Tras la derrota, Danilo tiene el reto de guiar a su partido

Héctor Marte Pérez


En solo dos días concluye una gestión de ocho años, y se espera que se dedique de lleno a la actividad política

Al convertirse el domingo en un expresidente, Danilo Medina, un apasionado de la política, comienza una etapa en la que podrá dedicarse con entrega a la actividad que disfruta, aunque con la desventaja de que su retorno a la Presidencia no es una posibilidad, al menos por el momento.

Medina, de presidente de la República, pasará a ser el líder del principal partido de oposición, un rol que no le ha tocado antes, ya que hasta hace poco compartía el liderazgo en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con su antiguo aliado y luego archienemigo, Leonel Fernández.

La salida de Fernández del PLD deja a Medina como guía principal del partido morado. El impedimento constitucional para volver a la presidencia de la República tiene doble filo, ya que le crea una oportunidad, pero al mismo tiempo, constituye una desventaja.

La parte positiva es que, al no ser opción de poder, al menos por el momento, podría enfocarse en manejar la organización y dirigir un proceso de relanzamiento que muchos peledeístas admiten que es necesario.

Pero el contexto puede serle adverso, ya que República Dominicana es un país presidencialista, y el PLD, un partido que ha controlado el Poder Ejecutivo durante 20 de los últimos 24 años, por lo que una gran parte de su dirigencia y militancia podría inclinarse a seguir figuras con posibilidades de acceder a la Presidencia.

Relanzar y renovar el PLD

El partido morado está compelido a realizar un proceso de renovación y reestructuración a distintos niveles, lo cual admiten hasta los conocidos como “dinosaurios” de la entidad política.
Pero antes, según coinciden muchos de fuera y de dentro, debe someterse a una auto revisión para identificar las causas de la derrota. Y aunque muchas de esas razones están a la vista, solo aireándolas y discutiéndolas, los peledeístas podrán aplicar los correctivos de lugar para procesos venideros.

También deben los morados decidir qué tipo de oposición le harán al gobierno de Luis Abinader y el PRM. Aunque por la votación obtenida en las pasadas elecciones, se podría decir que el PLD se ganó el título de principal partido opositor, tiene la competencia en ese renglón de una Fuerza del Pueblo liderada por una figura de peso que ha sido tres veces presidente de la República.

Danilo Medina está llamado, sino a conducir, al menos a jugar un rol protagónico en ese proceso de revisión, renovación y relanzamiento del partido fundado por Juan Bosch.

Debe ser el árbitro

Como líder y conductor del PLD, a Medina le tocará manejar las diferencias internas que se puedan presentar en ese partido.
De hecho, una de las causas de la división del partido morado fue la falta de árbitros. Casi todos los miembros de los principales organismos tomaron partido a favor de Medina o Fernández, por lo que nadie estaba en capacidad de mediar.

Ese es un rol que Danilo podría jugar ahora, sobre todo cuando llegue el momento de seleccionar los candidatos.

La candidatura presidencial, por ejemplo, en caso de que Medina no logre en el futuro inmediato que una modificación constitucional le devuelva el derecho a aspirar, será una nominación muy codiciada entre los morados.

Desde ya, se vislumbran como posibles contendientes a figuras como Andrés Navarro, Francisco Domínguez Brito y Abel Martínez, así como el propio Gonzalo Castillo y Margarita Cedeño.

En una eventual competencia entre esos dirigentes, convendría al PLD y al propio Medina, que este asuma un rol neutral, sin inclinarse a favor de ninguno de los aspirantes.

La política es su vida

Cuando entregue el domingo, Danilo Medina será uno de tres expresidentes del país vivos. Pero los otros dos, aunque son políticos activos, tienen otras ocupaciones.

Leonel Fernández es un académico que le dedica tiempo y desvelos a su “think tank”, la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode) que creó en el año 2000, tan pronto salió de la Presidencia.

Hipólito Mejía, de su lado, es un hombre de campo al que le apasiona el tema agrícola. En la ciudad o en su finca, tiene una vida social activa, y es un “fiebrú” del juego de dominó.

Medina es un político de los pies a la cabeza, las 24 horas del día, y no se le conocen otras actividades a las que le dedique tiempo o al menos que le apasionen.

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