retirarse como entrenador todavía no ha logrado llenarse a pesar del dispendio acumulado en fichajes desde entonces. Esta mala marcha deportiva, sin embargo, no se ha trasladado a las cuentas. El Manchester United es el cuarto club del mundo por ingresos (688 millones de euros) y su capitalización se mantiene sólida. Los Glazer compraron el club por 800 millones en 2005 y ahora su valor en Bolsa asciende a 3.379 millones. Ahora es el turno del alquimista: tiene que convertir las cifras en goles.

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