¿Otra pizarra limpia?

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EL AUTOR es periodista y abogado. Vive en Santo Domingo.

Con el paso del tiempo, todo parece indicar que en el país se ha producido otro “borroso” del sistema judicial. Lo que aún no sé, supongo que no sé, es si abrimos “otra cuenta nueva” en la página histórica de la corrupción que empezó hace más de 500 años sin que nadie, ningún gobierno, haya garantizado la eliminación del flagelo. mantiene en el más abyecto atraso a la República Dominicana, porque la corrupción despoja a los dominicanos de su presente y de su futuro.

Durante la campaña electoral, el Partido Revolucionario Moderno y su candidato, Luís Abinader, prometieron acabar con la corrupción llevando a los depredadores ante la justicia. Diversas organizaciones políticas y sociales se han movilizado en la Plaza de la Bandera y en todo el territorio nacional para exigir el cese de los recursos públicos que han alcanzado niveles sin precedentes bajo los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana. Los cinco gobiernos del PLD, tres de Leonel Fernández, dos de Danilo Medina, han sido, sin duda, los más corruptos desde la dictadura de Trujillo. Organismos nacionales e internacionales han destacado los altísimos niveles de robo de dinero de las personas. Éramos considerados uno de los países más corruptos del mundo.

Luís Abinader, ahora presidente, ratificó en repetidas ocasiones su decisión de acabar con la corrupción, llevar a los corruptos ante la justicia, inhabilitarlos política y socialmente, despojarlos de los bienes adquiridos ilegalmente y enviarlos a la cárcel por un largo tiempo. Seguía repitiendo que las “vacas sagradas terminaron en el país”, que los corruptos irían a la cárcel, etc., etc. Sus palabras y promesas todavía resuenan en mis oídos. Para lograrlo, sin violar la Constitución ni las leyes, el Presidente ha prometido un ministerio público independiente.

Pero se equivocó: consideró suficiente la designación de la magistrada Mirian Germán Brito como titular del Ministerio Público. El prestigioso magistrado no pudo cumplir con tan importante y delicada tarea de llevar a los corruptos ante la justicia, enviándolos a prisión y despojándolos de los bienes robados. ¡Imposible! Los cambios en la justicia deberían haber comenzado con el sistema; los cambios debieron ser estructurales; Se debió cambiar toda la justicia, el modelo, de arriba hacia abajo, de los jueces de paz, a las demás instancias, incluyendo la Corte Suprema, la Corte Constitucional, todas las jurisdicciones, incluyendo las «Altas Cortes», con el Consejo Nacional de la Magistratura, la escuela de la judicatura. Etc. Era necesario llevar a cabo una verdadera revolución judicial que implicara el ejercicio del derecho. Es en este contexto que el presidente Abinader y el PRM iban a proponer la creación de un Ministerio de Justicia. Esto no se ha hecho. Ahora el presidente hace trampa en la lucha contra la corrupción. Está decidido a acabar con la corrupción, eso lo sé, pero la estructura de un Estado diseñado para la corrupción y la impunidad no lo permite. He dicho muchas veces que la Corona independiente no existe, que no puede existir en las circunstancias actuales.

Por eso los ladrones, conocidos por todos los dominicanos, se pavonean de exhibir y embellecer su fortuna, sin ser tocados, «ni siquiera con un pétalo de rosa». Los expresidentes Fernández y Medina ni siquiera fueron llamados a tomar “un café” con el Fiscal General. Y ni hablar de los miembros del Comité Político, del Comité Central y de otras organizaciones partidarias. En el estado de derecho democrático actual, es imposible hacer justicia a los políticos ladrones. El PLD se protegió. Él está blindado. Hasta que no se complete este «búnker», no será posible. Los hechos lo confirman.

No es casualidad que las cárceles dominicanas estén saturadas de presos pobres, miserables y poco ricos o poderosos. Los políticos ladrones no conocen las cárceles, pero empobrecen a los ciudadanos.

Lo siento por el presidente Abinader que sin duda es un hombre honesto y trabajador que quiere lo mejor para su país. Probablemente pensó que sería más fácil dirigir el país. Pero no. cada vez que intentas hacer algo nuevo y revolucionario, la Constitución te frena. Lo mismo le pasó a Pepe Mujica en Uruguay, según admite. Lo mismo ha sucedido con otros presidentes honestos y democráticos. La Constitución se convierte en un obstáculo para el cambio. Hay que modificarlo, revolucionarlo para que los cambios sean posibles. Mientras esto no se haga, no nos hagamos ilusiones con una justicia que garantice la justicia, pero para todos, no solo para los de abajo, para las «nadas de nada» de las que hablaba Eduardo Galeano, que «valen menos que las balas de ese Bush». .



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