‘Gru: Mi villano favorito 4’ (2024), crítica | Pura alquimia pensada para llevar a toda la familia al cine, pero su mediocridad es digna de un lanzamiento directo en DVD


Hace ya mucho tiempo que no somos atentos espectadores o estimado público que ve películas: para muchas productoras somos simples consumidores que degluten contenido. Desde las series de ‘Star Wars’ hasta las películas de saldo de Netflix, una parte del audiovisual se ha ido simplificando cada vez más hasta convertirse en un mejunje fácil de masticar y entender incluso mientras estamos mirando el móvil. ‘Gru: Mi villano favorito 4’ continúa esta tradición y es, en este sentido, puro contenido, el equivalente cinematográfico a agitar las llaves de casa delante de un bebé para tratar de fascinarle con sonidos y movimientos incoherentes. Y no tenía por qué ser así.

Contenido con gruten

‘Gru 4’ no es una película: son cinco metidas a presión en hora y media. Da la impresión de que en el proceso de crear la historia no supieron elegir entre un villano que persigue a Gru, verle convertido en el mentor de una nueva ladrona, observar cómo encaja fuera de su mundo, convertir los minions en superhéroes y convertirle en padre, así que decidieron hacerlo todo. A la vez. Sin mucha unión entre trama y trama, como si se tratara de episodios televisivos autoconclusivos unidos de manera endeble con cinta de carrocero.

Y si a la película no le interesa su propia trama, ¿por qué tú, como espectador, deberías sentirte atraído por ella? Sí, claro, tienes nuevos porrazos de los Minion y muy entretenidas secuencias de acción infantiles, pero sus escenas son intercambiables entre sí y casi entre la propia saga. ‘Gru 4’ es una secuela en piloto automático hecha con la ley del mínimo esfuerzo confiando en que al espectador le va a dar lo mismo mientras pueda tener a los niños callados un rato, algo que se hace flagrante teniendo tan reciente la muy superior ‘Del Revés 2’. La diferencia entre el amor y la artesanía de Pixar y el puesto de churros de Illumination es patente.

No es solo culpa de su productora, claro está: mientras los consumidores sigan degustando como manjar películas de relleno tan solo por la presencia de los Minion en ellas, ¿para qué esforzarse más de la cuenta? Tendremos quinta, sexta y séptima entregas mientras siga dando beneficios en taquilla y el merchandising de los bichos amarillos continúe viento en popa. Más que una saga de películas, ‘Gru’ se ha convertido en una ley de oferta y demanda de lo cuqui ante la que los consumidores siempre van a estar pidiendo más. En Illumination son muy conscientes de que innovar podría ser su mayor error, y se lo han tomado al pie de la letra. Los experimentos, con gaseosa.

Le dice el padre al minion

No todo son palos hacia ‘Gru 4’. Dentro de su absoluta nimiedad, sabe exactamente qué resortes tocar para producir la risa en el espectador, especialmente gracias a unos Minion sorprendente infraexplotados que siguen siendo el alma de la película a base de cachiporrazos, ideas perversas y slapstick puro. Nunca he sido su mayor fan precisamente, pero se nota que la saga sigue en pie gracias a ellos y que están tirando del resto de la franquicia gracias a un tempo cómico perfectamente pillado en un humor genuinamente apto para todas las edades.

El resto del guion, más allá de una visualmente sorprendente huida de la escuela de villanos, está sorprendentemente aguado, con unos diálogos muy poco ingeniosos y dejando de lado a las tres niñas co-protagonistas (hay un conato de darle trama propia a Margo, pero se abandona en cuanto ya no es conveniente) para centrarse en los intentos de encajar de un Gru mal caracterizado, almibarado y decepcionante en su cobardía. Paradójicamente, y aunque sea el protagonista de la cinta, se siente como la excusa para que los Minion sigan apareciendo en pantalla.

Hay que aceptar que la saga estaba totalmente agotada al finalizar la segunda parte, y a partir de entonces las entregas de ‘Gru’ han sido tan solo intentos de estirar el chicle un poco más, porque la gente se lo sigue comiendo aunque hace mucho que nadie nota el sabor original. Después del éxito de ‘Super Mario Bros’ el año pasado tienen carta blanca para hacer lo que quieran, y nadie puede culparles por pretender aprovechar, en tiempos de nula experimentación, el tirón. Antaño, una película del calibre de ‘Gru 4’ sería una secuela directa a DVD o incluso varios episodios de una serie de televisión. Hoy, dará beneficios en los cines. Y no pasa nada.

Esta cuarta parte es digna de admirar en cuanto a su existencia como pura alquimia algorítmica diseñada para llevar a toda la familia al cine. Nadie recordará dentro de un mes a su villano-cucaracha, los super minion, el hijo pequeño de Gru, el partido de tenis o ese absurdo número musical final con homenaje a toda la saga incluido, pero sí dejará un inefable buen regusto como para fichar en la siguiente entrega dentro de un par de años. Y al final del día, ¿no es simplemente eso lo que se busca en el negocio del contenido puro y duro?

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