Rumbo a un estado nación –


EL AUTOR es abogado, politólogo y comunicador. Reside en Santo Domingo.

POR JUAN JOSE ENCARNACION

Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez siempre entendieron que su aporte a la quisqueyania estaba en impulsar una democracia institucionaliza, en la que el accionar legal de las instituciones hiciese imposible que hombres sin valores ni principios se apoderaran del poder y gobernaran para su único y exclusivo apetito personal.

Joaquín Balaguer, por el contrario, siempre entendió que su única posibilidad de mantenerse en el poder era si desarrollaba una fuerza corrupta y poderosa que lo sustentará. Esa opinión Balaguer la fundamentada en su propia historia en su propia experiencia: Cada vez que surgía en el país un movimiento en pro de la democracia y la institucionalidad lo echaban del poder. Así que para fortalecer institucionalmente a sus fuerzas corruptas las dotó de ideología : «¡La corrupción se detiene en la puerta de mi despacho!» Eso era mentira. La corrupción, como le hizo saber Peña Gómez, salía de su Despacho, pero sus seguidores entendieron que ellos podían robar a lo largo y ancho mientras Balaguer fuera inmaculado.

A partir del 1996, con Leonel Fernández a la cabeza del PLD, se inicia en Quisqueya un proceso democrático irreversible. Y el país lo supo aquel 13 de septiembre de 1996 cuando Miguel SOLANO, para entonces subsecretario técnico de la presidecia, despertó a toda la nación con su denuncia de que ya se quería estructural una nueva y peligrosa corrupción. Sus palabras fueron proféticas y finalmente echamos al PLD del poder.

Pero, ¿cómo enfrentar la corrupción? Lo primero que tuvimos que aprender es que corrupción y robo no es lo mismo. Que el robo ocurre cuando una persona o un grupo de personas deciden renunciar a sus valores morales y apoderarse de lo que legalmente no están autorizados. Ese tipificado delito se combate con persecución policial. La corrupción es el deterioro del estado normal de una cosa. Si a la pintura de tu vehículo le cae salitre podemos decir que la pintura se corrompió.

Una institución que tiene tres o cuatro veces la cantidad de empleados que necesita para operar hay una corrupción rampante y sin embargo no se está robando. En el estado la corrupción se combate con institucionalidad. Cuando una institución se corrompe se debe al hecho de que la ley que la sustenta no está siendo aplicada. Y quien tiene la obligación de cambiar la ley y adecuarla a los nuevos tiempos es el congreso de la República. Por esa razón es que el Congreso es el guardián del ejecutivo. Ahora necesitamos la creación del ministerio de asistencia social para que todas las Botellas que obstaculizan el buen desempeño de las instituciones pasen a ser asistido por el departamento, donde se les incluya en programas de reeducacion e incersion en la nueva economía.

Con eso claro, hemos llegado al consenso de que los funcionarios deben ser juzgados por desfalco de los bienes públicos en todas sus formas.

Con el ascenso de Luis Abinader el proceso de institucionalidad ha sido puesto en el sendero correcto. Las instituciones que gozaban de un amplio uso del desfalco fueron y serán desmanteladas.

Pero el más seguro camino hacia el estado nación es la aplicación, por parte del ministerio público, del código y el protocolo inglés. Se cumple con el debido proceso, se respeta el derecho de los procesados, se respeta la ley y la Constitución.

Y más importante es que aún cumpliendo el método en forma rigurosa no se lleva al acusado ante un juez al menos que las pruebas sean lo suficientemente sólidas como para conseguir una justa condena. Por esa razón es que es que a los acusados que son sometidos a ese método no les queda otro camino que admitir culpabilidad y negociar sentencia.

Los tiempos de que las bandas de abogados compraban jueces, llevaban sentencias escritas y hacían shows con discursos trespatinezco, están muertos, totalmente muertos. Y el nacimiento de este estado nación es tan divino que hasta los condenados de la tierra lo abrazaran por y para siempre.



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