Arde Siberia: Rusia moviliza al ejército contra el fuego salvaje que devora ya 1,4 millones de hectáreas en Yakutia | Cambio climático | Clima y Medio Ambiente


Una bruma espesa, casi masticable, cubre Yakutsk, capital de la rusa república de Sajá-Yakutia, localizada geográficamente en Siberia. El humo de los incendios que han carbonizado ya más de 1,4 millones de hectáreas envuelve la considerada como la ciudad grande más fría del mundo coloreando el ambiente de un triste tono ocre. Las llamas no amenazan Yakutsk, según el Servicio Ruso de Protección Forestal, pero los más de 300 fuegos activos han alcanzado ya el parque nacional de los Pilares de Lena, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, considerado único por sus formaciones rocosas, flora y fauna; también la mítica carretera de los huesos, una vía construida hace décadas por los presos condenados a sus remotos gulags.

Sajá-Yakutia, la región más grande de Rusia (comprende el 20% del territorio del país euroasiático) y que se ha incluido administrativamente en el distrito del Lejano Oriente ruso, está situada en más de un 50% en territorio del círculo polar Ártico, que se está calentando al menos dos veces y media más rápido que el ritmo promedio mundial, según los expertos. La estratégica región está asentada además sobre el suelo de permafrost, la centenaria capa helada del subsuelo, cuyo descongelamiento, acelerado por el calentamiento global, empieza a tener ya graves consecuencias.

La temporada de incendios está siendo este año salvaje en esta parte de Siberia, que, como gran parte de Rusia, experimenta una ola de calor sofocante desde hace semanas. Moscú alcanzó hace unos días su jornada más calurosa en los últimos 120 años, con 34,7 grados centígrados. Yakutsk, a más de 8.000 kilómetros de la capital rusa y que en invierno roza los 50 grados bajo cero, ha estado a 35 grados.

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Los efectos de la emergencia climática son palpables en esta región del norte de Siberia, que año tras año bate récords de altas temperaturas: en 2020, Verjoyansk, un pequeño pueblo en el círculo polar Ártico, que ,puede registrar 60 grados bajo cero en invierno y que compite con otro de Sajá-Yakutia , Omyakon,por el récord del más frío del mundo, registró 37,4 sofocantes grados. El calor, que ya ha cambiado parte de la orografía de la zona, se combina con un suelo cada vez más seco y alimenta los incendios forestales. Los fuegos son parte de la ecología del Ártico, señala en un informe el Centro Europeo de Pronósticos Meteorológicos a Medio Plazo, que avisa sin embargo de que su frecuencia cada vez mayor e intensidad son “preocupantes” y que pueden contribuir al descongelamiento del permafrost.

Las autoridades han declarado el estado de emergencia y desplegado aviones militares y helicópteros para tratar de extinguir las llamas. Y los expertos advierten del posible impacto a largo plazo de los incendios siberianos, que contribuyen a liberar los gases de efecto invernadero almacenados en la tundra congelada. Ya en 2019 y 2020, los incendios forestales de Yakutia provocaron la liberación de cantidades récord de estos gases en la región, según el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copérnico (CAMS), parte de un programa de observación de la Unión Europea.

La situación es “desesperada”, describe Grigory Kuksin, jefe del departamento de Bomberos de Greenpeace Rusia, que ha estado desplegado en una de las zonas con varios focos de incendios activos. “Ahora todo depende completamente del clima, porque no hubo fuerzas suficientes para atajar el problema en una etapa temprana”, lamenta. “En Yakutia, la situación es peor que en los años anteriores. Ha mejorado algo debido a las lluvias, pero estas no pueden extinguir incendios en grandes áreas”, señala Kuksin, que asegura que aunque el calentamiento global está agravando la vulnerabilidad de Rusia a los incendios forestales y también a su propagación, la mayoría de los fuegos son provocados por el ser humano.

El Ministerio de Defensa ha enviado varios aviones y helicópteros para unirse a los más de 2.600 bomberos que trabajan en sofocar las llamas en Yakutia. Se están concentrando en 134 focos que abarcan unas 900.000 hectáreas y que pueden amenazar a poblaciones. Pero han detenido las labores de extinción en otros 107 incendios que cubren un área de unas 649.000 hectáreas por el peligro para los bomberos y los voluntarios y la relativa lejanía de zonas habitadas.

Un avión lanza agua para tratar de sofocar uno de los incendios que están afectando a la región rusa de Yakutia.RUSSIAN DEFENCE MINISTRY / Reuters

Vasilisa Egorova y su hija Nastia atraviesan a paso ligero la plaza Lenin de Yakutsk, en el centro de la ciudad de 312.000 habitantes, la más poblada de la zona. Egorova se queja de que los ojos de la niña escuecen por el humo y critica lo que considera una “insultantemente baja” preparación de las autoridades para afrontar los incendios. “Año tras año el problema aumenta y los responsables de la región no aprenden. Este es un territorio rico en recursos, nuestra casa, lo único que tenemos y si no lo cuidamos vendrán tiempos terribles”, se lamenta. Este es el segundo mes de julio consecutivo en el que el calor intenso y los incendios forestales han devastado esta región, según los informes estatales.

Las críticas a cómo se han afrontado los incendios han inundado estos días las redes sociales de la región, donde la activista y bloguera Roza Dyachkovskaya lideró a principios de semana un llamamiento al actor Leonardo DiCaprio y su fundación, que otras veces ha lanzado campaña y llamadas la atención sobre los incendios en Siberia y que también está vez prometió estudiar la situación. La petición de Dyachkovskaya y sus comentarios en las redes sociales han causado una oleada de rechazo y represalia de las autoridades y los responsables de la extinción del fuego, que han criticado a la activista y bloquera al considerar que ha dejado en mal lugar a Yakutia al lavar los trapos sucios a la vista de todos. Tras las llamadas de varios responsables, la joven ha borrado sus publicaciones en las redes sociales.

Pero el problema no ha desaparecido, advierte Kuksin, de Greenpeace, que también critica los “escasos recursos” para combatir el fuego. Los datos, como es tradicional en Rusia, son opacos, pero según los cálculos y estudios de Greenpeace se han asignado unos 30.000 millones de rublos (unos 343 millones de euros) al año para la extinción y prevención de incendios; según sus estudios, se necesitan unos 100.000 millones de rublos (1.143 millones de euros). “Si hubiera recursos para extinguir todos los incendios a tiempo sería posible reaccionar. Y, como no hay fondos suficientes, no hay suficiente gente: pilotos, paracaidistas, observadores, bomberos”.

Yakutia está ardiendo, pero no es la única región rusa que se está viendo asolada por las llamas. Hay importantes incendios en otras zonas de Siberia, como Krasnoyarsk y la región de Irkutsk, Chukotka y Kamchatka. En Rusia central y en el noroeste la situación es especialmente difícil; en Chelabinsk, donde las llamas han afectado a unas 14.000 hectáreas, un área aproximadamente del tamaño de Kuwait, varios asentamientos fueron evacuados y uno de sus residentes, un anciano que rehusó dejar su casa, murió el pasado 10 de julio.

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