El poder del perro: una genial desconstrucción del Western

Santo Domingo. Desde el inicio del western en 1903 con películas como Asalto y robo de un tren de Edwin Stanton Porter todos nos hemos acostumbrado a asociar inconscientemente la esencia del género en sangre, pólvora, ganado y duelos al sol. Lo anterior sin lugar a duda se lo debemos a Sergio Leone por su formidable spaghetti western El bueno, el malo y el feo de 1966, no obstante, existen otros elementos enraizados en el westernque trascienden el imaginario popular a los cuales Jane Campion apela en la película El poder del perro.

Con El poder del perro Jane Campion lleva al cine la iconoclasta novela original de Thomas Savage de 1967, mediante la cual se ha proyectado la figura del cowboy desde una perspectiva distinta. Luego de 10 años sin realizar una película, la directora de ‘El piano’ regresa con su primer western, retomando los temas que le dieron éxito y fama: la forma en que el deseo sexual y la violencia se entrelazan y configuranrelaciones de amor y de poder.

La película arranca con la historia de dos hermanos de carácter opuesto; el dominante y agresivo Phil Burbank (Benedict Cumberbatch) y el apacible y flemático George (Jesse Plemons), propietarios de un rancho. Luego de aparecer una mujer (KirstenDunst) y su hijo (Kodi Smit-McPhee) en la vida de George estalla un intenso reflejo de violencia visceral que discrepa de una manera formidable y atinada de la esencia misma de western, valiéndose de una gran representación de estereotipos de la época, de la profundización del sufrimiento, angustia de personajes tóxicos y de un intencional impulso hacia el peligro impredecible motivado sutilmente por la banda sonora. Todo lo anterior convierte la película en un western de thriller psicológico.

De una manera ralentizada que quizás pueda cansar a los espectadores y una magnífica representación de los personajes, toda la exploración de la identidad y la sensible masculinidad de la época adquieren sentido radicalmente. Los protagonistas encarcelados en sus arquetipos evolucionan al punto tal de producir un desbordamiento de emociones enfrentadas en el espectador que hacen de ello una experiencia única. La sobresaliente actuación de Benedict Cumberbatch lo confirma en la industria como posible ganador de un Óscar.

Con una narrativa lenta, pero con un volcán de fuego oculto en su historia que entra en erupción de una manera precisa, la directora Campion logra una reivindicación de la expresión narrativa y el excelente uso del lenguaje cinematográfico gracias a frasessueltas, interacciones y reacciones sobreexpuestas y una excelente perfilación estética del guion (escenarios, climatología) que se mantiene a lo largo de la película.

‘El poder del perro’ es una sutil y oscura historia de una venganza que muestra cómo la apariencia del más fuerte puede volverse vulnerable y el débil al encontrar una fortaleza secreta. La película deslumbra con su impresionante estética artística elevada por la fotografía de Ari Wegner y por la disonante banda sonora de Jonny Greenwood, totalmente apartada de las clásicas bandas sonoras del Oeste como las de Sergio Leone y con una gran similitud a la esencia sonora de un thriller psicológico como las del maestro de las partituras Bernard Herrmann.

Esta exquisita y delicada joya que nos deja el traumático año 2021 por los efectos de la pandemia ha servido a la realizadora para hacerse con el Globo de Oro a la mejor dirección y quizás para un Óscar, además de haber conquistado merecidamente festivales como Venecia, Toronto o San Sebastián. También sus notables interpretaciones han sido reconocidas con varias nominaciones y el galardón del Globo de Oro al mejor actor de reparto, a Kodi Smit-McPhee.

Después de dar múltiples vueltas buscando las palabras para concluir con este texto solo me queda por decir que ‘El poder del perro’ cuya desconstrucción de western corona este género en decadencia y a su vez imperecedero, en una de las mejores películas del pasado año 2021, que deslumbra hiperbólicamente con sus magníficas actuaciones y su ralentizada narrativa. En fin, a veces las cosas necesitan derrumbarse para construir cosas mejores.