☑️ ¿El Clima Frío Favorece La Propagación De COVID-19?

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A finales de julio de 2020, la Dra. Margaret Harris, portavoz de la OMS, destacó: “Hablar de segunda ola no tiene sentido, se trata de una única gran ola”. Ella, realizó esta observación, en el marco de una conferencia de prensa virtual, en la cual, aclaraba que el nuevo coronavirus, no se comporta de forma estacional. Puso como ejemplo la presencia de brotes de mucha intensidad (el mayor de ellos), en los Estados Unidos, en plena época de verano.

Para el 21 de agosto de 2020, la Universidad John Hopkins mostraba que casi 23 millones de personas estaban contagiadas alrededor del mundo, lo cual indica, un incremento mayor a cinco millones, en menos de un mes. Esto lo menciono, porque a finales de julio existían cerca de 17 millones de contagiados. Para muchos, lo sucedido ha sido asombroso, pues se esperaba, que el nuevo coronavirus se comportara como un virus estacional.

Laly una buena amiga de España es una persona susceptible a las gripes en los periodos de frío.  A ella no le agradan los encierros, sin embargo ha estado cumpliendo la cuarentena. Precisamente, la sensibilidad a las gripes en temporadas de frío y la situación mundial de la pandemia han sido de preocupación para muchisimas personas.  Laly, en su comunicación conmigo estaba interesada en saber como impactaría el nuevo coronavirus su salud durante la temporada de otoño, ya que para ella  las temporadas de frío potencian las enfermedades.

En función de la preocupación mundial existente, hablaré sobre el impacto del frío en la propagación del covid-19.

El esperado otoño y sus posibles consecuencias

A mediados de agosto de 2020, Robert Redfield, el director de los CDC, advirtió que hay que estar preparados para experimentar situaciones jamás vividas anteriormente, en cuanto a salud pública. Él lo resalta, debido a que se encuentra muy próximo el inicio de la temporada de otoño. “Vamos a tener COVID en el otoño y vamos a tener gripe en el otoño. Y cualquiera de ellos por sí solo puede estresar ciertos sistemas hospitalarios”, afirmó Redfield.

El destaca, que por lo general la temporada anual de influenza, inicia el mes de octubre y alcanza su máxima expresión entre diciembre y febrero. Y el aclara, que no se trata si el clima más frío favorece la propagación de COVID-19. Más bien, debe considerarse que, durante otoño e invierno, la influenza se manifiesta con mayor fuerza.

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Su llamado obedece, a que cualquiera de los virus mencionados, aún  sin la presencia del otro, podrían colapsar el sistema hospitalario. A manera de ejemplo menciona, que desde el año 2010, se han venido realizando entre 140.000 a 810.000 hospitalizaciones. Incluso, la epidemia de influenza estacional 2019-2020 resultó en decenas de millones de casos, la mayoría de los cuales ocurrieron antes de que surgiera la pandemia del nuevo coronavirus.

Ante este panorama y a pesar de que la influenza posee una vacuna, solo el 47% de la población se vacunó el año pasado. Por lo general, se recomienda que entre el 60 al 70% de las personas se vacunen contra la influenza. Esto permite, mantener el virus controlado. Este año, los CDC, desean alcanzar una meta del 65%. Por lo general, anualmente los CDC adquieren unas 500.000 dosis de vacunas de influenza, para adultos sin seguro. Sin embargo, este año ordenó 10 millones de dosis adicionales, lo cual incrementaría la cifra a 190 millones de dosis.

El virus bajo la lupa de España

En países europeos, ciertos estudiosos, han estado siguiendo muy de cerca el comportamiento del nuevo coronavirus. Uno de ello, es el microbiólogo Dr. Benito Regueiro de España. Este destacado investigador, espera ver cosas interesantes, al entrar el otoño. Se trata, de la competencia que se establecerá entre el COVID-19 y los virus estacionales, tales como los rinovirus. De acuerdo a su experiencia, “Lo primero que hace un virus cuando toma el control de una célula es eliminar la competencia. Así que está por ver cómo se comporta este cuando lleguen los virus de la gripe y los otros rinovirus”.

