La música urbana destapa la miseria y descomposición que vive la sociedad.


 


Sociólogos sostienen que estos ritmos reflejan la realidad social que se vive en los sectores más desfavorecidos

Nuevos códigos lingüísticos, marcadas tendencias en el comportamiento y formas de vestir son asimiladas por el público, especialmente por la juventud que se ve influenciada por exponentes de la música urbana que admiran y siguen a través de sus diferentes plataformas y redes sociales.

De acuerdo a especialistas, este fenómeno es un reflejo de la realidad social que se vive, principalmente, en los sectores más desfavorecidos del país, donde puede ser asumido por cualquier persona sin importar su edad.

Para el sociólogo Juan Miguel Pérez, se trata de “elementos ocultos” que reflejan “la miseria que vive gran parte de la nación” y que a las autoridades les cuesta reconocer que existen.

“Esa inconformidad y esa trasgresión a través del lenguaje que tienen los artistas, es en busca de hacerse valer y recuperar su importancia social utilizando elementos que, evidentemente, pueden chocar con algunas visiones estéticas de la vida tradicional”, aseguró Pérez, un catedrático universitario, egresado del Instituto de Estudios Políticos de París, de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, y de la Universidad de Columbia, Nueva York.

Entiende que esta etnia forma parte de una sociedad con poco fomento cultural y para el entretenimiento, por lo que absorbe lo que se encuentra en el camino y que, por demás, está llegando de una forma muy atractiva para el público que lo consume.

A su juicio, nuevas expresiones que han surgido de la música urbana, como “Teteo”, “Pinta”, “Molineo”, “Tarjeteo”, “Pámpara”, “Popi”, “Wawawá” y “Chapi”, entre muchas otras, son formas que los jóvenes asimilan para expresar sus sentimientos de una manera más llana.



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