La secuela oficial de ‘E.T., el extraterrestre’ que descubría que era un viajero dimensional de diez millones de años degradado por su aventura en la Tierra


Puede que ahora sea lo más habitual ponerse a escribir una secuela en el mismo momento que una película es un éxito, pero a Steven Spielberg, despues de ‘E.T, el extraterrestre’, la idea le sonaba a rayos fritos. Es más, él mismo se ha dedicado a bombardear, una a una, las ideas de franquiciar la película que se les han ido ocurriendo en Hollywood, pero no ha podido parar todas. Esta es la historia de esa secuela de ‘E.T’ que ocurrió… en forma de libro. Y, ya de paso, de todas las demás. Porque haberlas, haylas.

Miedo a la noche

Un mes después del exitazo sin precedentes de la película que nos presentó a Elliot y E.T dándonos imágenes icónicas del cine de aventuras adolescente, Steven Spielberg volvió a juntarse con Melissa Mathison, la guionista original, para plantarse delante de la industria del cine y decir, a su manera, «Si queréis una secuela, tendrá que ser bajo nuestras normas». Y vaya normas.

Lo que pasó con ‘Nocturnal fears’, la película de terror basada en ‘E.T’ que nunca se hizo, es bien conocido: en la sinopsis, los aliens que volvían después de que el amigo de los niños regresara a casa esta vez eran malvados, carnívoros, albinos e iban en su busca. Además, ya de paso, se desvelaba el verdadero nombre de E.T: Zrek, que al final volvía para ayudar a un Elliott moribundo tras la batalla con los extraterrestres. Por lo que sea, Hollywood miró a la idea con cierto desdén y decidieron que nunca se produciría una secuela. Más o menos.

Et Adventure

En 1990, ocho años después del lanzamiento en cines, Universal Studios anunció una montaña rusa basada en ‘E.T’ en la que el propio Spielberg se rendía y hacía una introducción explicando la historia de esta pseudo-secuela: Botanicus, el profesor de E.T, le ha pedido que vuelva a su hogar, el Planeta Verde, porque está muriendo y solo su toque mágico puede salvarlo. Bueno, eso es lo que podéis ver ahora en Orlando y que lleva en pie desde 2002: antes, Spielberg anunciaba que los visitantes habían sido escogidos como actores para recrear escenas inspiradas en la película original. Vamos, que estuvo veinte años cerrado en banda a hacer ningún tipo de concesión a una secuela.

¡Mando a la vista!

En el vigésimo aniversario de ‘E.T’, también los videojuegos, ya olvidado el fiasco del mítico juego de Atari, intentaron dar su punto de vista sobre el extraterrestre más conocido: ‘E.T: Interplanetary mission’ muestra al protagonista yendo de planeta en planeta salvando la naturaleza con su dedo milagroso. La última misión es en la Tierra, donde tiene que recoger trozos de un comunicador para llamar a casa (a pesar de que su nave no se ha roto, lo que lo hace bastante confuso en realidad).

Et Psx

Si tenéis curiosidad, también hubo otra mini-secuela en forma de juego para móviles: en ‘E.T: The green planet’, el profesor Botanicus (una vez más) le ayuda a devolver la vida natural a su planeta, montar un gran jardín y hacer que unos pocos ilusos piquen con las opciones de pago. Pero, ¿quién es el profesor Botanicus? ¿De dónde sale este personaje y por qué parece clave en la pseudo-franquicia basada en la película de Spielberg?

Volvemos en el tiempo a 1982 y conozcamos a William Kotzwinkle, un escritor de algo más de cuarenta años que se había encargado de la adaptación a novela de ‘E.T’ a su manera: se ponía de vez en cuando en el punto de vista del extraterrestre, donde dejaba caer que era un botánico que llevaba vivo diez millones de años y veía a Elliott y su pandilla como los reyes del planeta. También se metía en la cabeza del perro de la familia, Harvey, que lamentaba todos los zapatos que se había comido y se preguntaba si podría zamparse a E.T. Vamos, un viaje. Pues este fue el escritor de la única secuela oficial de la película.

Pequeño planeta, vuelve a sonreír

Spielberg comentó a Kotzwinkle un par de ideas para una posible secuela a inicios de los 80, y después le dio permiso explícito para continuar la saga a su manera. Y vaya que si lo hizo. En 1985, el escritor publicaba la secuela en cuestión: ‘E.T: El libro del planeta verde’, una absoluta locura que, nos guste o no, es canon.

¿Creías que E.T es un viajero del espacio? ¡No! ¡Es un viajero interdimensional! De hecho, para viajar entre dimensiones tiene que abrir brechas en el tiempo: mientras que para él no ha pasado ni un segundo, en la Tierra han pasado cuatro años y Elliott ahora se preocupa más por gustarle a una chica en particular. Ah, sí: al llegar a su planeta, E.T. es degradado por su aventura y baja de oficial de primera clase a granjero. Y es que allí las plantas son las mejores del universo (literalmente) y, además, tienen sentimientos. Aún no hemos entrado en la parte más rara de la trama, os advierto.

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E.T manda pequeños clones en miniatura de él mismo para llamar la atención de Elliott, pero fracasa continuamente, lo que solo acrecienta su absoluta -e insana- relación con el chaval, al que termina considerando prácticamente un dios. Al final, el extraterrestre desobedece las órdenes de sus superiores, roba una nave y se dirige a nuestro planeta para volver a ver a Elliott. Una tercera aventura que, por suerte, no llegó jamás.

Si alguna vez habíais pedido una secuela de ‘E.T’, quizá sea el momento de reconsiderarlo. Porque esto -oh, sí- existió.



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