El posee la interrogante acerca de que si esta podría ser una variable que ayude a mitigar el impacto del nuevo coronavirus. Algo, que han notado las autoridades sanitarias e investigadores, es que los jóvenes, realizan mucha actividad nocturna durante el verano. Y esto ha sido visto, como uno de los focos principales de contagios actuales. Por ello, se ha decretado, el cierre de clubes, salas de fiesta, discotecas y karaokes.

El Dr. Regueiro, y otros investigadores, albergaban la esperanza de que el incremento de las temperaturas en el verano, lograra frenar el incremento del nuevo coronavirus. “A nivel microbiológico se sabe que los rayos ultravioletas, dañan a los virus en el aire y afecta a los que quedan depositados en superficies”. Eso podría haber frenado la dispersión. Sin embargo, se verificó que muchos de los “rebrotes” que se padecen actualmente, han sido originados en reuniones nocturnas en locales cerrados. “Y en ese contexto, da igual que sea verano u otoño”

¿El nuevo coronavirus posee afinidad por el frío?

Muchas personas, confiaban que el verano podía ser un impedimento para la transmisión del virus. Aún el verano no ha finalizado y no se cuenta con el desenlace. Ahora, algunas observaciones, han permitido observar, como efectivamente, el frío contribuye a los contagios. Y, en Australia, con temperaturas mínimas de 3 grados y máximas de 17, los casos han alcanzado cifras récord.

De acuerdo a la Academia de Ciencias Médicas de Inglaterra, la baja humedad y temperatura durante los meses de invierno, podrían facilitar la transmisión del nuevo coronavirus. Se ha establecido además, que una mayor exposición a la contaminación atmosférica, está asociada con temperaturas más bajas. Y esto también se relaciona, con la mayor cantidad de tiempo que se permanece en el interior de las casas. Contribuye esto también con un mayor incremento de los casos de asma. Muchos experimentos, han comprobado que la transmisión del nuevo coronavirus y de muchos otros, se realiza eficientemente, en ambientes interiores. Como se sabe, las personas pasan mucho más tiempo dentro de sus casas, durante el invierno. Y esto favorece la transmisión del nuevo coronavirus mediante diversas modalidades. Entre ellas destacan:

  • Transmisión directa de los virus de persona a persona

Debido a la disminución del número de horas de luz, aunado al clima invernal adverso, una gran cantidad de personas permanece dentro de sus hogares. Esto induce a una mayor interacción entre las personas por períodos prolongados. Se ha estudiado que el riesgo de infección de enfermedades respiratorias, se comporta de forma exponencial, por efecto de la cercanía y la duración.

Esto también ocurre en el interior de un transporte público o un vehículo particular. Si una persona está tosiendo, estornudando, hablando o cantando, se incrementa la dispersión del virus a través de las gotículas. Incluso, durante el invierno, las enfermedades respiratorias estacionales, pueden incrementar el riesgo de estornudar o toser, favoreciendo la dispersión del nuevo coronavirus.

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  • Transmisión mediante aerosoles

Se ha establecido, que una mala ventilación, además del hacinamiento, promueven el incremento de la densidad de partículas virales. Ellas, logran acumularse a nivel del aire y en las superficies, incrementando así el riesgo de transmisión. Mediante la investigación, se ha establecido, que la concentración de estas partículas depende de la ventilación de una habitación. Observándose una menor cantidad de partículas, en lugares con mejor ventilación.

Los científicos británicos, han logrado identificar muchos edificios del Reino Unido. Observando, que en varios de ellos, existe ventilación natural. De esta forma, el grado de ventilación dependerá de que se abran o no, las ventanas y rejillas. Esto por lo general, no se realiza a menudo en invierno, debido a que en ocasiones se crean corrientes de aire fría, propiciando menores niveles de ventilación durante el otoño y el invierno. Se ha establecido que, durante condiciones frías o invernales, la humedad relativa es mucho menor, esto puede favorecer que los aerosoles permanezcan suspendidos por más tiempo dentro del aire del recinto.

