Qué es el Test de Bechdel y cómo se usa


Las reglas del test de Bechdel aparecieron por primera vez en una tira cómica de la dibujante y escritora Alison Bechdel a mediados de los años 80. En una de las viñetas contenidas en Dykes to Watch Out For, dos amigas hablaban sobre cine y la representación de la mujer en la industria.

Bechdel tomó la idea de una conversación con su amiga Liz Wallace, que a su vez había cogido la inspiración del ensayo de Virginia Woolf Una habitación propia, en el que exploraba el papel de la mujer escritora y de los personajes femeninos en la ficción. Ese es el motivo por el que la creadora del test prefiere que se denomine Test Bechdel-Wallace.

Los requisitos del test de Bechdel – Wallace

Las reglas aparecieron por primera vez en 1985 y se han propuesto algunas variantes desde entonces. Según la propuesta original, una obra de ficción pasa el test si se cumple tres simples requisitos:

  1. La película cuenta al menos con dos personajes femeninos.
  2. Esos personajes femeninos hablan entre ellos.
  3. Su conversación no gira alrededor de ningún hombre.

Algunas aportaciones posteriores proponían añadir alguna variante más porque consideraban el test demasiado benévolo con las producciones que analizaba. Así, en algunos de estos análisis se incluyeron otros criterios de valoración como que esas mujeres tuvieran nombre propio y que su conversación fuera al menos de sesenta segundos.

La evolución del test

Según la propia Alison Bechdel, no imaginaba que algo que empezó como “una pequeña broma entre lesbianas en un periódico feminista” llamaría la atención mediática.

Ahora en su página web, los propios usuarios tienen la libertad de incluir las películas que consideren junto a su valoración acerca de si pasan el test o no. De las más de seis mil quinientas películas de la base de datos poco más de la mitad pasan la prueba.

Hoy en día y, a pesar de sus detractores, el test ha ampliado su campo de acción del cine a cualquier otro tipo de obra de ficción, desde novelas a videojuegos. Incluso el actor británico Beth Watson lanzó una campaña para promover la aplicación del test en las obras de teatro que se exhibían en el país.

Críticas y detractores

Hay muchos aspectos del test que han sido cuestionados. El principal problema es que una obra puede pasar el test y aun así contener contenido sexista o discriminatorio. También puede tener una gran cantidad de presencia femenina y aun así, que esos papeles estén cargados de estereotipos.

No se trata de un test científico ni mucho menos, ni debe ser tratado como tal. Como siempre, este tipo de propuestas vienen cargadas de controversia. ¿Es este test un elemento válido de valoración? ¿Ayuda a poner el foco en la desigualdad? ¿Es un filtro más de control a la libertad creativa? ¿Es insuficiente? ¿Es excesivo? La polémica está servida.



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