Gobierno y oposición –


EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

El mayor aliado de un Presidente, es una oposición fuerte. El concepto de Churchill ha sido repetido por políticos y politólogos a lo largo de los años, elaborando del mismo, varias tesis. Una de ellas es que una oposición fuerte ayuda a un gobernante a no tener que ‘ceder’ a las apetencias de sus acólitos más cercanos, bajo la advertencia de que están siendo supervigilados por los opositores.

El gobierno de Luis Abinader se desarrolla en una de las coyunturas más difíciles de la historia post dictadura, por una pandemia que ha arrodillado al país y al mundo, de la que se deriva una crisis económica multinacional y una desarticulación social que traza un antes y un después en las relaciones intersectoriales y hasta familiares.

Abinader ha nevegado en los primeros seis meses en un mar político en calma, sin una oposición política fuerte, organizada, cohesionada de cara al poder que acumula el Gobierno y su partido.

El PLD busca reestructurarse para jugar su papel de líder de la oposición, mientras la Fuerza del Pueblo trata de construir un partido con el propósito de llevar a Leonel Fernández como candidato del 2024.

Ante uno y otro, Abinader y los verdaderamente políticos en el PRM, deberían asumir la importancia de la oposición y no tratar de repetir lo que se le atribuye al PLD con las divisiones y reducción que acusaron el PRD y el PRSC porque en el rejuego político partidista, una oposición fuerte constituye lo que denomina el contrapeso del poder, imprescindible para hacer un buen Gobierno.

Esto no es teoría de cafetería. Esto es ciencia política. Y realidades.



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