Lo que busca Danilo con la presidencia del partido –


El autor es periodista. Reside en Santo Domingo

¿Por qué Danilo buscó la presidencia del PLD?, ¿por qué apostó a esa jugada y a ese cargo?, ¿qué piensa hacer en el puesto?, ¿qué se propone? Son algunas de las interrogantes que muchos se hacen y que trataremos de responder aquí.

El ser humano, desde la más remota antigüedad, no acepta la idea del final de las cosas, del fin de la vida, hasta de la terminación de una relación. La fijación obsesiva por la eternidad de las cosas permea su espíritu y lo hace resistirse al pensamiento de que a todo le llega su fin. Esta negación también se extiende a la gloria personal y política.

La obcecación por el plano de lo eterno ofusca al hombre y le hace perder de vista que verdaderamente se alcanza la trascendencia, la inmortalidad y la permanencia a través de la perennidad de un legado que desafíe el paso del tiempo.

La creencia de que hay vida más allá de la muerte, mantiene a los cristianos dentro de la iglesia y dentro de las religiones. La esperanza de que todo no termina aquí, en la Tierra, fortalece la fe, el credo y la devoción de los feligreses.

Extrapolado esto, al plano político-individual, para Danilo Medina hay vida más allá de la presidencia de la República. Para él, su peso político, su influencia partidista no acaban con el impedimento constitucional que le impide aspirar de nuevo a presidir los destinos del país. Hay otras formas de continuar incidiendo en la vida política nacional, desde una posición de gran fuerza y atracción gravitacional.

De ahí, que al tener la égida del PLD y al tomar el control de la presidencia del partido, Danilo ve eso como una renovación de su vigencia personal y política, de que todavía puede salir a jugar en este campo y enfrentar el asedio político-judicial por sus malos manejos administrativos durante sus periodos presidenciales.

No me sorprendió cuando el expresidente de la República, Danilo Medina, dijo que no se esperaba las derrotas electorales del PLD. Y es que cuando se está en lo más alto de la cúspide, es difícil divisar lo que se dejó abajo al escalar, porque quedó demasiado atrás de lo visible.

Obstinado por la idea de la ilusión y la compulsión de lo eterno, Danilo no se acomodó a la posibilidad de que el poder podía escapársele, pese a su férreo control que creía tener sobre los instrumentos todopoderosos en que se afianza el dominio del Estado.

Por eso, no vio o no entendió el significado de esas grandes olas de organizaciones ciudadanas que se coludieron para frenar las intenciones continuistas de su partido, veía la realidad con lentes color morado. No se dio cuenta  de que el mapa político del país estaba cambiando frente a sus ojos. Se confió demasiado en las posibilidades del bloque político-económico- mediático del cual tiraba los hilos.

Sobre esto último, me di cuenta de la gran influencia que todavía conserva dentro del aparato comunicacional del país, cuando escuché repetidas veces a través de emisoras radiales la posición pública tomada por la Asociación de Emisoras Dominicanas, Adora, contra la intervención de la Cámara de Cuentas. Esta no parecía un organismo institucional, sino un apéndice partidista.

Danilo es consciente de que fuerzas centrípetas internas alejan de su centro a muchos de los miembros y dirigentes que giraron en torno a él cuando era el jefe de la distribución de las mieles y el pastel del poder. Y ahora que no lo es, se precisa colocarse en una posición desde la cual pueda controlar los daños.

Confía en que su liderazgo ganado a fuerza del manejo del presupuesto público, lo catapulta para seguir siendo factor aglutinador y decisivo en la vida partidista y política del país, sobre todo en momento en que la opinión pública está bastante movilizada contra él por la ventilación de los escandalosos casos de corrupción ocurridos durante sus gobiernos.

Quizás Danilo juega a la amnesia y la desmemoria política del pueblo dominicano, pensando en que nuevos problemas y nuevas preocupaciones sustituirán a las viejas y que esa realidad salvaría  a su partido en términos políticos y mediáticos, para continuar siendo un actor de primer orden en el escenario nacional.

En base a lo anterior, Danilo abriga la esperanza de que cobijado por el pronto  olvido de lo pasado, podría volver  a las bases, de donde nació su liderazgo para intentar movilizarlas y ‘repeledeizar’ a los desencantados.

En este contexto, más que una decisión política o personal, la asunción de la presidencia partidaria fue una necesidad política frente a la coyuntura actual.

En conclusión, el exmandatario dio ese paso político para no perder relevancia y en respuesta al peligro que corría de quedarse fuera de la configuración del futuro político de su partido.  Lo hizo para obtener un mayor respeto y una mejor valoración política de cara a los acontecimientos en desarrollo y a las confrontaciones que se darán.

No es lo mismo confrontar a un presidente, tras el cual se alinea una fuerte organización, que enfrentar a un inofensivo dirigente en bajo perfil que no concita ya ningunas pasiones ni adhesiones. De otra manera, y visto todo lo ante escrito, que alguien me explique, ¿qué sentido tiene querer asumir la presidencia y el control del PLD?

JPM



Fuente