la serie de HBO acaricia el cielo adaptando con éxito uno de los pasajes más intensos y memorables del videojuego original


Uno de los mayores peligros que existen a la hora de adaptar un videojuego de la talla de ‘The Last of Us’ radica en la inmensa cantidad de pasajes icónicos que albergan sus, aproximadamente, 15 horas de duración. Por suerte, semana tras semana, Craig Mazin y Neil Druckmann continúan haciendo justicia a la obra de Naughty Dog, perfilando momentos capaces de erizar el vello hasta a los jugadores más curtidos en la materia.

En esta ocasión, tras explorar el pasado de Ellie y permitir comprender mejor quién y por qué es así nuestra protagonista en la fantástica traslación a la pequeña pantalla del DLC ‘Left Behind’, la serie de HBO ha hecho una última parada antes de su season finale para narrar uno de los capítulos más intensos y especiales del original. La jugada, como no podría ser menos, ha vuelto a salir poco menos que redonda.

  • A partir de este punto habrá spoilers de ‘En nuestras horas más bajas’, el octavo episodio de ‘The Last of Us’.

Haciendo enemigos

Si por algo destaca ‘En nuestras horas más bajas’ es por lograr algo tremendamente complicado en tiempo récord: presentar, construir y hacer sentir a flor de piel la amenaza que supone David, uno de los villanos más retorcidos y despreciables del videojuego cuya aparición esperábamos con ansia muchos parroquianos.

Para conseguirlo, tras el punto y aparte marcado por ‘Left Behind’ y al igual que se hizo durante el arco de Kansas, los showrunners han optado por arrancar el episodio desde el punto de vista del líder de la comunidad de Silver Lake que trata de sobrevivir durante un invierno especialmente hostil. Así, además de una toma de contacto con su personalidad e influencia, se nos provee del contexto necesario para comprender su toma de decisiones.

Tras una breve introducción —aunque lo suficientemente larga para sugerir las preferencias culinarias pastor—, la acción se centra en Joel y Ellie, que continúan en la dinámica establecida hace dos capítulos. La adolescente, intentando conseguir alimento y recursos para salvar a su compañero de fatigas, que sigue batallando contra la infección de su herida, termina encontrándose con David y James —interpretado por Troy Baker, que dio vida a Joel en el videojuego—.

Durante su encontronazo con la pareja de supervivientes, además de conseguir penicilina para su antes protector a cambio del ciervo que acaba de cazar, Ellie descubre que, al igual que ocurrió en el material original, David y su gente buscan a un hombre y una niña pequeña después de que acabasen con la vida de uno de sus compañeros —en el juego, son varios los asesinados—.

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Tras la revelación, y después de una conversación entre la muchacha y el líder de Silver Lake que nos aporta nuevo background para el sutilmente rediseñado personaje, Ellie regresa junto a Joel para administrarle la medicina. David y James, por su parte, regresan al pueblo con el venado y planean seguir el rastro de la chica al día siguiente.

Es en este punto cuando la escalada de tensión arranca sin intención de decrecer en ningún momento, potenciada por la magnífica dirección de un Ali Abassi —’Border’, ‘Araña sagrada’— que aspira a convertirse en el mejor realizador de la temporada al destacar tanto en las escenas más crudos y viscerales como en los más contenidos y centrados en el intercambio de diálogos.

Crescendo, carne y muerte

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Mientras Ellie se esfuerza por mantener a Joel con vida, David y sus hombres llegan a la urbanización en la que se esconden para darles caza; una situación que termina con el caballo de los protagonistas muerto, con la cría capturada y con Joel  de nuevo en activo masacrando a los asaltantes que se quedaron rastreándole en busca de venganza, no sin antes extraerles la información sobre la localización de su protegida.

En paralelo, en Silver Lake se desarrolla uno de los fragmentos más recordados del videojuego: la conversación entre Ellie, retenida en una celda, y David. En ella se vuelve a incidir en el tema de la causalidad y el destino, con el pastor argumentando que «todo sucede por una razón» —algo con lo que la chica no está en absoluto de acuerdo— y se evidencia que, en efecto, la comunidad ha recurrido a la carne humana para sobrevivir.

Con Joel aproximándose a duras penas su objetivo, los acontecimientos en la celda siguen lo visto en la obra de Naughty Dog: Ellie rompe un dedo a David, este pierde la paciencia e intenta convertirla en estofado junto a James, que termina con un machete clavado en la garganta después de que la adolescente aproveche su infección para labrarse una escapatoria.

Y, al fin, podemos presenciar el momento que muchos estábamos esperando: un duelo entre Ellie y David que hace justicia a lo que pudimos jugar en 2013, tanto en lo que respecta a su ambientación como en lo referente a su desarrollo. Una escena que desemboca en uno de los instantes más intensos hasta la fecha, en el que Ellie acaba con la vida de su agresor —cuyas intenciones sexuales son ahora más explícitas que en la fuente— desatando toda su ira y regalándonos una nueva muestra del inmenso talento que atesora Bella Ramsey.

A diferencia de lo acontecido en el videojuego, no es Joel quien detiene la carnicería de una Ellie fuera de sí. Por el contrario, la pareja se reencuentra en el exterior del edificio en llamas, donde hemos podido escuchar cómo el personaje de Pedro Pascal llama «baby girl» al de Ramsey mientras le consuela, confirmándose así su vínculo paternofilial y dejándonos con el corazón en un puño mientras la imagen funde a negro.



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