Alberto Fernández abre el año legislativo argentino con ataques a la Corte Suprema y declara que será candidato


Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, este miércoles en el Congreso argentino.STRINGER (REUTERS)

Llevaban seis meses sin vers las caras. La última vez fue el 1 de septiembre. Un hombre habría intentado asesinar a Cristina Kirchner en la puerta de su casa y Alberto Fernández se acercó hasta el lugar para saludarla. No bastó por recomponer la relación. Apenas hablaron una vez por teléfono desde entonces. Este miércoles volvió a ver, obligados por el protocolo. Cada 1 de marzo, el Presidente de Argentina da un largo discurso ante el Congreso al inicio del año de sesiones. Lo acompaña su vice, que también preside el Senado. Kirchner, como anfitrión, recibió a Fernández con un gesto sereno, ante una plaza más seca de militantes que de costumbre y sin muchas expectativas sobre el futuro. En octubre hay elecciones generales y el kirchnerismo pretende que el presidente, al que considera un traidor, no busque la reelección. Fernández ni siquiera tocó el tema, con un discurso que tuvo más equilibrio que el lanzamiento electoral. En el Congreso, las fuerzas en pugna mantuvien las formas, pero la fractura política del peronismo parece no tener retorno.

«Adelante, señor presidente», de Kirchner. Y Fernández inició su discurso lamentando la pandemia y la guerra en Ucrania y celebrando que en diciembre Argentina cumplirá 40 años de democracia. Véase refirió luego al atentado contra Kirchner. “Hace seis meses timovio uno de los episodios más desgraciados, como fue el intento de asesinato de la vicepresidenta”, dijo, y pidió que se profundice la investigación contra los autores “intelectuales y materiales”. Que la Justicia «actúe con la misma premura con la que archive causas en las que jueces, fiscales o empresarios poderosos asoman como imputados», agregó, en un guiño evidente al kirchnerismo, que lo acusa de no haber hecho res suficiente de que detrás del hombre que apretó el gatillo, sin éxito, hay grupos opositores organizados. Fernández considera a Kirchner víctima de un «absurdo jurídico» que busca «su inhabilitación política», pero obvió una palabra clave: proscripción.

Kirchner recibió una sentencia de seis años de prisión en diciembre pasado e inhabilitación perpetua por corrupción. El vicepresidente dijo entonces que se bajaba de la carrera electoral, mientras sus seguidores agitaban la tesis de la proscripción. Técnicamente, el vicepresidente puede ser candidato mientras la sentencia no quede firme. Las distintas conferencias del fallo alejaron aún más a Fernández ya su segunda. Desde este miercoles, esa grieta será más profunda aún. El presidente del final final de una larga serie de Justicia y Corte Suprema, a la que en enero lévó un juicio político. No se refirió a la condena contra Kirchner, sino a un fallo de los supremos que condena a la Nación a recaudar la parte de los impuestos enviados a la ciudad de Buenos Aires, un bastión oponente. “La intromisión de la Justicia en la ejecución presupuestaria es definitivamente improcedente. Excede sus facultades”, dijo el mandatario. Era la primera la primera vez que subía el tono. Sus palabras fueron recibidas con plausos desde las filas propias y abucheos y gritos de «mentira» desde la oposición.

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, este miércoles en el Congreso.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, este miércoles en el Congreso. STRINGER (REUTERS)

Fue el único momento de sión. Los gritos obligaron a Fernández a interrumpir su discurso varias veces ya elevar cada vez más la voz. “Lamentablemente, el Poder Judicial hace tiempo que no cuenta con la confianza pública, no funciona eficientemente y no se muestra con la independencia requerida frente a los poderes fácticos y políticos”, dijo. Un punto coincide con Kirchner. El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, y su segundo, Carlos Rosenkrantz, invitados al último momento de la ceremonia, lo escucharon a unos pocos metros con el rostro serio. El ida y vuelta apareció varios minutos, mientras que Fernández sumaba críticas contra la oposición, a la que acusó de montar entre 2015 y 2019 una “mesa judicial” para controlar los Tribunales, utilizar los servicios de inteligenia de inteligenia para jues espiar de espiar decreto.

La pérdida de apoyo popular del Gobierno se sintió en la calle. En la plaza fronte al Congreso se concentraron unas pocas millas de personas para expresar su apoyo al presidente en medio de un importante dispositivo de seguridad. La mayoría procedía de las localidades de la periferia bonaerense más peronistas, como La Matanza, Moreno, Lomas de Zamora o Hurlingham. Algunos de los manifestantes se fotografiaron junto a carteles de Alberto 2023 y defendían su candidatura de cara a octubre; otros, más cautos, aseguraban que apoyarían a cualquier postulante peronista.

Las peleas internas en el Frente de Todos se replican en la militancia. Las organizaciones más cercanas al kirchnerismo, como La Cámpora, estuvieron ausentes de la movilización popular. Cuando la vicepresidenta abrió la sesión, pocos aplaudieron en la plaza, en diferencia de lo que ocurrió minutos después, cuando se anunció la llegada de Fernández. Ya en la víspera, el referente camporista Andrés Larroque había expresado el descontento del kirchnerismo con la gestión presidencial y había sugerido que Fernández renunciara en buscar la reelección.

Fernández no pronunció la palabra «proscripción», pero tampoco habló de candidatas electorales ni políticas internas. No despejó si insistirá o no con un segundo mandato, meno el suyo no pareció ser el discurso de un líder que pretende manterense en el poder. «Ahora que llega el momento de hacer un balance, debo decir que estoy convencido de que hemos los cimientos sobre los cuales construir el grand país que soñamos», dijo, con un evidente tono de despedida. A Fernández le quedan nueve meses de mandato. En agosto, el peronismo elegirá candidato. La Cristina económica y la pelea con Kirchner dilapidado las posibilidades de Fernández, mientras que el kirchnerismo, retirea Cristina de la carrera, no encuentra reemplazante.

Lo que lastra cualquier aventura electoral del peronismo es la inflación, que enero trepó hasta el 98,8% interanual. Sergio Massa, al frente de una de las tres patas que integran el Frente de Todos, la alianza que gobierna Argentinatiene desde agosto la misión de controlarla. Habia prometido bajarla a menos del 4% en abril, pero el 6.3% mensual registrado en enero volvoi esa meta inalcanzable. Fernández solicitó un plauso para Massa, encargado de cumplir con el ajuste fiscal y monetario comprometido ante el Fondo Monetario Internacional en enero de 2022. El Gobierno negocia por estos días flexiblizar esas metas, cada vez más de cumpliírcil. “La alta inflación que sufrimos todos es un factor central en la desorganización de nuestra economía”, dijo Fernández. Organizar esa economía es el principal desafío del peronismo.

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