  • Transmisión mediante el contacto con superficies

La evidencia sugiere, que los virus pueden persistir en superficies contaminadas o fómites, suponiendo en ocasiones, un riesgo de contangio hasta por 72 horas. En el hogar existen infinidad de superficies, donde el nuevo coronavirus se puede posar. Los científicos han logrado determinar, que persiste en superficies plásticas como celulares, tabletas, controles remotos, computadoras de escritorio y portátiles. Además de ello, en superficies de acero inoxidable. Asimismo, la humedad relativa más baja del invierno, sumada a condiciones oscuras y frías, favorecen la permanencia del virus. Así, en los meses fríos se incrementa la susceptibilidad de transmisión a través de superficies y objetos contaminados.

Incremento de la susceptibilidad por efecto de factores de climatización interna

De acuerdo a datos observacionales, se sabe, que las viviendas de peor calidad, poseen graves defectos en su aislamiento. Esto hace que las mismas, muestren temperaturas más bajas, debido al uso inadecuado o equipos obsoletos de calefacción. Y es conocido, que las bajas temperaturas, tienden a disminuir la inmunidad corporal y a favorecer la supervivencia del virus. Además de ello, también existe una mayor propensión a desarrollar neumonía y procesos cardiovasculares riesgosos, a temperaturas por debajo de los 18ºC. Estos hogares también pueden tener una mayor densidad de ocupantes.

Incluso, en viviendas más modernas, con equipos de calefacción central, ocurren ciertos procesos indeseables. Dentro de ellos, podemos destacar la reducción de la humedad relativa por debajo del 40%. Acarreando, un proceso de deshidratación de la mucosa nasal y reduciendo el aclaramiento mucociliar. Un mecanismo de autolimpieza de la mucosa nasal, el cual, al fallar, favorece la acumulación de secreciones. Se sabe que esto, incrementa la susceptibilidad al nuevo coronavirus y la infección por parte de virus de influenza. De hecho, la presencia de ciertos contaminantes, en algunas viviendas, con bajas temperaturas, también influye en la susceptibilidad a las afecciones respiratorias.

Se mira el contexto del trabajo desde el hogar a largo plazo, aunado al aislamiento de algunas personas vulnerables. Ello, sumado a los periodos de cierre, durante el invierno, podría originar muchos problemas, en casi todas las viviendas. Sin embargo, se ha observado que las tasas de mortalidad de COVID-19, representan el doble en las zonas socioeconómicamente más desfavorecidas.

Otros aportes científicos con el enigma del COVID-19 y el clima

De acuerdo a un estudio publicado a finales de junio de 2020, se llegó a la conclusión de que, la transmisión ocurre con mayor frecuencia, en la franja ubicada entre los 30º y 50º de latitud. Ellos mencionaron, que existe una alta evidencia, que vincula esta infección con la deshidratación de la mucosa nasal por efecto de las bajas temperaturas y la baja humedad específica. De acuerdo a los investigadores, las ciudades que presentaron brotes importantes a la fecha de 10 de marzo de 2020, tenían temperaturas entre los 5º y 11ºC y una baja humedad específica. Estas ciudades consideradas fueron: Wuhan, China; Tokio, Japón; Daegu, Corea del Sur; Qom, Irán; Milán, Italia; París, Francia; Seattle, Estados Unidos y Madrid, España.

Los científicos, insisten en la importancia de realizar esfuerzos de vigilancia en la zona tropical. Incluyendo también, el hemisferio sur entre los meses de junio a septiembre. Esto permitiría obtener información valiosa, acerca del impacto de las variables meteorológicas, sobre la propagación del nuevo coronavirus. Ellos señalan, que se requiere una mejor comprensión de la estacionalidad de los coronavirus y otros virus respiratorios agudos. De allí la importancia de realizar pruebas de muestras ambientales en localidades actualmente infectadas, estudios epidemiológicos y climáticos.

Muchos estudios, han comparado la temperatura y humedad en diversos países con alta dispersión de COVID-19. Encontrándose, que aquellos con baja humedad y temperatura, han sufrido mayores estragos, por efecto del nuevo coronavirus.

