OPINION: Cuidado señor presidente  –


EL AUTOR es politólogo. Reside en España.

Como dirían algunos en situaciones atenuantes… «cualquier similitud, es pura coincidencia», pero los que hacemos opinión pública sabemos que los gobiernos se evalúan después que pasan y que algunos se saltan el manual y empiezan al revés. 

El presidente actual de República Dominicana, Licenciado Luis Abinader Corona, ha iniciado su mandato como no podría ser mejor a juzgar por la alta popularidad que exhibe en el seno de la población, máxime en medio de una crisis sanitaria mundial como la del Covid-19. No obstante, hemos observado ciertas similitudes con actuaciones y expresiones de otros ex presidentes.

El señor presidente expresó que no deseaba que su imagen sea colgada como exige la tradición y el ceremonial de Estado en todas las instituciones del Poder Ejecutivo y eso mismo  se dijo en 2012.  Asimismo, ha expresado y a tal efecto emitió un decreto conformando una Comisión de alto nivel compuesta por refutables juristas para la recuperación del supuesto dinero defraudado por antiguos funcionarios de pasadas administraciones, pero eso también se ordenó en el 2001.

Cuidado señor presidente. Usted no necesita ser populista. Sólo imponer su propia marca. En tal sentido los asesores presidenciales se supone están para ayudar al jefe del Estado a tomar las mejores decisiones; muchas de ellas con un alto costo político, tomando en cuenta que un periodo de gobierno, desde que empieza, tiene fecha de caducidad. Aquellos gobiernos que respetan esta máxima, toman las medidas más difíciles en la primera mitad de su gobierno, de manera que tienen dos años para recuperar el entusiasmo de una parte de la población no capaz de entender la trascendencia de dichas medidas. 

Cuando un presidente se empeña en parecerse a otro y no marca diferencia e impone su estilo propio, la sentencia es concluir como tales, por lo que el presidente Abinader debería revisar sus estrategias. 

Hemos tenido mandatos presidenciales que rozaron el cielo en ranking de popularidad, sin embargo ignoraron que el problema de un líder, o un Presidente  de la República con esa alta valoración, es que no es posible subir mas y por Ley de la gravedad la tendencia es hacia la baja. En consecuencia la caída pueden ser lenta, programada o estrepitosa y si ocurriese durante un año preelectoral o peor aún, en año electoral, el resultado  no sería simple coincidencia, sino, crónica de una muerte anunciada.

JPM



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