«Me gustaría ser recordado como el urbano que hizo música positiva»


Nacer en un barrio del sector Los Mina, en Santo Domingo Este, no representó ningún obstáculo para que Erickson Rafael Fernández Paniagua se convirtiera en el exitoso artista urbano que es hoy bajo el nombre de Mozart La Para.

Como todo el que logra el éxito en una familia humilde, en su caso el hijo de una enfermera y un militar (actualmente coronel en activo), tuvo que superar muchas barreras para llegar a donde está, aunque nunca pasó hambre porque sus padres eran trabajadores.

“Debo decir que no pasé hambre, porque mi padre y mi madre no eran millonarios y ni siquiera de clase media, pero trabajan duro por sus hijos. Son personas serias y trabajadoras. Puede que haya luchado por lograr lo que siempre quise, que era mi música, pero nunca pasé hambre «, agregó.

“Trabajaba y ganaba poco, pero de ahí me pagaba la universidad, ganaba $ 5,600 pesos en los hermanos Caba Auto Parts”, recuerda.

Pobreza
Para el popular artista urbano la gente puede salir de la pobreza y en su caso la fórmula que aplicó fue creerse siempre en sí mismo, sin importar que mucha gente le dijera que no daría por eso, porque en el camino siempre encontraba otros que le decían «Vamos, soy tu fanático. Tú puedes».

“Puedes salir de la pobreza, una de las fórmulas para mí fue creer siempre en mí, pudieras o no, porque somos el resultado de lo que pensamos. Siempre pensé en lo que quiero hacer, lo que quiero ser y lo que quiero tener. Entonces, ¿cómo puedo estar, dónde puedo estar y cómo puedo llegar? Esa fue mi fórmula. «

Echo de menos a mis amigos
Echando un vistazo a la vida del barrio que dejó atrás, Mozart confiesa que extraña a los amigos que siempre confiaron y apoyaron en su talento.

A veces extraña sus inicios, esos momentos en los que pasaba desapercibido y podía estar tranquilo en cualquier lugar.
“Siempre me acuerdo de unos amigos del barrio, Vikeby, que en una ocasión, alrededor de las 4:00 de la mañana, tenía una pana tirándome a la pista de baile y yo improvisando, me decía: ‘loco, vas a representar esto. vecindario. Dionis, que iba conmigo a todas partes, me llevó en su motor.

Tartarus, que siempre me llevaba en su carro adonde tenía que ir. Estarquin, que siempre me apoyó emocionalmente; Mameyón, que siempre confió en mí. El Gallo, el Rano, Diorvis y Chicuelo, mis amigos del barrio, espero no haberme quedado algunos. Mi mamá, que siempre me apoyó, me dio 500 pesos de lo poco que ganaba para comprarme una pista ”.



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