Crítica de Carter | Netflix
Carter es el nuevo thriller de acción asiático que está arrasando en Netflix. La explosiva cinta dirigida por Jung Byung-gil (La Villana) y protagonizada por Joo Won llegó a la plataforma el pasado 5 de agosto convirtiéndose, para muchos, en uno de los estrenos más esperados de esa semana junto a otros como Predator: la presa o Bullet Train ¿Valió la pena? Te lo contamos a continuación.
Tráiler y Sinopsis de Carter
Dos meses después del brote de una epidemia mortífera causada por el virus DMZ y que ha diezmado Estados Unidos y Corea del Norte, «Carter» se despierta sin recordar nada de su pasado. Lleva implantado un misterioso dispositivo en la cabeza y una bomba letal en la boca. Una extraña voz le transmite órdenes. La bomba podría explotar en cualquier momento… a menos que rescate a una chica que es el único antídoto para el virus. Pero tanto la CIA como Corea del Norte le pisan los talones.
Totalmente desconcertado por una operación muy misteriosa, «Carter» debe recuperar su identidad y completar con éxito una misión a contrarreloj en esta película de acción rodada en un solo plano sin cortes.
Crítica de Carter
Carter emula el formato ambicioso de obras como Hardcore Henry, Victoria o 1917, apostando por delimitar su metraje en un único plano secuencia de forma íntegra. Esta idea tan exótica como exigente es un desequilibrante mayúsculo que puede desvirtuar completamente la experiencia si no se ejecuta adecuadamente. En este caso, el artificio se hace visible, no hay magia que oculte los tics nerviosos del montaje. Este, no deja respirar a la imagen y, esclavo de las excesivas y multitudinarias set-pieces de acción, se ve obligado a forzar el corte entre imágenes a menudo.
Los burdos Vfxs del film son de un nivel paupérrimo, ni tan siquiera la estética pulp de la violencia logra salvar el infame desempeño del músculo técnico. Por otro lado, las coreografías de combate, aún siendo eficientes en cuanto a ejecución, son poco imaginativas y empequeñecen frente a obras cumbre del género como The Raid o The Night Comes For Us. Los inestables movimientos de cámara, la mayoría rodados mediante drones, se sienten más cercanos al lenguaje propio del videojuego que a las reglas cinematográficas naturales.
El apartado narrativo hace aguas, la interposición de escenas de acción y argumentales desemboca en un desfase notable en el pulso rítmico. Al combinar secuencias de diálogo absurdamente expositivo con rocambolescos elementos Sci-Fi, la balanza se inclina hacia el tedio. El desajuste es tal que el resultado exige al espectador una salvaje suspensión de la incredulidad o se producirá una desconexión irreversible con la narración.
La fiebre actioner
En el cine de entretenimiento, no todo vale. Netflix estrenaba recientemente The Gray Man, un mediocre blockbuster de acción, ahora, unos días después, llega otro subproducto que repite los errores del anterior de manera sistemática. Los neófitos de los actioners coreanos y japoneses con suerte quizá vean en Carter un producto estimulante, sin embargo, los aficionados experimentados seguramente sientan rechazo.
Hemos visto decenas de propuestas del mismo calado con un apartado técnico más estilizado y un planteamiento narrativo compensado y coherente. Vivimos tiempos en los que el cine de acción se ha vuelto altamente elegante, sofisticado y solvente. De hecho, las secuencias de peleas y/o tiroteos suelen seguir un elevado estándar de calidad, estando cada día están más presentes en el cine comercial. Esto, como contrapunto, convierte a los films menos interesantes del subgénero en inferiores sólo por la existencia de otros que los superan con creces. A veces, ni el ejercicio de mantener el encefalograma plano salva de la quema a determinados productos.