¿Es peligroso vivir cerca de una antena de telefonía móvil?

Una eterna cuestión que no se soluciona por más que pasen los años. ¿Realmente es peligroso vivir cerca de una antena de telefonía móvil? Aunque la mayor parte de las pruebas se inclinan a decir que no, que no hay nada que temer, todavía hay voces que claman por todo lo contrario.

De momento, hay diversos organismos públicos que se han pronunciado a favor de la viabilidad de la instalación de este tipo de antenas para la telefonía móvil. Entre ellas, la Generalitat de Catalunya o la Comunidad de Madrid indican que las ondas electromagnéticas emitidas pierden su potencia a gran velocidad, especialmente al atravesar paredes.

Además, al instalar las antenas, nunca apuntan hacia lugares donde vive la gente, por lo se calibran con la potencia necesaria para dar servicio, pero no para perjudicar a nadie en el caso de que fuesen realmente perjudiciales. La emisión radioeléctrica se efectúa en horizontal o hacia el frente abarcando sectores de 60 y 120 grados en haces planos, por lo que son prácticamente inexistentes en otras direcciones.

Tampoco la OMS, la Organización Mundial de la Salud, encuentra problemas en la instalación de antenas de telefonía móvil. Según sus diversos estudios, su impacto en la salud humana es nulo o demasiado bajo para tenerse en cuenta.

Igual que la OMS opina la ICNIRP, la Comisión Internacional sobre la Protección frente a las Radiaciones no Ionizantes, de la misma forma que el Gobierno español y el Consejo de la Unión Europea. Así pues, desde un punto de vista institucional, parece no haber problema alguno, pues los estudios no proporcionan pruebas al respecto.

Qué pasa con una antena de telefonía móvil en realidad

Entonces, ¿hay motivo para la preocupación? Según otras organizaciones, sí. Así lo afirman otras asociaciones, como la Plataforma Estatal contra la Contaminación Energética, que, según sus estudios, sí que hay un reconocimiento unánime en el que se afirma la existencia de efectos ‘no térmicos’ en la salud humana.

A la vista de los informes de esta plataforma, un total de 29 científicos y expertos, tras revisar unos 1800 estudios sobre el tema, demostraron evidencias de que existen riesgos reales para la salud por la acción de las tecnologías inalámbricas y los campos electromagnéticos.

Según estos informes, los campos electromagnéticos podrían incidir en la capacidad del ADN para reparar células humanas o animales, lo que impactaría en la función de los espermatozoides, por ejemplo.

De momento, la balanza sigue en equilibrio. Nadie ha podido demostrar al 100% un extremo u otro.

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