OPINION: Podedumbre –


EL AUTOR es periodista y abogado. Reside en Santo Domingo.

A Mirian Germán

Me he preguntado ¿cómo fue que llegamos a este quiebre moral, a esta ruptura social en la que todo se vale sin medir consecuencias, sin reparar en los daños que les causamos a los demás con nuestras acciones?

La inversión de valores no comenzó con la llegada al poder del Partido de la Liberación Dominicana, ciertamente. Sería injusto afirmarlo, pero con Leonel Fernández al frente del Estado tomó un impulso exponencial hasta llegar al día de hoy que somos uno de los países más corruptos y menos transparente del mundo, según estudios de organismos internacionales.

Y no es que no se aprobaran leyes y reglamentos en contra de la malversación de fondos, el nepotismo, etc., si se hicieron, pero eran letras muertas. (El PLD mató moralmente el país y luego salió a buscar el cadáver sabiendo que lo tenía escondido en el Palacio Nacional)

El daño moral que le causaron los gobiernos del PLD (Leonel Fernández, tres periodos, Danilo Medina dos) es irreparable a corto plazo. Rompieron todos los parámetros, todos los esquemas del enriquecimiento ilícito, desfalcaron casi por completo el Estado.

Olvidaron las enseñanzas y la práctica política de su líder y fundador, profesor Juan Bosch, que a pesar de ser intelectual, historiador, autor de obras tan importantes como “Composición Social Dominicana,” “De Cristóbal Colón a Fidel Castro (El Caribe, frontera imperial) entre otras, más su sobras literarias que le ganaron fama mundial, sus amigos tuvieron que regalarle una casa porque no acumuló fortuna pudiendo hacerla dignamente. (Sus discípulos hicieron del dinero su razón de vivir)

La mayoría de los dirigentes del PLD no pueden justificar sus  fortunas. Eran muchachos de clase media baja, lumpen es, que el azar y la coyuntura política catapultaron al poder. En vez de asumir la tarea que le dio origen a la fundación del PLD, convirtieron el Estado en un botín de guerra. Olvidaron la liberación nacional, la Constitución de Bosch y los valores democráticos que en ella había. Leonel Fernández se declaró “Vinchita” y asumió el estilo de gobernar del doctor Balaguer, en la práctica.

Los gobiernos del doctor Fernández fueron tan corruptos como los de su antiguo socio Danilo Medina, lo cual es imperdonable siendo el un profesor universitario, intelectual y escritor, con reconocimiento internacional. Leonel tiene formación política y cultural, Danilo no.

Lo que ha salido a la luz sobre la corrupción en todas las instituciones del Estado tras la salida del PLD del poder, es sencillamente asqueante. Jamás pensamos que la corrupción era “mucho con demasiado”, que el nepotismo y el testaferrato llegarían tan lejos, que la mayoría de los ministros formaran asociaciones de malhechores vulgares. ¡Este país estuvo gobernado por verdaderos ladrones! ¡El Padrino, de Mario Puzo tenía principios y valores éticos para cometer sus crimines y delitos, los que no tuvo el PLD!

Tanta era la inmundicia que nos parecía normal, aceptable. Todos en el lodo, embarrados, dejando  hacer, dejando  pasar. Nada era nada en la “Era del PLD”,  nada importaba. Los inmorales nos igualaron. Los restaurantes llenos de funcionarios con las amantes gastando el dinero del presupuesto; chapeadoras en el poder con autos y apartamentos adquiridos con recursos del Estado.  ¡El derroche no tenía límites!

Los partidos políticos, las organizaciones profesionales, los sindicatos, los fiscales, los jueces, abogados, periodistas, dueños de medios, redes sociales y sus dirigentes más destacados, terminaron degradados o corrompidos en una orgía de poder.

No sé, amigos y amigas, si podremos salir airosos en esta lucha que lleva a cabo el presidente Luis Abinader y algunos de sus colaboradores (me temo que no todos) para adecentar el país convirtiendo el Estado en un instrumento de desarrollo nacional. Desarraigar la cultura centenaria de la corrupción requiere de un sacrificio colectivo, de un esfuerzo de todos.

La cultura de la trampa, el engaño, la mentira, el robo, el delito, el crimen y el fraude, que llegaron junto con los españoles que encabezó el delincuente de Cristóbal Colon en 1492, no podrá ser borrada de un plumazo, pero en algún momento había que comenzar.

Mis esperanzas no son muchas. De todas maneras creo que este pueblo aún conserva las reservas morales suficientes para enfrentar  y terminar con la corrupción. Luis Abinader y Mirian Germán representan a cientos de miles de hombres y mujeres que desean otro país, con gente educada, honesta y trabajadora para terminar con la podredumbre que nos sumerge en el fondo del oscurantismo más abyecto como en un cambalache.

 

 



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