Estudios científicos demuestran hechos importantes del clima frio

Un nuevo estudio de simulación realizado por un equipo internacional, liderizado por investigadores canadienses, realizó un interesante hallazgo. Este equipo trabajó arduamente en un modelo matemático acerca de la aerodinámica y las características de evaporación de las gotículas respiratorias. Así, mediante comparaciones de las gotitas expulsadas por una persona sana y una enferma, se realizaron una serie de determinaciones. Se pudo observar que al toser se expulsan alrededor de 3.000 gotículas y al estornudar, unas 40 mil. Empleando el modelo generado, el equipo del Instituto de Estudios Aeroespaciales, de la Universidad de Toronto, realizaron algunos cálculos. Ello incluyó, el tiempo promedio que pueden permanecer las gotículas en el aire. Además de la capacidad de permanencia en función del tamaño y la distancia de desplazamiento.

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Por medio del modelo, se encontró, que a una temperatura de 35ºC y 40% de humedad relativa, una gota puede desplazarse unos 8 pies (2,4 m). A su vez, a una temperatura de 5ºC y 80% de humedad relativa, la gota puede desplazarse unos 12 pies (3,6 m)

Ciertos investigadores, de la Universidad de Sídney, encontraron, que un aumento de la humedad relativa se asoció con una disminución de los casos de COVID-19. A su vez, determinaron, una relación negativa, entre la humedad relativa y la presencia de casos de infección. De esta forma, una disminución de la humedad relativa del 1%, favorece un aumento del 7al 8% de contagios.

Concluyendo

Este tema está cargado de algunos desencuentros científicos. A pesar que muchos investigadores, parecen alertar, que las condiciones de frío, pueden acelerar el proceso de transmisión del nuevo coronavirus, no todo piensan así.  A manera de ejemplo, se menciona un estudio de la Universidad de Oxford, que aún no ha sido publicado formalmente. De acuerdo a los investigadores, existen todavía muchas limitaciones de los datos epidemiológicos disponibles. Esto, puede ser un impedimento, para concluir tajantemente, si hay mayor número de personas contagiadas por COVID-19 en climas cálidos o fríos.

Sin embargo, otros estudios aún no revisados por pares científicos, muestran ciertos hechos importantes. Entre ellos, que muchos hospitales alrededor del mundo, poseen aire muy seco, efecto de los equipos acondicionadores. Debido a esto, hacen un llamado a proporcionar los niveles adecuados de humidificación. Esto evitaría, la deshidratación de la mucosa nasal,  primera barrera de defensa contra la infección viral. Algunos investigadores, han encontrado  evidencias, que apuntan, a que las condiciones de bajas temperaturas y aire seco, propician panoramas poco alentadores, para las próximas condiciones invernales, en el hemisferio norte. Incluso, han tomado como referencia, lo ocurrido, durante el actual invierno de Australia. Además de lo sucedido en Japón, Corea e Irán, donde las bajas temperaturas y baja humedad relativa, propiciaron brotes severos, al inicio de la pandemia.

Mi amiga Laly, afirma que incrementrá su cuido en la temporada de otoño.  Me comenta además, que e siente tranquila, pues ella cumple las recomendaciones al pie de la letra. Además de ello, su casa es muy ventilada y la localidad donde vive, no se caracteriza por inviernos crudos.  Es importante estar pendiente y cuidar la salud, teniendo un buen estilo de vida con buena alimentación, actividad física y pensamientos positivos.  Es la mejor forma de vivir estos momentos.

“Si hay algo que todos podemos hacer, además de utilizar mascarillas, lavarnos las manos, guardar el distanciamiento y ser inteligentes en las reuniones, es vacunarnos contra la influenza. Esto básicamente nos prepara para el otoño y cuando recibimos esa vacuna, es posible que no tengamos necesidad de una cama de hospital. Y luego esa cama, podría estar disponible para aquellos que potencialmente sean hospitalizados por COVID”

Dr. Robert Redfield

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