¿Qué hacen ellos y qué hacemos con los expresidentes? (AVISO)

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Danilo Medina e Hipólito Mejía

Sabiendo que al final de sus mandatos, los Ex Presidentes se van con una gran cantidad de antecedentes y experiencias que quizás puedan hacerlos más útiles y valiosos que nunca (a nivel de consultores, asesores o administradores), las preguntas obligatorias que podemos hacer nosotros mismos: ¿qué hacer con todo esto? ¿Deberían simplemente irse a casa? ¿Les conviene callar y hacerse a un lado, supuestamente para no avergonzar al jefe de Estado en funciones?

Responder estas preguntas ayuda a dilucidar el papel que deben jugar los expresidentes de una nación en un sistema político democrático y en el contexto de saber diferenciar la delgada línea que marca los límites entre lo público y lo privado.

Hay quienes se dedican, sobre todo los más doctos, a fines humanitarios o culturales a través de fundaciones para dejar un legado. Otros para dar charlas, conferencias, escribir memorias, etc. Ejemplos de expresidentes que pertenecen a este selecto club son: Obama, Carter, Bill Clinton y Leonel Fernández.

Son expresidentes que por su genialidad intelectual, su prestigio y la responsabilidad con que ejercieron la función de jefe de Estado y su visión de nación, pueden darse el lujo de seguir trascendiendo las funciones que desempeñaron.

sin moral

EL AUTOR es abogado y político. Reside en Nueva York.

En cambio, hay otros que, por las consecuencias que se derivan de sus actos, no tienen la fuerza moral para asomar la cabeza, como los felices expresidentes Danilo Medina e Hipólito Mejía, quienes por su el interrogatorio, el descrédito y el rechazo social se adaptan mejor al lugar de quienes deben guardar un cauteloso silencio. Un silencio que no saben guardar, porque martillan cada vez que hablan y lo que dicen nunca es más importante que callar.

Y si tienen que hablar es para hacer una especie de responsabilidad política y social ante un juez, sobre las cosas negativas que han hecho y las consecuencias que sufrimos. En cuanto a ellos, cabe señalar que prestan un mejor servicio a la patria simplemente continuando como exgobernadores, discretos y ausentes, por las pesadillas que han hecho sufrir a sus conciudadanos y por los malos recuerdos que se llevan consigo. ellos. ellos.

Esto nos lleva a concluir que la capacidad, propiedad y autoridad de un expresidente para seguir influyendo en la vida pública de una nación dependerá de sus ejecuciones, de su trayectoria y del legado que haya dejado al final de su mandato.

Con respecto a los expresidentes Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía, al analizar su trayectoria pospresidencial se observan claras diferencias según el lugar en el que se encontraba cada uno al término de su mandato. Entender esto sirve para explicar y comprender sus valores, compromisos y comportamientos.

Porque no es lo mismo dedicarse a la negociación o aprovechar su condición de expresidente para manipular la base que alguna vez lo apoyó, que crear un nicho institucional a través del cual se hacen ideas, iniciativas, foros de discusión y debates sobre soluciones a los problemas nacionales. . y/o internacional. Es una forma inteligente, encomiable y productiva para que un expresidente continúe influyendo en la esfera pública y haga contribuciones importantes a su país.

No es lo mismo buscar y banalizar cosas importantes que profundizar en el estudio de temas que realmente importan para la nación y en especial para los jóvenes que son realmente los que tendrán que llevar las riendas de la nación.

No es lo mismo pertenecer a una élite pensante que vive preocupada por un país mejor que coincidir con el submundo de la política que no se toma nada en serio.

Con base en estas consideraciones, podemos ver y establecer un nivel de diferenciación entre los ex Jefes de Estado que hoy continúan influyendo en la vida nacional de la República Dominicana.

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Por un lado, Leonel, tras dejar el poder, no acabó con su legado. Un legado que continúa construyendo, enriqueciendo, fortaleciendo y empoderando a una nueva generación de jóvenes líderes. Y es este capital intelectual, cultural, supranacional y las experiencias acumuladas de Leonel las que llevan a una nueva generación a preferirlo para que vuelva a conducir los destinos del país.

Leonel podría haberse acomodado en el ejercicio de actividades privadas o profesionales como el intelectual que es, donde no fuera herido y vilipendiado por los rayos de la envidia y las bajezas difamatorias, como lo hacen muchos de los que abandonan la vida pública y/o política. para dedicarse a sí mismos. para fines profesionales y personales. Pero prefirió exponerse a todo lo que eso conlleva, para seguir haciendo los valiosos aportes que todos sabemos, y que aún necesita la nación.

Leonel es un expresidente, más un estadista en transición para volver a la presidencia a reafirmar sus éxitos y llevar adelante la segunda ola de transformación que demanda República Dominicana y que solo un hombre con visión de hombre de Estado podría materializar.

Las circunstancias han obligado a Leonel a seguir jugando un papel activo ante las amenazas que se han presentado en el pasado y el revés que representan para el país las actuales autoridades, por lo que ha aceptado el llamado que le pide el pueblo.

Leonel no volvió a casa porque su casa grande es la patria amada que trata de seguir engrandeciendo. Mientras sus homólogos, Danilo Medina e Hipólito Mejía, en especial este último, seguían haciendo negocios con la política, haciéndose pasar por “locos” y buscando que sus compañeros lo aplaudieran; mientras que el primero sobrevive maniobrando con el gobierno de turno y utilizando la militancia de su partido para evitar ser procesado en los tribunales de la República. Muy diferente al líder de la Fuerza del Pueblo que, al igual que el patricio Juan Pablo Duarte, considera la acción política como la actividad y la ciencia más pura después de la filosofía.

Leonel, como posgobernador, emprendió una trepidante e impactante actividad sociocultural a través de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo, Funglode, que se convirtió en uno de los think tanks más importantes de América Latina, compitiendo ya con centros en países de alto avance.

En este sentido, es oportuno destacar el reciente festival de cine organizado por Funglode, que «abre la posibilidad de acceder a la visión que da el cine de los ‘problemas del mundo’ a través de ‘historias personales’, y así aprender a vivir en este mundo de conocimiento y globalización».

Lo que ha hecho, hace y sigue haciendo Leonel Fernández por el país a través de dicha institución es tan largo que es largo enumerarlo en estas líneas, especialmente a favor de la juventud dominicana que a través de ella tiene la posibilidad de acceder a estudios impensables. por su cuenta las condiciones socioeconómicas.

Como hemos visto, hay muchas y muy buenas razones para abogar por que un buen expresidente nos vuelva a gobernar, sobre todo en estos tiempos difíciles y convulsos, en los que hoy más que nunca se necesita su capacidad, su sabiduría, su experiencia y sus habilidades, como Leonel. Fernández.

jpm-am



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