No patear al PLD –

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EL AUTOR es periodista, Reside en Santo Domingo.

La situación por la que atraviesa el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) luego de su salida del poder el pasado 16 de agosto, es una situación que se  veía venir si analizamos con serenidad y sentido de la historia los cambios de partidos en el manejo de Estado.

Ha nadie debe extrañarle  las cancelaciones masivas de empleados públicos, las denuncias públicas de manejo inadecuado de los fondos y cuentas de las instituciones públicas  centralizadas y descentralizadas.

Fueron 20 años  en la conducción del Estado dominicano y eso no es cosa chiquita, en un país  en donde se experimenta un alto déficits institucional y  en donde el Presidente de la República se erige como un Dios, o en otras palabras,  se cree por encima del bien y el mal.

Pocas cosas se han denunciado, mínimas han sido las acusaciones de corrupción hacia ese partido, insignificante las persecuciones y los apresamiento de dirigentes y militantes de las pasadas administraciones del pele deísmo, en fin, se podría decir que los discípulos de Bosch han ido en coche para  lo que se conoce históricamente.

Ahora bien,  lo que no se entiende es el comportamiento de la clase política gobernante y la oposición, las cuales no terminan de darse cuenta que  el mundo cambio, que la manera de hacer política no es la misma y que gestionar el Gobierno en el siglo XXI  ya no puede ser como si estuviéramos en el siglo XX.

El Partido Revolucionario Moderno no puede dejarse inducir  por algunos  soportes ideológicos del Departamento de Estado de los Estados Unidos criollos agrupados en un colectivo denominado Sociedad Civil, a la  reproducción de  patrones de comportamiento que ya  parecían superados.

El PRM no  debe asumir la encomienda  dispuesta por los dueños del mundo y un  sector de la sociedad dominicana de patear al PLD, de destruir ese partido, aceptar eso sería una canallada.  

En nombre de una política en contra de la corrupción y la impunidad, la que todos aplaudimos,  no se debe aceptar  la marcada intención de aniquilar una de las cuatro patas que soporta la democracia dominicana. Hoy es contra el PLD, mañana podría ser contra cualquier otra organización política. Repito, no patear al PLD.

JPM



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